Dos jóvenes y entusiastas mormonas se verán obligadas a replantearse su fe cuando conocen al señor Reed, un misterioso hombre con algunas ideas y teorías sobre las religiones y su propósito en la historia de la Humanidad.
Heretic, escrita y dirigida por Scott Beck y Bryan Woods, es una película pequeñita, contenida y austera, de esas que yo no sabría escribir. Bueno, no sabría escribir ninguna, pero mucho menos una de estas, con tan pocos personajes y escenarios. Y es que hay que ser buen guionista para lograr sacar adelante, con tan pocas herramientas a tu disposición, una historia que resulte interesante. Heretic va de cabeza a la lista de películas como El Hoyo, Buried, Locke o incluso The Man from Earth, títulos donde con muy poco se consigue mucho, y donde los correspondientes guionistas han debido sudar la gota gorda para, con un margen de maniobra mínimo (en algunos casos extremadamente mínimo) contar algo. Toda mi admiración para este tipo de películas, incluso cuando no son redondas.
La película, en su primera mitad, es una gran chapa; la chapa con la que el señor Reed (Hugh Grant) bombardea a las jóvenes misioneras haciendo uso de su envidiable labia y verborrea y de referencias a la cultura popular que las chicas no entienden. Y esta es la parte más interesante de la película, y al mismo tiempo la más complicada. Aquí tenemos casi una hora de diálogos y monólogos que plantean ideas y conceptos muy jugosos (aunque no especialmente originales ni rompedores, porque la teoría de que las religiones son un conjunto de historias y personajes reciclados la he escuchado muchas veces. Sea como sea, creo que ver Heretic siendo religioso debe ser, como mínimo, incómodo), pero donde es muy fácil perder al espectador debido a que, según a quién se le pregunte, puede que diga que en este tramo “no pasa nada”. Claro que pasan cosas, y muchas, pero todo está cimentado en la palabra, y ya sabemos cómo es el espectador actual y su déficit de atención a la hora de enfrentarse a este tipo de planteamientos.
Es una primera mitad complicada porque el guionista tiene que saber muy bien hacer hablar a sus personajes y qué palabras poner en sus bocas para que el ritmo no decaiga y la atención del espectador tampoco, y creo que esta es una de las razones por las que eligieron a Hugh Grant para llevar la voz cantante. Es un actor al que gusta ver hablar, siempre apoyado en esos tics nerviosos tan característicos de él y que ya usaba en los locos años 90 cuando protagonizaba comedias románticas. Ahora hace exactamente lo mismo, con su cara de chico bueno, pero en el contexto de una película de terror, lo cual me parece fascinante. Todo esto funciona también gracias a las dos protagonistas femeninas, Sophie Thatcher y Cloe East, dando vida a dos personajes por los que no podemos evitar preocuparnos, ya que sabemos mejor que ellas que se están metiendo en la boca del lobo y que su ingenuidad y fragilidad no ayuda demasiado en esa situación, y sabemos que para cuando sean conscientes de que algo no anda bien, ya será tarde. Esta combinación entre la hipnótica verborrea del señor Reed, las ideas que pone sobre la mesa, la tensión de saber que algo no está bien con él y la preocupación que sentimos por las dos misioneras hacen que esta primera parte de Heretic funcione como un tiro a pesar de que todo sean diálogos, y creo que incluso los más detractores de esas películas que “sólo son de hablar” estarán de acuerdo conmigo en que es difícil aburrirse con este primer y largo tramo. Hitchcock estaría orgulloso de cómo se maneja la tensión y los elementos que poco a poco van entrando en juego (la vela aromática, las dos puertas, la esposa de Reed, la canción de The Hollies… ¿Qué está pasando?).
Luego entramos en la segunda mitad, que para mi gusto se alarga un poco más de lo adecuado y cae en ciertos convencionalismos, pero que resulta igualmente interesante por el cambio de rumbo y tono que toma la película. De repente pasamos de Hugh Grant dando su particular conferencia sobre la absurdidad de creer en dioses, a otra cosa que puede recordarnos al cine de Shyamalan, y que incluso maneja ideas que los fans de Martyrs encontrarán familiares (sin entrar en el terreno del gore ni la violencia extrema, claro). Es en esta segunda mitad de Heretic donde más desconcertados y abrumados podemos sentirnos, ya que los giros de guion abundan y nunca tenemos claro qué está ocurriendo de verdad, lo cual, de nuevo, hace que este tramo funcione y atrape tanto como el primero, pero por motivos radicalmente opuestos.
Heretic no es perfecta, principalmente porque el misterio se nos presenta como algo mucho más grande y espectacular de lo que termina siendo. Ya sabéis, como esos trailers que son mejores que la propia película; pues en este caso, el personaje de Hugh Grant nos vende una moto que, bueno, no es que esté rota, pero tal vez nos hizo creer que sería más grande, y de ahí la pequeña decepción. Nos prepararon para un dinosaurio, pero nos dieron un avestruz. Que no está mal, un avestruz está bien, incluso puede matarte, pero… Ya sabéis, sentimos que nos han vendido humo.
En cualquier caso, esto no estropea el conjunto, que sigue funcionando de igual manera, e imagino que mejorará en posteriores visionados. Sí, creo que Heretic es una de esas películas que funcionan mejor cuanto más las conoces.