Black Phone arranca en 1979. Un pueblo norteamericano está siendo aterrorizado por un asesino de niños. Cuando Finney, un joven y tímido chico de 13 años es secuestrado por el psicópata y encerrado en un sótano, tendrá que buscar el modo de escapar. Su única ayuda serán los fantasmas de los niños muertos a manos del Captor, que se comunican con el joven mediante un teléfono negro, y los sueños premonitorios de su hermana.

Scott Derrickson vuelve a lo suyo, el terror, después de trabajar para Marvel en Doctor Strange y no salir muy bien parado (motivo por el cual, Doctor Strange en el Multiverso de la Locura la dirigió Sam Raimi y no él… diferencias creativas). Y es que no teníamos una película suya desde 2016. No sé los demás, pero yo lo echaba de menos.
Y ha vuelto adaptando un relato de Joe Hill con Ethan Hawke a la cabeza del reparto. Recordemos que Derrickson ya había trabajado con este actor en la estupenda Sinister.

Black Phone funciona como un reloj suizo pese al uso de jumpscares. Ya sabemos que literalmente es imposible no tirar de este recurso en cualquier película de terror comercial, así que no me pilla por sorpresa. Sabía a lo que iba.
Por suerte, Derrickson no abusa de ellos, y los pocos que utiliza están bien ubicados.
Y digo que la película funciona porque su fuerte, aquello que consigue que la veas con el corazón encogido, no son los sustos y las bruscas subidas de volumen. Salvo en momentos muy concretos, Derrickson no busca eso, sino la tensión. Y creo que ese es el calificativo que más se ajusta a Black Phone: tensa.
Una película que, por encima de todo, maneja el suspense. Cada ficha que mueve, cada vez que la trama avanza de una forma u otra, lo hace dándole al espectador un nuevo motivo para preocuparse por el bienestar del protagonista y, de nuevo, ponernos en tensión ante cada obstáculo que se cruza en su objetivo de salir con vida de ese sótano.
El metraje es breve, de modo que va al grano, sin permitir que el ritmo se estanque ni una sola vez. Siempre están pasando cosas, y esto es gracias a que la película tiene dos grandes vías narrativas que van a todo trapo: el chico atrapado en un sótano a merced de un psicópata, y la hermana del chico, que mediante sus poderes de precognición intenta dar con su paradero. Incluso se puede decir que hay una tercera vía narrativa, que sería la investigación policial.
Y todo esto al servicio de una historia en la que lo terrenal y lo paranormal se dan la mano en perfecta comunión. Por un lado tenemos un psicópata enmascarado que secuestra y asesina niños, alguien que podría habitar en nuestro mundo sin problema. Una especie de versión humana de Pennywise, el payaso demoníaco de IT, con globos incluidos para atraer a los críos.
Y luego está la otra cara de la moneda, lo paranormal; los fantasmas de las víctimas ayudando al protagonista para que pueda derrotar al asesino y salir vivo.

Sobre el reparto, irremediablemente es Ethan Hawke quien más brilla dando vida al Captor, el perturbado asesino enmascarado que mantiene aterrorizado al pueblo. Su personaje es un caramelo para cualquier actor, y Hawke lo aprovecha al máximo. En esta época de precuelas que buscan explicar orígenes y dotar de humanidad a personajes que no la necesitan, es una suerte toparse con un villano que es malvado porque sí. Quizá tenga razones para ser así, tal vez una infancia traumática o un padre maltratador, pero la película no nos cuenta nada de eso. El Captor, personaje del que ni siquiera llegamos a conocer su verdadero nombre, es una encarnación maligna, un pequeño anticristo que siembra el terror, y que puede que tenga una razón para ser así… o puede que no. Esta idea del villano puro e inhumano que actúa sin una motivación clara o coherente, en la línea de Michael Myers, Leatherface, Anton Chigurh o Hannibal Lecter (ignoremos las precuelas que buscan dar respuestas a preguntas que nadie ha hecho) es, casi siempre, un acierto.
El otro gran punto positivo del reparto recae sobre sus otros dos jóvenes protagonistas, Mason Thames como la última víctima del Captor, y Madeleine McGraw como su hermana con poderes, ambos estupendos, encantadores y creíbles (atención a la escena de los correazos, interpretada de forma sobrecogedora por la joven actriz). Es imposible no desear que esta pareja de hermanos salga victoriosa de las garras del villano, y es que la historia consigue que, a los pocos minutos de empezar la película, les tengamos cariño y empaticemos con ellos.

Black Phone, a medio camino entre Los Goonies (a su manera), El Sexto Sentido, IT y El Resplandor, es una de las mejores películas de terror estrenadas este año, y poco más puedo contar sin entrar en detalles que destripen la trama.

Si os gusta el terror y el suspense, y sobre todo si os gusta Stephen King (aunque el relato original es de su hijo, Joe Hill, el estilo bebe directamente de King), tenéis que ir a verla sin dudar.