Memorias del Ángel Caído arranca cuando, durante una misa, los fieles son envenenados con las hostias consagradas. Mientras la policía investiga el asunto, los curas de la parroquia empiezan a sufrir extrañas visiones.
En 1997 se estrenaba este peculiar filme dirigido por Fernando Cámara y David Alonso, cineastas que apenas han desarrollado su carrera en el cine más allá de esta película, algún telefilme para la serie La Huella del Crimen y poco más que merezca la pena ser mencionado. Me resulta curioso, porque aunque Memorias del ángel caído esté lejos de ser perfecta, era una interesante carta de presentación de dos directores que podrían haber llegado a dar mucho de sí.
Entre su atípico reparto figuran nombres como Juan Echanove, Santiago Ramos, Emilio Gutiérrez Caba, Tristán Ulloa, Héctor Alterio y José Luis López Vázquez. Es decir, nada de actores de moda ni caras bonitas, lo que deja constancia de que en ningún momento se pretendió que esta película se adaptase a los gustos del público mayoritario ni fuese un gran éxito de taquilla. No hablo sólo del reparto, sino también de la temática y la forma de abordarla, del ritmo, del tono… No es un filme atractivo para el público que va al cine buscando una película de terror convencional con sus sustos convencionales, ni falta que hace.
La película podría entenderse como un subproducto creado a partir del éxito de la por entonces reciente, exitosa y demoledora El Día de la Bestia, y de hecho es ideal para hacer una maratón con ambas, pero cuidado, que no os engañe la temática cristiano-satánica que tienen en común, porque los parecidos terminan ahí. Tanto el filme de Álex de la Iglesia como el de Cámara y Alonso se mueven por un terreno muy costumbrista, y aunque cada película tiene un tono diametralmente opuesto, sus conceptos son similares: un costumbrismo castizo, muy de barrio, salpicado por momentos de horror que se quedan grabados en la retina. Si bien es cierto que El Día de la Bestia funciona mejor en todos los sentidos, tanto a la hora de marcar a fuego al espectador con secuencias tan potentes como la aparición del Diablo o el momento Schweppes, como en su desarrollo de personajes, guión y fotografía, Memorias del Ángel Caído también sabe aprovechar esos momentos en los que, en mitad de la normalidad más absoluta, el espanto asoma las orejas. Desde monjas siniestras sin rostro hasta curas crucificados, pasando por esa estatua de Satán a la que se le rinde culto en un caserón ruinoso. Pero estamos ante una película de un presupuesto muy bajo, tal vez demasiado incluso para lo que cuenta, y eso le pasa factura. La limita demasiado a pesar de no ser una película que necesite grandes alardes para salir adelante. Aún así, en conjunto da la sensación de que los directores adaptaron las necesidades de la película al guión, no al revés, y eso siempre es un acierto.
Memorias del Ángel Caído no sólo comparte ADN con El Día de la Bestia, sino también con el cine de Berlanga, y puede que al decir esto me esté tirando a una piscina vacía. La película de Cámara y Alonso no es una comedia, de hecho está muy lejos de serlo, pero su planteamiento central bien podría ser el de una película de Berlanga si se le aplicase un buen chute de humor. Si un grupo de curas discutiendo sobre la veracidad de un supuesto milagro, al mismo tiempo que lidian con una trama de hostias consagradas envenenadas no da para película de Berlanga, que baje Dios (nunca mejor dicho) y lo vea. Además, sale el gran José Luis López Vazquez. ¿Casualidad? Seguramente, pero me gusta pensar que no.
A día de hoy es una película que ha ido ganando seguidores con el paso de los años. Incluso se dio el caso de unos fans que contactaron con los directores para proponerles escribir una novela que desarrollase algo que en la película sólo es contado por el personaje de Alterio, y que desde luego habría dado para precuela. Aunque la propuesta de novelizar un universo expandido no llegó a cuajar, me parece otra prueba de que esta película, pese a no terminar de funcionar del todo, tiene algo especial.
En cualquier caso, y aunque el conjunto sea un quiero y no puedo de manual, es una película injustamente olvidada nacida en una época, los 90, en la que el cine fantástico español estaba en plena fase de cambio y ebullición, principalmente gracias al pistoletazo de salida que dio Álex de la Iglesia con El Día de la Bestia y Acción Mutante. De entre todas esas producciones pre y post Fantastic Factory, Memorias del Ángel Caído es, pese a sus carencias y limitaciones, una de las más destacables, arriesgadas e interesantes.
No todo va a ser técnica. A veces hay que valorar una película más por sus intenciones que por su resultado final, por muy contradictorio que esto pueda parecer.