Crítica de 99.9: La Frecuencia del Terror (1997, Agustí Villaronga)

99.9: La Frecuencia del Terror

Lara (María Barranco), quien presenta un programa de radio sobre fenómenos paranormales, se ve obligada a acudir a un diminuto pueblo de la España profunda para investigar la muerte en extrañas circunstancias de su ex-pareja.

99.9: La Frecuencia del Terror iba a ser originalmente una serie para televisión que pretendía aprovechar el tirón de Expediente X allá en los lejanos y turbulentos años 90. Al final el proyecto no llegó a buen puerto, de modo que decidieron aprovechar el guion del episodio piloto (que le fue ofrecido a Julio Medem) para convertirlo en una película, tal y como ocurrió con Mulholland Drive, de David Lynch.
Finalmente fue Agustí Villaronga, director de la muy polémica Tras el Cristal, el encargado de realizar la película.

99.9: La Frecuencia del Terror reinterpreta el misterio de las míticas caras de Bélmez de la Moraleda (cambiando el municipio de Jaén por Jimena de la Sierra), y transforma el famoso caso paranormal en una enrevesada trama conspirativa rural que mezcla escarceos homosexuales, brujería y psicoimágenes. Además, en una decisión bastante arriesgada porque era fácil que la familia se sintiese ofendida si llegaba a ver la película, el guionista convierte a María Gómez Cámara en una bruja demente. Como es lógico no usan su nombre real, pero está claro que el personaje que interpreta la inmensa Terele Pávez es un trasunto maligno de la dueña de la casa de las caras, fallecida en 2004, con quien además comparte un físico similar.
Casualmente (o no), bastantes años después Terele Pávez interpretaría, esta vez sí de forma oficial, a María Gómez Cámara en la dramatización dedicada a Las caras de Bélmez ofrecida por la décima temporada del programa Cuarto Milenio.

La película, más cercana al thriller que al terror a pesar de que conforme avanza la historia se vuelve más turbia y siniestra, recuerda a otro título de culto del cine español estrenado al año siguiente, en 1998, Memorias del Ángel Caído. Por su tono y formas, evitando siempre caer en el exceso y manejando la ambigüedad, ambas películas podrían formar parte del mismo universo, aunque es justo reconocer que el acabado técnico de 99.9: La Frecuencia del Terror es bastante superior.

A pesar de dejar la sensación de que podría haber estado mejor si se hubiese atrevido a dar un paso más, 99.9: La Frecuencia del Terror es una película notable que consigue poner el foco sobre lo más importante en el cine de terror: la atmósfera, en este caso espesa y enrarecida. Un título que no se hizo para vender entradas ni llegar al gran público, sino simplemente para contar una buena historia, aunque fuese por la vía menos comercial y efectista.

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