‘Ghostwatch’: el falso documental que aterrorizó a una nación

Ghostwatch

Era la noche de Halloween del año 1992 y la BBC1, canal de la televisión pública del Reino Unido, tenía programado una suerte de reality show cuyo contenido se basaba en la grabación en tiempo real durante una noche de lo que ocurría en una casa en la que supuestamente se sucedían fenómenos paranormales, según las habitantes de esta. Estas imágenes se simultaneaban con la conexión en un plató de televisión donde unos especialistas hablaban sobre lo que acontecía y, además, recibían llamadas de personas que habían sufrido este tipos de fenómenos, para reforzar la realidad de lo que se estaba viendo.

En resumidas cuentas, esto fue Ghostwatch, un programa que contó con una gran audiencia y fue un fenómeno televisivo en el Reino Unido sin precedentes, pero el público no contaba con un dato: lo que se vio aquella noche, no fue real, sino que se trataba todo de un montaje, un documental falso sobre unos sucesos y una casa totalmente inventados.

Debemos contextualizar este show: prácticamente nadie tenía acceso a internet; este tipo de películas no eran muy frecuentes y muy pocas veces se había hecho algo semejante. Además, casos como el de Enfield tan radicados en la cultura popular inglesa hicieron muy propicios que los espectadores se creyeran con total rotundidad lo que estaban viendo. Y es que el realismo con el que se trata el suceso es el elemento clave y característico de esta cinta, con unos actores que no sobreactúan en ningún momento y que escenifican perfectamente el escepticismo que sentimos todos al principio sobre lo que estamos viendo, ya que la película toma su tiempo en desarrollarse y tenemos que esperar más de media cinta hasta que empezamos a ser partícipes del terror que sufren los personajes.

Un terror sin artificios, sin efectos especiales ni efectos sonoros, cuidado y mimado con una única finalidad, proporcionar un miedo real, haciendo creer que todo lo que vemos es real, retransmitido en un supuesto directo creando una trampa audiovisual en la que muchos espectadores cayeron. Un terror guiado por una historia que va in crescendo 

Como hemos dicho antes, parte de la trama se desarrolla en un plató de televisión con dos personajes antagonistas. Un presentador completamente escéptico, que aportar una visión racional a lo que se estaba viendo, y una doctora en parapsicología que había hecho investigaciones y estudios sobre la casa, otorgando un transfondo científico a la trama. En el plató, además, había un apartado dirigido por un copresentador donde recibían supuestas llamadas, ya que el programa realmente era en diferido. El programa ofrecía un número de teléfono al que la gente, al llamar, recibía por respuesta el secreto, que el programa era ficticio.

Un programa de ese estilo, retransmitido a una hora que todo el mundo, adultos y niños, podía verlo, y con un contenido tan potente no pasó, para nada, desapercibido en la sociedad y fue tema de conversación durante buen tiempo. Y, obviamente, su repercusión y éxito tuvo su lado oscuro cuando se empezó a conocer las tristes y perturbadoras historias que florecieron tras su emisión: el canal BBC reportó más de 30.000 quejas de espectadores durante los días posteriores a la emisión del programa por las imágenes terroríficas que se transmitieron aquel día, alegando algunas de las denuncias que los niños habían desarrollado estrés postraumático tras verlo, causando una brutal controversia que se plasmó en los periódicos ingleses. Entre todas esas noticias, que quedaron en algo anecdótico, hubo una que puso los pelos de punta: el suicidio de un chico de 18 años cinco días después de la emisión del programa. Martin Denham sufría de problemas psicológicos y, según su familia, se obsesionó con lo que vio aquella noche, dejando una terrorífica nota de suicidio:

«Si es verdad que los fantasmas existen, estaré siempre aquí con vosotros como un fantasma».

Este hecho y muchos otros valieron para llevar a la BBC a juicio en varias ocasiones, determinando los juzgados que lo retransmitido aquella noche no fue de tal entidad como para dar como resultado estrés postraumático y otras dolencias psicológicas y que fue responsabilidad de los padres el que los niños vieran programas de ese estilo.

A día de hoy, Ghostwatch sigue siendo el programa más polémico que jamás haya retransmitido la cadena británica, por lo que jamás se volvió a retransmitir ni siquiera a modo de tributo y pasó a distribuirse en DVD. Tanto la historia que hay detrás de esta película como la genial idea que tuvo aquél Halloween de 1992, que hicieron de este programa convertirse en un auténtico hito del terror y de la televisión, son razones más que suficientes para que le deis una oportunidad a esta ingeniosa y polémica cinta que no ha envejecido nada mal.