Una salvaje turba de compradores compulsivos durante las rebajas de Black Friday en un centro comercial, desemboca en una sangrienta masacre llena de muertos y heridos. Al año siguiente, un misterioso asesino en serie disfrazado del peregrino John Carver comienza a ejecutar a los responsables del violento incidente.

Eli Roth es un director que me causa simpatía y respeto a pesar de conectar a mediinflatable kayak alpinestars caschi jordan proto max 720 sit top kayak keyvone lee jersey air jordan 1 low flyease alpinestars caschi black friday wig sale decathlon bmx kansas city chiefs crocs college football jerseys custom dallas stars jersey alpinestars caschi custom youth nfl jersey penn state jersey as con sus películas de terror. El tío es un apasionado del género, un freak… Uno de los nuestros, ya sabéis (guiño). Pero, por otra parte, siempre me da la sensación de que no se toma en serio sus propias películas. Hostel parte de una premisa que es oro, y, sin embargo, Eli Roth la dinamita y autosabotea con su humor de brocha gorda. Y lo mismo puedo decir de Cabin Fever y The Green Inferno: Material de base, buenísimo; director, demasiado cachondo.
No digo que sus películas de terror no me gusten (fijaos que solo me estoy refiriendo a las de ese género, porque para eso estamos aquí), pero sí que, de haberse puesto serio, podría habernos dado títulos más redondos y coherentes. Y es que, lo siento Eli, pero el humor a lo American Pie en películas como Hostel o The Green Inferno no me cuadra. ¿Problema mío? Es posible. Simplemente, creo que esas películas habrían funcionado mejor tirando de otro tono y eliminando ciertos gags.
Y pese a todo, me gusta el cine de Eli Roth y lo respeto por el simple hecho de ser un cineasta que, mayormente y para bien o para mal, hace lo que quiere. No siempre, pero casi siempre. Si yo fuese director de cine, me gustaría ser alguien como Eli Roth.

Y ahora hablemos de Black Friday.
El origen de esta película se remonta a 2007, con el estreno de Grindhouse, aquella sesión doble formada por Planet Terror (Robert Rodríguez) y Death Proof (Quentin Tarantino). Como imagino que recordaréis, la proyección de Grindhouse iba acompañada en EE. UU. (aquí juraría que no, porque ya de base fusilamos el concepto de la sesión doble estrenando ambas películas por separado y en fechas distintas… ¡Genios!) por una ristra de tráilers falsos rodados por directores relacionados con el género de terror. De ahí surgieron piezas como Werewolf women of the S.S (Rob Zombie), Don´t (Edgar Wright), Machete (Robert Rodríguez) o Thanksgiving (Eli Roth). Varias de estas falsas películas se terminarían convirtiendo en películas de verdad, y, después de dieciséis años, al fin le ha tocado el turno a Thanksgiving, título que en España se ha cambiado por Black Friday, lo cual me parece un acierto.
La película es un slasher de manual, con todos sus tópicos, sus personajes odiosos a los que deseas ver muertos (el guion se esfuerza en este punto) y, por supuesto, su asesino enmascarado y misterioso. No inventa nada que no hayamos visto ya, aunque supongo que eso se daba por sentado. Los slashers que rompen las reglas establecidas y juegan a retorcer los tópicos ya se han convertido en otro tópico, así que la nueva forma de evitar tópicos es siendo tópico y haciendo exactamente lo que se espera que hagas, ya que, en realidad, nadie espera que lo hagas. No sé si me estoy explicando, pero correré el riesgo.

Sea como sea, Eli Roth, como ya sabemos, es un cachondo, así que en Black Friday también encontraremos buenas dosis de humor y mala uva, como el brutal prólogo, que resulta ser un verdadero disparo en la frente al consumismo enfermizo, la falta de moral y la ausencia de valores básicos que sufre la sociedad actual. Hay mucha sangre y asesinatos que navegan entre la risa y la repulsión, aunque no llega a los límites tan exagerados y turbios de Terrifier 2, el otro gran y polémico slasher de la temporada. Pero es cierto que, para ser una película tan comercial, el nivel de brutalidad está por encima de la media, y eso es bueno. Aunque noto que Eli Roth se ha autocensurado, puesto que en el falso tráiler original aparecen un par de momentos bastante turbios que en la película se han suavizado o suprimido. Como también se ha optado por eliminar la estética desgastada y sucia de aquel tráiler, imagino que para hacer la película más accesible. En consecuencia, tenemos una fotografía plana e insípida, aunque esto es un mal menor. Doy por sentado que en 2023 no puedes hacer el chiste de estrenar una película que simula estar arañada y destrozada como un viejo celuloide. Las generaciones más inmediatas no entenderían la broma. Una cosa es la estética retro ochentera, que por culpa de Stranger Things se ha democratizado hasta la náusea (un crío de once años puede no haber visto ni una sola película de los ochenta, pero aun así sabrá qué es eso del rollo ochentero), y otra repetir la jugada de estrenar una película que simule estar machacada, mal montada y con missing reels. Eso es café para muy cafeteros, y si en 2007 funcionó regular, imaginad ahora.

No creo que Black Friday sea exactamente una parodia, como tantas veces he leído y escuchado. Yo la considero un slasher con toques de humor negro y unas gotas de crítica social de brocha gorda. Esto es una película de Eli Roth, no lo olvidemos. Eso sí, reconozco que el humor cafre en Black Friday me ha rechinado y molestado menos. De algún modo, creo que en esta película encaja mejor porque el tono y la premisa se prestan más a ello. Por esta razón, me parece que esta es la película de terror más equilibrada de Eli Roth.