Crítica: ‘Brawl in Cell Block 99’ (S. Craig Zahler, 2017)

Brawl in Cell Block 99

Brawl in Cell Block 99 nos presenta a Bradley, un exboxeador con un matrimonio a punto de romperse que pierde su empleo como mecánico de coches. Debido a esta sensación, acaba decidiendo que su mejor opción es trabajar para un viejo amigo como traficante de drogas. Esta decisión mejorará su vida hasta que se ve envuelto en un tiroteo entre la policía y sus aliados.

Director: S. Craig Zahler
Reparto: Vince Vaughn, Jennifer Carpenter, Marc Blucas, Don Johnson, Tom Guiry, Udo Kier, Dan Amboyer, Mustafa Shakir.

La delgada línea que separa u producto mediocre de una gran película es tan delgada que en ocasiones es imposible de distinguir. Tras firmar un proyecto tan extrañamente aclamado como Bone Tomahawk, las expectativas generadas entorno a la nueva película dirigida por S. Craig Zahler eran inusualmente altas teniendo en cuenta la peculiar forma de contar sus historias que el director había demostrado. Brawl in Cell Block 99 se mantiene fiel al espíritu que Craig manifestó en su opera prima, camuflando un profundo drama familiar en una sucia ambientación genuinamente grindhouse, repleta de violencia y testosterona.

La dirección de Craig es nuevamente contundente y directa, evitando en todo momento cualquier exceso, convirtiendo al protagonista y sus acciones en parte fundamental de cada encuadre. Las escenas de acción son por norma general tremendamente espectaculares ya sea por el nivel de realismo que estas alcanzan, o bien por explorar unos niveles de violencia más propios de la animación que de una película de acción al uso. Sin embargo, la ejecución de estas escenas no aprovecha del todo su espectacularidad, quedando grandes momentos altamente memorables reducidos a detalles meramente anecdóticos.

El guion asienta de forma acertada sus bases, en una inteligente primera media hora, donde los principios morales del protagonista y su bagaje personal permiten crear un vínculo emocional imprescindible para lograr el disfrute del resto de la historia. Los problemas comienzan una vez alcanzado el tramo central, cuando el exceso de metraje comienza a pasar factura y la trama parece sumergirse en un bucle sin del fin del que únicamente somos capaces de escapar en los instantes finales.

Vince Vaughn se convierte por momentos en la mayor fuerza que la naturaleza ha tenido ocasión de presenciar, pasando en segundos de ser el perfecto patriota americano a una imparable máquina cuya única misión es destrozar extremidades y arrancar la mayor cantidad de miembros posibles a sus adversarios. Es probable que estemos ante una de las mejores interpretaciones de un infravalorado actor que no para una y otra vez de demostrar su enorme versatilidad. El reparto de secundarios tiene un peso ínfimo en la trama, firmando insustanciales actuaciones que oscilan entre lo correcto y lo mejorable.

Brawl in Cell Block 99 (que pudimos ver en Sitges) es puro grindhouse destilado en una serie B repleta de grandes escenas, deslucidas por une ejecución desacertada y un incomprensible exceso de metraje. Vince Vaughn eleva el resultado final, convirtiendo la cinta en referente futuro del cine de acción más excesivo y violento.