Crítica de Ballerina (2025, Len Wiseman)

Ballerina

Ballerina cuenta la historia de Eve Macarro, una asesina a sueldo entrenada por la Ruska Roma que busca de forma constante a los asesinos de su padre. Su búsqueda la llevará a recorrer caminos de dolor y a encontrar las respuestas en la misteriosa figura del líder de un extraño y terrorífico culto.

La saga de John Wick es como ese cristal caro que los artesanos italianos llevan trabajando desde hace generaciones: es una pieza preciosa, que a veces toma formas inesperadas y por su valor intrínseco llama nuestra atención. Pero también es un cristal fino y es muy fácil que al más mínimo golpe (fina ironía del destino), puede romperse en mil pedazos. John Wick es un personaje salido de la nada, inicialmente pensado como un subproducto más del cine de acción con un Keanu Reeves fuera de la industria y sin muchas ganas por volver: rebotaba entre producciones de cintas como El Poder del Tai Chi (dirigida por él mismo), 47 Ronin, etc. La realidad es que la última gran cinta del bueno de Keanu, fue en 2008 con Dueños de la Calle… Y curiosamente, su peor película también fue en 2008, con el remake de Ultimátum a la Tierra. Desde entonces, su figura sobrevolaba otras obras de corte más independiente y arriesgado como la rarísima Toc Toc de Eli Roth, The Neon Demon de NWR (su papel más kamikaze, por cierto) o The Bad Batch de Ana Lily Amirpour. Entre medias, en 2014, protagonizó una cinta de acción que pasó sin pena ni gloria por las salas de cine (en nuestro país llegó a plataformas directamente, varios años después) y que no tuvo mayor repercusión: John Wick de Chad Stahelski y David Leitch. El resto es historia: un silent hit que fue ganando adeptos por todo el mundo, que acabó por encumbrarse como una valiosa cinta de culto y que ha engendrado un fandom mundial, tres secuelas, una serie spin-off… Y ahora, una película basada en el “Universo de John Wick”. Y los resultados son algo irregulares, pero los aciertos tienen nombre y apellidos: Ana de Armas.

Gran parte de la gracia del fenómeno de culto de esta saga se debe a dos pilares esenciales: la acción y la mitología. La acción por su esplendorosa técnica para capturar hasta el último balazo acometido contra un cuerpo humano; la mitología porque se nos presentaba a un asesino que formaba parte de algo mucho mayor, un iceberg sumergido kilómetros a nivel de subsuelo con sus reglas, sus ritos, sus sacerdotes, sus templos. La gran pregunta era: ¿cómo seguir explotando el universo de John Wick sin que se rompa la copa de cristal? La técnica James Cameron: con algo más grande, más largo y más loco. La única pega que podemos ponerle a esta tesis es que ese gran ALGO fue John Wick 4: por lo inesperadamente esquizoide y demente que resultó. Por ello, para Ballerina se tenía que cambiar el chip: nuevo personaje, nueva historia, nueva motivación. Partir desde el subsuelo para mostrar el camino del héroe en todo su esplendor. El problema es que su primera parte es pura rutina: una motivación tópica y unas secuencias de acción sin mucha fuerza. La típica historia de venganza que podría haber rodado un Martin Campbell o un Walter Hill en los 90, pero sin la fuerza de ninguno de estos dos grandes directores. Pero aparece Ana de Armas y la cosa cambia (diría que comienza a cambiar cuando aparece por primera vez en escena la presencia arrolladora de Ian McShane). Una vez acabada la iniciación y tras unos 45 minutos algo fatigosos, la película se pone las pilas y deja que su actriz haga lo suyo: que con carisma y una portentosa presencia sus escenas de acción tengan una cinemática poderosa.

Ana de Armas lleva la película ella solita, acompañada de buenos secundarios; algunos desaprovechados (si parpadeas, ni te das cuenta de la presencia de Norman Reedus), con un Gabriel Byrne de malo un poco chanante. Pero lo importante: este es el show de Ana de Armas. Creo que ya demostró sobradamente en su corto papel de Sin tiempo para morir (2021) que puede soportar sin ningún tipo de apuro la carga de grandes películas de estudio y robar escenas sin despeinarse: verdaderamente es una actriz que vale para el cine de acción (quitando de su lista horribles películas algoritmo como El Agente Invisible o Ghosting –traten de averiguar el común denominador de ambas películas–). Pero es superado el ecuador cuando aparece la auténtica película y entramos de lleno en ese “culto” que durante toda la película nos está poniendo de sobre aviso: un paisaje nevado y unas secuencias de acción que se desmadran por completo; una Ana de Armas en la apoteosis actioner de la película.

Un aspecto que sí quería tratar es la presencia de John Wick. Como público, le tenemos un cariño enorme tanto al personaje como al bueno de Keanu Reeves y su presencia es un aliciente para el espectador. Pero tengo la sensación de que, sobre todo en la última parte, se olvidan que esta no es la película de John Wick: la película es enteramente de Ana de Armas y aunque nos alegre su intervención (bastante más grande de lo esperado), eclipsa por completo al personaje de Ana de Armas (hay un momento de la película donde, literalmente, desaparece). Tengo entendido que la película tuvo varios problemas de producción, sufrió una cantidad de re-shoots importante y que la labor de dirección de Len Wiseman dejó mucho que desear. También se cuenta que fue Chad Stahelski el “director en la sombra” contratado por arreglar el desastre (os diría que, si uno se fija bien, se nota a la perfección las secuencias de acción dirigidas por Wiseman y las dirigidas por Chad Stahelski. Y lo dice un fan absoluto de esa película de vampiros BDSM que es Underworld). Y que la mayor presencia de Wick era para arreglar el berenjenal en el que se habían metido con la película. Poco más que añadir, solo espero que la participación de John Wick no eclipse el estupendo trabajo de Ana de Armas al mando de Ballerina. Por ella es Ballerina y no tengo duda que sin ella, la película habría sido muy distinta y los resultados no habrían sido tan generosos para el espectador (recalco de nuevo el momento en el que la película se adentra en el “pueblo nevado”).

En definitiva: Ballerina lo tenía difícil después del nivel que dejó John Wick 4; le será titánico desprenderse de la alargada sombra del personaje de Keanu Reeves, pero el trabajo de Ana de Armas consigue que nos olvidemos por completo y veamos que la presencia de Reeves es perfectamente prescindible (aunque no… Pero eso ya lo verán ustedes). Ballerina es Ana de Armas y Ana de Armas es Ballerina, es el corazón, el físico y la sangre derramada de la película. Solo por ello, ya merece la pena verla en pantalla grande.