Crítica: ‘Un Lugar Tranquilo’ (2018, John Krasinski)

Un lugar tranquilo

Un Lugar Tranquilo sigue los pasos de una familia que intenta sobrevivir al apocalipsis cuidándose de no emitir ningún sonido para que sus cazadores no puedan escucharles.

Director: John Krasinski
Reparto: Emily Blunt, John Krasinski, Noah Jupe, Millicent Simmonds, Cade Woodward, Evangelina Cavoli, Ezekiel Cavoli, Doris McCarthy

No solo estamos ante una de las mejores películas del cine de género del año sino también ante una de las mejores del panorama cinematográfico actual. John Krasinski, que dirige, coguioniza y protagoniza la película, se ha centrado en el elemento más importante que rige el cine de terror del siglo XXI: el sonido. Acompañado de la música, éste ha sido desde siempre uno de los pilares más fundamentales del horror, desde sus inicios. Pero el uso que Krasinski le da al mismo en Un Lugar Tranquilo es absoluto. Es el motor que impulsa todo el argumento, las acciones e incluso el detonante del paso de los actos de la historia; el sonido no tiene una función tan simple como la del jump scare, es más bien el vehículo que arrastra al espectador a un mundo donde el silencio es lo más importante para sobrevivir. No el buscar recursos –como sería en un film de zombies– o el tener que esconderse en un búnker, o el necesitar armas para defenderse. Aquí lo que importa es no hacer ni un solo ruido. Una idea que es, sin duda, muy ambiciosa y que desemboca en un agobio constante. Llegados a un determinado punto del metraje, se llega a empatizar tanto con la situación de la familia protagonista que el propio espectador les anima desde su interior con el fin de no realizar ningún tipo de sonido que pueda ponerles en peligro. En ese sentido, Krasinski crea una atmósfera de tensión infinitamente superior a la de No Respires en la que el sonido también era una parte fundamental debido a la ceguera del antagonista.

Me es inevitable no establecer una clara conexión entre Un Lugar Tranquilo y Extinction (dirigida en 2015 por Miguel Ángel Vivas), tanto en funcionamiento del largometraje como, sobre todo, el modus operandi de las criaturas y la resolución del tercer acto. Sendos films se construyen alrededor de un mundo postapocalíptico donde la humanidad ha sido diezmada por unas extrañas criaturas que tienen la particularidad de tener una gran sensibilidad a los sonidos. Además, ambos largometrajes también poseen el factor de tener a niños protagonistas en escena, mujeres embarazadas y, cómo no, generar la necesidad a los personajes de realizar ciertos sacrificios para avanzar. Pero Un Lugar Tranquilo consigue elevar todos esos conceptos hasta planos muy superiores debido al impresionante diseño de sonido. Imposible no pensar también en Jurassic Park en cierta secuencia, y en la primera etapa del cine de M. Night Shyamalan.

Por lo que respecta al apartado interpretativo, Un Lugar Tranquilo no tiene demasiado a destacar, puesto que todos los que componen el reparto están magníficos. Empero, quizás sí que posee a una Emily Blunt espléndida, y bastante superior a sus otros compañeros de reparto, con una de las escenas en una bañera más memorables en el cine de género desde Psicosis o Pesadilla en Elm Street.

Grosso modo, Un Lugar Tranquilo mantiene una esencia propia que cosecha gracias al mimo con el que Krasinski ha construido el film. El terror aquí viene sin filtros, sin misterios –dejando de lado la procedencia de los antagonistas- y con el único propósito de querer brindar a los fanáticos del cine de género un film con el que realmente se agobien, lo pasen mal y se aterroricen. Hubiera sido una verdadera lástima que se incorporase el universo cinematográfico de Cloverfield ya que hubiera corrido el riesgo de caer en el olvido.