John Jaspers, tras el asesinato de su novia se convierte, contra su voluntad, en un asesino armado con garras tan antiguas como su propio poder. Violento, visionario y enfermo se enfrenta a su destino. Un destino marcado por M, el enviado del diablo en la Tierra.

Fantastic Factory, nos guste o no, fue más importante de lo que parece para el cine de terror y fantástico en España. Porque fue la semilla del renacer del cine de género en nuestro país, el cual había pasado por una especie de limbo durante varios años, ya que nadie se atrevía a hacer películas de serie B o de puro fantástico y los pocos que lo hacían triunfaban más de manera internacional que en su propio país. Una productora que formó o termino de lanzar carreras de profesionales tanto delante como detrás de las cámaras. Fantastic Factory fue el primer paso para que el cine de terror volviera a tener cabida y aceptación entre el público español, un género que durante mucho fue desterrado al mercado doméstico y a los videoclubs (que tantas alegrías nos han dado) como si fuera un tipo de cine vulgar y poco digno de verse en una pantalla gigante.

No os voy a engañar, el experimento de Brian Yuzna y Julio Fernández no fue un gran éxito y ninguna de las películas realizadas serán obras maestras del género, pero tampoco es que lo pretendieran. Se hicieron películas aceptables, reguleras y abominaciones si, pero quien os escribe ve todo el conjunto de lo que fue este sello con mucha admiración. El veterano Brian Yuzna vio al fin cumplida su idea de poder crear un sello de cine fantástico tras varios años intentándolo cuando se reunió con Julio Fernández (jefazo de Filmax por entonces) en 1998 cuando iba a presentar El Dentista 2 en el Festival de Sitges de aquel año (película distribuida en España por Filmax). Una reunión en la que Yuzna le propuso dicha idea: una factoría de películas de género que se pudieran vender a mercados internacionales, rodadas en inglés pero en España, que mezclaran talento patrio y extranjero y que contaran con directores, actores y técnicos con cierto renombre dentro del cine de terror. Una idea la cual Fernández aceptó. En 1999, Yuzna y su familia se instalaron en Barcelona y a partir de ahí comenzó el proyecto Fantastic Factory.

La primera producción del sello sería la adaptación del cómic Faust: The Love of the Damned, el cual fue escrito por David Quinn y dibujado por Tim Virgil en 1987. Un cómic bastante underground de la editorial Rebel Studios que se caracterizaba por la enorme cantidad de violencia y de sexo, una adaptación que ya en los 90 se buscaba realizar. La Faust de cines la dirigiría Yuzna con un guion del propio David Quinn cuyos diálogos fueron reescritos por Miguel Tejada-Flores. Contó con un presupuesto de casi 2,9 millones de euros y consiguió recaudar casi 747.000 euros en España. La prensa especializada no la recibió muy bien que digamos.

La primera vez que vi Faust me pareció una película de género simplemente aceptable. El problema es que a cada revisionado la película me gusta cada vez menos. Una película que sirve como entretenimiento, es decir, no te aburres viéndola, pero cuyas decisiones artísticas me parecen bastante cuestionables y cuyo acabado no está del todo logrado. Brian Yuzna siempre me ha parecido un tipo simpático y al que tengo cierto aprecio por su amor al género, pero como director siempre me ha parecido ciertamente limitado a nivel visual. Hay planos en que busca darle una estética de cómic que no están mal, pero luego en lo que son escenas de acción o de lucha están torpemente filmadas, sin nada de tensión o coreografías que llamen la atención. En cuanto a la trama es muy evidente que recuerda mucho a historias como El Cuervo o Spawn pero no logra aportar lo suficiente como para distinguirse lo más mínimo de dichas adaptaciones.

Uno de los problemas que tenía Fantastic Factory era que querían llevar a cabo proyectos cuyos guiones eran relativamente ambiciosos para el presupuesto con el que se contaba. Lo que nos deja una película cuyas ideas no están mal pero que no están del todo bien resueltas en pantalla. Efectos de sonido que nos suenan de haber oído en otros productos audiovisuales y que se sienten baratos (que incluso otras películas del sello reciclarían). Unos trucos de montaje de Luis de la Madrid bastante videocliperos que distraen. Una elección de canciones metal que, en mi caso, resultan cargantes aunque van acorde con el tono del film. Y una fotografía de Jacques Haitkin que no termina de darle el empaque necesario a nivel visual, dando más la sensación de película estrenada directa en VHS (con todo mis respetos a dicho mercado) en lugar de una estrenada en cines. Aunque valoro que las películas se rodaran en España, intentar colar Barcelona como que es Nueva York no lo logran en absoluto, sobre todo en la escena del metro.

Otra de las marcas de la casa de cualquier película de Fantastic Factory es la mezcla de actores nacionales e internacionales, una mezcla que no siempre funcionaba. En Faust tenemos españoles como Mónica Van Campen, Jennifer Rope, Fermí Reixarch, Paco Maestre, Miguel Ángel Jenner y el debut en pantalla de Michelle Jenner entre otros. Básicamente, porque sus trabajos anteriores eran de una temática completamente opuesta al cine fantástico y de terror que hacía la factoría por lo que verlos en estas películas te sacan por completo, además de que normalmente estos actores se doblaban la voz así mismos con resultados mixtos. Como protagonista tenemos a un Mark Frost que hace un trabajo terrible, con una sobreactuación de las que ni llega a la categoría de tan mala que es buena y cuyo traje como antihéroe es de risa. La británica Isabel Brooke como interés romántico ofrece una actuación intermedia: ni es tan mala ni actúa muy bien como para llamar la atención. Jeffrey Combs tampoco termina de destacar, ya que su papel es todo lo contrario a los tipos de personajes que acostumbra a interpretar y que tanto gusta ver. Aunque no todo es malo en las actuaciones. Andrew Divoff como el villano de la función cumple bastante bien y Mónica Van Campen consigue llamar la atención en cada plano, además de que se la nota entregada en su papel de villana secundaria.

Los efectos especiales prácticos y maquillajes de Screaming Mad George y Poli Cantero cumplen en su mayoría, con momentos que incluso recuerdan al debut en la dirección de Yuzna Society, mientras que el uso del CGI no está a la altura de dichos efectos prácticos, ya que algunos efectos en donde se mezclan CGI con stop motion no terminan de resultar vistosos. A nivel de sangre, gore y sexo cumple, creo que no está mal para el nivel tan desmesurado que había en los cómics.

Faust: La Venganza Está en la Sangre fue el pistoletazo de salida de una productora que ya estaba presentando sus intenciones como sello diferente dentro de España y que también reflejaría algunas virtudes y muchos de sus defectos de las sucesivas películas que vendrían con el paso del tiempo. Faust no es ni de lejos la mejor de sus producciones, pero tampoco la peor, pero eso ya lo iremos viendo poco a poco…