Crítica: ‘La Mosca’ (1986, David Cronenberg)

La Mosca

La Mosca arranca cuando Seth Brundle, ambicioso científico, combina accidentalmente su estructura molecular con la de una mosca durante un extraño experimento en una máquina de teletransportación. Veronica Quaife, una periodista que se había enamorado de él mientras realizaba un reportaje sobre sus investigaciones, deberá cuidar de este ser mitad hombre y mitad mosca que cada vez está más cerca de convertirse del todo en un insecto.

Director: David Cronenberg
Reparto: Jeff Goldblum, Geena Davis, John Getz, Leslie Carlson, George Chuvalo.

Tras la marcha forzada del realizador Robert Bierman a causa de una tragedia familiar, el remake de La Mosca (el clásico de 1958 protagonizado por Vincent Price) cayó en manos de David Cronenberg, quien hizo algunas modificaciones al guión de Charles Edward Pogue.

Así, en su versión de La Mosca, el director inmortalizó su visión del amor a partir del terror, dotando así a su obra de un cierto aire al famoso cuento de La Bella y la Bestia (véase: un hombre que, por error, empieza a perder su humanidad y a transformarse en bestia pero que sigue sintiendo un amor incondicional por una persona). En este dilema también podríamos acordarnos de Kafka y su Metaformosis y la pérdida de la humanidad. La Mosca no es tan solo una película de serie B más con la que pasar el rato: Cronenberg demostró que es posible ir más allá.

El film no pierde el tiempo en introducir a los personajes ni su pasado: Cronenberg tiene claro el tiempo del que dispone y en cómo quiere que la trama se lleve a cabo. Dejando claro que su cinta de terror no seguirá una estructura similar a compañeras de su mismo género. se centra en la historia. Sería muy fácil rellenar guión con elementos que no llevarían a ningún sitio, pero no es el caso.

En el reparto tendremos como protagonista a un Jeff Goldblum (Jurassic Park, Independece Day) impecable, expresivo y, aún teniendo en cuenta que se está convirtiendo en un ser horripilante, carismático. Acompañado, a su vez, por una Geena Davis (Bitelchús), soberbia que transmite ese sufrimiento por el que está pasando a causa de la «enfermedad» de su pareja. El triángulo amoroso lo forma el personaje de John Getz (Sangre Fácil), quien, a pesar de parecer no tan importante en la historia, es de vital importancia para la resolución. No nos podemos olvidar del cameo de David Cronenberg en la escena del sueño de Davis. No tiene desperdicio.

Cierto es que Cronenberg realizó un estupendo trabajo con este remake en el que demostró que el amor puede llegar a ser incondicional y que los sentimientos tales como la ira, la posesión o los celos pueden llegar a hacer que el hombre cometa errores irreversibles y fatales. Y si hay experimentos de por medio, la cosa se sale de madre.