CutreCon 10: De Travolta con rastas y robots de poliespán

Cutrecon

“De esta salimos más fuertes”, decían allá por abril de 2020. Este fue uno de los mantras más repetidos del año maldito, enfant terrible del siglo XXI, junto con otros mensajes precocinados que trataban de infundir una tranquilidad falsa pero hecha a medida de unas circunstancias en las que todos nos jugábamos la cordura. Y es curioso como, en una leve retrospectiva al pasado, el cine nos pintaba un futuro ultratecnológico rodeado de decepción y decadencia oscurantista donde el ser humano sucumbe a sus propias ambiciones y cae preso de la tentación de jugar a ser… ¿Dios? Esa atmosfera de Blade Runner, los ultraordenadores de Matrix, la realidad virtual de Días Extraños, los robots de Metrópolis, la recatada y elitista vida de Gattaca, el futuro sin crimines y sin libertad de Minority Report… Por suerte, en el mundo tenemos actos como la CutreCon para recordarnos que no, que futuro no sería ni recatado, ni ultramoderno, ni pamplinas: el mundo del mañana va a ser cutre, y este año lo hemos confirmado más que nunca.



En su décima edición, el festival de la CutreCon ha demostrado estar a la altura de unas circunstancias complejas y extrañísimas de la que ha salido robusta y con ganas de defenestrar todo buen gusto cinematográfico con esos abortos fílmicos que todos los fans consideramos anticlásicos del cine; películas que harían delicias con gente como Albert Serra y compañía. El equipo técnico supo transmitir ese buen rollo que solo los enamorados del medio saben transmitir y rezumando cinefagia desde el primer día, lanzado al aire trascendentales cuestiones como la que lanzaba una compañera del staff: ¿dónde podrá verse Búsqueme a Esa Chica, la emblemática obra del Duo Dinámico con Marisol? Con semejante recibimiento, la cosa no podía ir mal.

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Comenzamos con el día D de J.D. Shapiro. La edición arranca con aquella emblemática (o flemática) joya del cine de comienzos de siglo, que bien podría haber sido razón suficiente para justificar un efecto 2000. Campo de Batalla: La Tierra es la cinta inaugural de la CutreCon, que nos ofrece todo lo que los fans podrían desear: Travolta y esa vergüenza ajena que le es difícil de disimular; planos aberrantes inclinados uno 40º que conforman un 90% del metraje porque, según Shapiro, “el director no tenía ni pajolera idea de cómo introducir todos los elementos cinemáticos… y optó por girar la cámara, a ver si colaba”. Spoiler: no coló. Contamos con un Forest Whitaker y sus preciosas lentes de contacto verdes, perfectamente dignas para tapar sus lágrimas de decepción; lenguas alienígenas; bares que ofrecen extraños líquidos verdes y una trama que bien podría haber sido un remake encubierto de El Tesoro de Sierra Madre. Durante la rueda de prensa de la mañana y la firma de guiones de la tarde, J.D. Shapiro, guionista de Campo de Batalla, deja titulares como: Travolta decía que esto iba a ser La Lista de Schindler de la ciencia ficción”. Bueno, algo de genocidio hay… pero es el de las neuronas del que la ve. Divertidísimo y cercano, Shapiro firmó y dedicó guiones originales de la película durante la tarde: se trataba del texto original, antes de que la Iglesia de Cienciología metiera la zarpa y alterara el material, para mayor “gloria” de su credo. Para el lector despistado: Campo de Batalla: La Tierra se basa en la obra del padre de la Cienciología, L. Ron Hubbard. La película iba a ser un vehículo de lucimiento para Travolta y su Iglesia… pero la cosa acabó en siniestro total.

Después de la proyección del divertidísimo making of de Apocalipsis Voodoo, y varios problemas de sonido, da comienzo la “obra” donde John Travolta es un cabeza-cilindro con rastas: los vítores del público, cantando literalmente los títulos de crédito y los posteriores linchamientos que se realizaron durante la película, realzan una noche que confirma lo especial que es la CutreCon, un festival que te deja gritar libremente a una pantalla de cine.

El segundo día, después de un buen desayuno y haber intercambiado impresiones con un señor cuya camiseta es la portada de Ichi the Killer, se proyecta PG: Psycho Goreman: una celebración brutal que se vio en la útima edición de Sitges; una fiesta de película directa al podio de lo mejor del año y del presente festival. Presentada como un homenaje a aquellas películas de la Empire International Pictures, la obra del director de Manborg consigue saltar la barrera de la simple referencia ochentera y se alza como una película con autentica identidad y llena de efectos prácticos de la vieja escuela. Podríamos decir que es algo así como E.T., los Power Rangers y Las Macabras Aventuras de Billy y Mandy con LITROS de gore cachondo y látex. El público aplaudió la propuesta y conquistó el corazón de los espectadores ante semejante locura… Aunque nada comparado con la doble sesión que se avecinaba por la tarde.



Empezamos con dos mensajes grabados en diferido de dos estrellas del emblemático mundo del anticine: Greg Sestero, actor de la infame The Room; y Claudio Fragasso con su mujer Rossella Drudi, mentes creativas detrás de aquella embolia fílmica que resultó Troll 2. Tras estos alentadores mensajes comienza Birdemic (el juego de palabras es tan sencillo que no me voy a molestar) y nosotros, espectadores armados literalmente con perchas, debemos luchar con otro poderoso enemigo: el tedio de un señor enamorado de su Mustang y sus largos viajes en carretera. Los improperios del público hicieron el resto y la sesión resulto tremendamente divertida una vez aparecen esos pájaros creados con CGI de Hacendado, saltos de sonido que no se molestaron ni en ocultar y un montaje digno de Movie Maker. Pasamos a R.O.T.O.R, donde la cosa no solo no mejora: tenemos a una especie de “termineitor” con bigote, salido de un videoclip de los Village People que debe matar a una mujer por (¡ojo!) una infracción de tráfico. ¿Hace falta decir más? La velada no termina aquí y varios espectadores permanecen para ver en “gloriosa Alta Definición” Masters del Universo. Una coronación más que digna para una segunda jornada lobotómica.

El tercer día y colofón de esta décima edición de la CutreCon es la guinda del pastel: la CyberJunk 2021. Doble sesión de “cine” futurista con más bugs que el Cyberpunk 2077 (bueno, realmente no) de la mano de la industria hongkonesa y dos de las productoras más míticas del cine moral y éticamente cuestionable: la Golden Harvest y la Filmark. En esta double feature contamos con dos tremendas joyas de ambas casas: Robotrix y RoboVamp respectivamente. Lo más freaks conocerán la Golden Harvest por sus producciones calificadas CAT III (sistema de clasificación de Hong Kong de películas para mayores de 18 años donde uno puede encontrar desde Historia de Ricky hasta Ebola Syndrome): tales son Sex and Zen y varias películas de Bruce Lee. Filmark era sobre todo conocida por sus tácticas de guerrilla para robar escenas y personajes de otras películas y empalmarlas con el metraje de sus obras; método que como es imaginar, no pasaba inadvertido. Para más información, muy recomendable el libro Golden Ninja Operation: Los Secretos la IFD y la Filmark de Jesus M. Perez y editado por los amigos de Applehead Team. Empezamos con Robotrix: exploit hibrido a medio camino entre Robocop y Soldado Universal pero con una variante sexual tremendamente gratuita (literalmente, todas las actrices salen desnudas en algún momento de la película) y escenas de artes mariales demenciales en la que todo cabe. Momentos muy incomodos y una trama que a día de hoy es totalmente inconcebible (y con razón) con la que pasamos un rato muy camp y pasado de rosca.

Pasamos a RoboVamp, donde antes de la proyección el propio especialista detrás de ese robot de poliespán que aparece en la película, manda un mensaje afectuoso a los amigos de la CutreCon. Comienza la proyección: vampiros saltarines, un ¿fantasma? que lucha por no ser separado de su amante convertido en ¿vampiro-mono?; drogas, una especia de subtrama en la que una monja es raptada y, finalmente, un soldado que es revivido y transformado en el Guerrero Robot. Ni pies ni cabeza, con esta película hay que tener una mente abierta y ponernos el chip de ver una película de Godard: di adiós a la coherencia y da la bienvenida a la magia del montaje y el robo de metraje de otras películas (en este caso, el metraje robado es de la película tailandesa de 1984, Paa Lohgan). Risas y aplausos para cada segundo que transcurría de la película, a cada cual más demencial que el anterior. Así damos por acabada la doble sesión del CyberJunk, que da paso a la triple sesión de la tarde que los más valientes se atreven a meterse entre pecho y espalda: la maratón Megaton, conformada por Raw Force (1982), Presa Mortal (1987) y Grupo Asesino (1982) y con la presencia online de Patrick G. Donahue, creador de esta última obra.

La CutreCon 10 ha sido una edición singular por todas las circunstancias que nos rodean, pero su papel es más importante que nunca: el arrancarnos unas risas más que necesarias para dejar de lado la seriedad de una actualidad demasiado oscura y deprimente. Los objetivos han sido cumplidos sobradamente y lo único que nos queda es agradecer a todo el equipo que ha trabajado en su organización y que han velado por nuestra seguridad sin dejar el cachondeo de lado. Punto y aparte merecen los spots de Yorokobu y el anuncio de celebración del décimo aniversario con ese Fernando Torres de marca blanca: las esperas hasta que empezaran las películas nunca fueron tan amenas… a pesar de repetir los mismos spots durante los tres días de Cutrecon una media de dos veces por proyección. Aun así, ha sido maravilloso.