La Cutrecon continuaba el viernes, día que comenzó con fuerza con la última proyección en la Facultad de la Información, siendo la encargada de cerrar el espacio universitario 2019: Tras la Caída de Nueva York, oda a la ciencia ficción dispuesta a aporrear caras púberes que acudieron sin conocimiento de causa y cuyos ojos fueron testigos del germen de Hijos de los Hombres de Alfonso Cuarón, aderezado con 1997: Rescate en Nueva York (esa simbiosis de nombres). Tras finalizar la proyección, su director Sergio Martino ofreció un coloquio para los valientes que aguantaron toda esta oda futurista de naftalina. Y así llegamos a la tarde, una lobotómica sesión que habría sus puertas con un divertido corto, Despedida Sangrienta 2, y continuaba con la experiencia psicotrópica del festival: Maldición He Vuelto a Cambiar de Juan Carlos Gallardo Martinez. Cine experiencia que hay que vivir en sala grande acompañado de ese círculo de maniacos con el que se podría disfrutar semejante petulancia a lo Warhol; puro cine underground que se convirtió en una de las favoritas dentro de la Selección Oficial. Pero la sorpresa del día vino después de la obra de Gallardo; el nuevo corto de los amigos del brillante corto Fist of Jesus, La Última Navidad del Universo. Gore a raudales en una mezcla imposible entre Mad Max, las distopias post-apocalíptica italianas y el Santa Claus de Tim Allen.

Dos películas más de la Selección Oficial se precipitaron después: Balas de Venganza y Jostissi De Carreró. Balas de Venganza es un noir al más puro estilo avant garde bajo la mirada del Dogma de un Von Trier valenciano poligonero que arrancó risas y entusiasmo general, aunque con errores garrafales tales como pedir salmorejo en un restaurante chino. Jostissi De Carreró se coronó una de las mejores propuestas del festival: thriller mallorquín al más puro estilo Death Wish con un justiciero caracterizado como el Capitán Haddock de Tintín y con ganas de repartir candela, piraña mutante incluida. Un estilo muy cercano al de los amigos canarios que nos regalaron aquella joya de Apocalipsis Voodoo, cuyos responsables fueron colaboradores de la Cutrecon durante años.

Llegamos por fin a la sesión de noche con el montaje americano de King Kong contra Godzilla. No, no hablamos de la nueva versión, sino de la buena: la versión que hicieron los amigos yanquis en 1963, mutilando la obra original (una de las mejores de la franquicia de Godzilla), reventando el argumento original y colocando insertos donde el bocas de Michael Keith desquebraja la película entera en caso de que el pobre espectador no siga con lógica el argumento. La mutilación no se quedó ahí: se eliminó la bonita banda sonora de Akira Ifukube para colocar partes de otra perteneciente a The Creature from the Black Lagoon. Además de usar metraje de otra película de Ishirô Honda, The Mysterians. La presentación de la película corrió a cargo de los amigos de la revista Mongolia, Darío Adanti y Elena Alcalde, que la presentaron como un joya de serie B con la que es imposible no chotarse. Se cerró la sesión del viernes con la proyección de Crabs, película nacida en el seno de la productora de Turbo Kid, menos ingeniosa y divertida que esta, pero con sus momentos. Aun así, una pequeña decepción: no era la basura que esperábamos ver.

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El plato fuerte tuvo lugar el sábado. Un sábado soleado y de clima agradable pero que, como dijo don Ambrosio: las temperaturas estivales fomentan la morbosidad del mal. Y ese día hubo mucha maldad. La sesión mañanera estaba protagonizada por un infame doble programa de bichos de pladur y plasticucho de baratillo que hizo delicias de los presentes. Mi Amigo Godzilla, que nada tiene que ver con el lagarto radiactivo, y Saurians, otro subproducto de Mark Polonia, señor que hace que las películas de los 2000 de The Asylum queden como obras magnas del cine a comparación de sus “creaciones”. Mucho plástico made in china que arrancó risas en la sala. La sesión de tarde fue el tocino del cocido, lo gordo: la esperada sesión doble Cyberjunk 2022. Las honorables películas que formaron parte de esta sesión fueron Future War, horroroso sci-fi protagonizado por un Van Damme de Hacendado que mata a dinosaurios a base de leches que, al morir, explotan. Fin. La segunda película es todo un clásico del eurotrash: Destroyer, El Brazo de Acero, presentada brevemente por el mismo Sergio Martino donde se aprovechó para hacerle entrega del premio Sah-Di-A 2022 de la mano de Paco Plaza. Destroyer fue un plato divertido y disparatado, un exploit de Terminator y Yo, El Halcón con un ciborg llamado Paco que revienta a todos los malos que se le cruzan.

La última película de la Selección Oficial fue LJ Detective, la historia de un John Wick asturiano que conduce bugas espectaculares y mata con balas de efecto a lo Morgan Freeman en Wanted; cuando una película presenta estos ingredientes, queda exonerada de tener cohesión. Si a eso le añadimos que la película fue presentada por el propio elenco, donde destacó Eduardo Castejón, nuestro Keanu Reeves y cool man por excelencia, no era de extrañar que la euforia de desatara en la sala. La película fue concebida como un proyecto de serie que sigue adelante gracias al tremendo esfuerzo creativo de un equipo de cine independiente que trabaja con lo que tiene, y defienden su control creativo por encima de todas las cosas. Eduardo Castejón, creador y director de la obra, fue el encargado de declamar sus buenas formas de hacer cine ante una sala que le rendía pleitesía. Y es que el tipo es más majo que las pesetas: no paraba en rama verde y estuvo en movimiento durante toda la película, viniéndose arriba en las partes más memorables de la misma. La obra: divertida, parodiando con bastante gracia los clichés del género y sus típicos one line destroyer.

La sesión de noche corrió a cargo de la película mainstream del festival: Mighty Morphin Power Rangers. Nada de peleas de moñecos y maquetas rotas: CGI noventero mal renderizado al servicio de la venta de nuevos juguetes de los guerreros de Zordon. Al acabar la sesión, se se reveló que la ganadora del premio de festival en la Selección Oficial, nuestro particular cabezón con forma de Cacaman, cayó en manos del equipo de Jostisse De Carrero; más que merecida recompensa a una obra realmente genial y trabajda. Cerramos el día con una sesión bollywoodiense donde hay galletas, bailes y el antidisturbios más chungo de toda la India: Krack, dos horas y media de puro gozo que dejó listos a todos los espectadores para tocar cama y despedirnos hasta el día siguiente.

Cutrecon 2022 quiso cerrar su última edición a lo grande, por ello eligió como broche de oro una sesión continua de kaiju eiga y cuatro de las peores películas de dinosaurios de la historia del cine. La macedonia de cortos, spots, capítulos y demás sacrilegios japoneses que se expusieron durante toda la mañana no tenían rival: todo era posible. Mujeres de 50 pies de alto, un Ultraman de marca blanca, peleas de calcetines con ojos, etc. El mundo kaiju eiga en todo su esplendor. Llegada la tarde, comienza el maratón de siete horas de Dinoton, empezando por Magic Lizard, auténtico disparate de la vida de un lagarto gigante que monta en bici y vive como Benny Hill; El Planeta de los Dinosaurios, quizá la más decente de las cuatro al ser una simpática aventura que destaca por los efectos de stop motion de la mano de nada menos que Stephen Czerkas, el encargado de efectos especiales de pelis como Las Aventuras de Flesh Gordon (parodia porno de Flash Gordon) y La Gran Huida. Con la tercera de la tarde viene el despiporre:  The Phantom Empire, puro gozo camp directo a video de la American Independent Productions con roboces de corchopán y dinosaurios de juguete. La cuarta película suponía la obra sorpresa del festival y, siendo honestos, no decepcionaron en absoluto: Time Tracers, película que parece nacida como intento de un film porno que cambió de dirección en mitad de la producción para convertirse en “otra cosa”. Como dato curioso: los realizadores de este engendro del diablo robaron directamente material de otra película que seguro será familiar… ¡Robaron metraje de El Planeta de los Dinosaurios! Una gestión selectiva brillante de Carlos Palencia, una de las muchas caras detrás de la Cutrecon.

Y así, otro año más, pusimos fin a la edición de la Cutrecon. Antes de poner punto y final a este relato alucinado de unas jornadas delirantes, no está demás rendir un pequeño homenaje al corazón y cuerpo del festival: su público. Asistentes que llevan apoyando la Cutrecon desde sus comienzos, cuando hace once años cuando consistía en una única sesión maratoniana con monstruos de otras galaxias, el Batman coreano y carnaza gratuita. El germen que poco a poco iría mutando hasta convertirse en esta enfermedad que sufrimos durante días muy gustosamente, gracias a la implicación de un robusto fondo sur que lanza soflamas al ritmo de la metralleta de Rambo III y regurgita todo buen gusto en favor del cachondeo y la camaradería. Y es que durante días uno puede dejar de lado problemas personales, dramas varios o quebraderos de cabeza sobre el mantenimiento de familias secretas y amates; todo gracias a ese grupo de bandoleros de gatillo fácil que no dejaban títere con cabeza. Dicho esto, nos vemos el año que viene, Ramón.