Cazafantasmas: Más Allá arranca con una madre soltera y sus dos hijos mudándose a un pequeño pueblo. Allí, descubrirán su conexión con los orígenes de los Cazafantasmas y el legado secreto que su abuelo les ha dejado.

Lo admito, cuando vi el primer trailer de Cazafantasmas: Más Allá la aborrecí. Me sentó fatal.
No esperaba ese tono tan solemne ni esos aires tan manidos a lo Stranger Things. En definitiva, no me apetecía ver el enésimo homenaje al cine de los ochenta.  
El caso es que ya he visto la película, y no, no es la borrachera de nostalgia ochentera que se intuía en el primer tráiler, aunque tampoco es exactamente lo que uno espera de una película de los Cazafantasmas, como tampoco lo era el reboot femenino que se hizo en 2016. Voy a ser sincero, esta película está mucho más cerca de Stranger Things que de Cazafantasmas, y siendo esto así, algo ha tenido que hacer bien para gustarme, porque que me guste un producto derivado de la famosa serie de Netflix es un milagro (ya basta de niños inadaptados corriendo aventuras rurales en bicicleta mientras ensalzan su amistad, por favor). De hecho, a estas alturas, es un milagro que me guste cualquier película que base sus cimientos en la nostalgia ochentera.  

La película tiene dos grandes aciertos. El primero, estar hecha desde el absoluto cariño y devoción hacia la original (¡qué menos! la dirige el hijo de Ivan Reitman); y el segundo, haber tenido presente en cada uno de sus fotogramas a los fans de la primera. Algunos llaman a esto fanservice y lo consideran algo negativo y excesivo, pero yo digo “¿y qué problema hay?”. Si en 2021 haces una película de los Cazafantasmas sin enfocarla hacia sus fans, ¿hacia quién la vas a dirigir? A las nuevas generaciones, ya, claro, hay que venderla lo más ampliamente posible, pero ante todo tienes que meterte en el bolsillo a los fans de la vieja escuela, sobre todo después de la decepción que supuso para la mayoría el reboot femenino de 2016. 
Y hablando de dicho reboot, es curioso que Cazafantasmas: Más Allá funcione peor como película de los Cazafantamas que la odiada versión que perpetró Paul Feig. Y antes de que sigáis leyendo, quisiera aclarar que me encanta el cine de ese director y que su reboot de la franquicia está, en mi opinión, lejos de ser el bodrio que todos aseguran, aunque reconozco que en él se tomaron decisiones extrañas. Vamos, que soy capaz de entender los motivos por los que no gustó. 
Pero seamos realistas, Cazafantasmas: Más Allá es una película más emparentada con las producciones Amblin que con el concepto original de los Cazafantasmas. Si la película hubiese empezado con el rótulo A Steven Spielberg Production, no habría desentonado en lo más mínimo. En cambio, el reboot femenino, con todos sus defectos, respeta el tono y la estructura de lo que entendemos como una peli de los Cazafantasmas. Distinto es que el guión tuviese sus problemillas y que el reparto no consiguiese estar a la altura del original en cuanto a carisma. Pero eso no cambia el hecho de que la película respeta la esencia del filme de 1984. De mayor o menor calidad, los ingredientes son los mismos. 
Entonces, ¿por qué el reboot no funciona y la nueva película sí? No soy ningún experto, pero creo saber las razones.
El reboot cometió un gran error, y fue incluir cameos del elenco original en roles distintos a los de la película de Ivan Reitman. Es decir, tenemos a Bill Murray, Dan Aykroyd y Ernie Hudson, pero no interpretan a Venkman, Stanz y Winston respectivamente, con lo cual queda claro que la película de Feig no guarda ninguna relación con la original. Creo que habría sido más acertado ubicar la historia en ese mismo universo en lugar de hacer borrón y cuenta nueva. A esto hay que sumarle un guión no demasiado brillante (aunque correcto, tampoco exageremos con la negatividad) y unos chistes que no pasarán a la historia del cine. También hay que mencionar a los muchos fans tóxicos, unos por machistas, algunos por borrachos de nostalgia y otros por ambas cosas, que lideraron una de las campañas de odio más lamentables y ridículas que recuerdo. Sólo por eso, la película ya contaba con mi simpatía incluso antes de verla. 
Y luego está Más Allá, una película muy diferente a lo que conocemos como Cazafantasmas, y que sin embargo funciona y ha tenido un recibimiento positivo. ¿Por qué? Porque, aunque aquí haya más ADN de Goonies que de Saturday Night Live, está hecha con un cariño que termina traspasando la pantalla. En el fondo se agradece que no sea más de lo mismo, o mejor dicho, que sea más de lo mismo pero con otro envoltorio. Y los mil guiños a la película original, un guión con ritmo y chispa, un reparto de escándalo (McKenna Grace, Paul Rudd y Carrie Coon son un tesoro… Y Olivia Wilde, a quien no esperaba encontrarme, y mucho menos en ESE papel del que no diré nada por si los spoilers), los efectos especiales… Al final, por suerte, la película no se limita al ejercicio de nostalgia barata. 
Y claro, el inevitable homenaje al fallecido Harold Ramis sobrevuela toda la película de principio a fin. No podía ser de otra manera. 
Por todo esto, Cazafantasmas: Más Allá funciona y Cazafantasmas 2016 no. El armazón sobre el que se construyó el reboot de Paul Feig es idéntico al de la película original, pero es que a veces los detalles pequeñitos son lo más importante, lo que nos llena y nos hace salir del cine con una sonrisa, y ahí es donde fallaba.  

Puede que esta tercera entrega no sea exactamente lo que me hubiese gustado que fuera (yo habría apostado por algo más en la línea de la original, con un equipo protagonista adulto y un tono menos familiar), pero aun así todas las piezas que componen la película funcionan y están en su sitio. Es un filme que, en parte, dinamita las expectativas del fan, y al mismo tiempo le da todo aquello que quiere. Es muy difícil mantener ese extraño equilibrio y salir airoso.
Ojalá sea un éxito y la franquicia nos regale otro par de entregas hechas con el mismo cariño. Porque se habla mucho de las posibilidades que ofrecen franquicias sobreexplotadas como Star Wars o Harry Potter, pero, ¿nos hemos parado a pensar en todo lo que puede darnos algo como Cazafantasmas y en el poco jugo que se le ha sacado de momento? No somos conscientes. 
¿Sabéis lo que hago cada mañana al levantarme? Llorar durante quince minutos por no habérseme ocurrido a mí la idea de una empresa pequeñita de currantes que se ganan la vida como más o menos pueden dando caza a espectros y demonios, y ensuciándose, y entrando en lugares horribles, y lidiando con la burocracia, y que al final del día piden comida china, se abren unas cervezas y comentan la asquerosa jornada que han tenido. 
Se me llega a ocurrir a mí esa idea, ese concepto, y a día de hoy habría escrito una saga de siete libros y sería millonario.