Desde su creación, Disney es una compañía con la que han crecido varias generaciones y una que nos ha regalado tanto historias como personajes que permanecen en el imaginario colectivo: héroes, princesas, villanos o personajes secundarios situados en multitud de lugares y en multitud de épocas que tienen un lugar especial en los corazones del público. Lo habitual es asociar sus historias con valores como la esperanza, el amor, la amistad y toda una serie de características que invitan al optimismo. Sin embargo, si uno está familiarizado con sus clásicos animados, sabrá que no es oro todo lo que reluce, y que a pesar de su condición de “fábrica de sueños”, en sus películas hay momentos que pueden producir cierto terror, y más si el público general es un público joven.
Es por ello por lo que hoy quiero destacar algunos de los momentos más oscuros en las cintas de la casa del ratón. Aclarar que solo se trata de los clásicos animados de Disney, pues si quisiera hablar de Pixar o de otras compañías de animación daría para otro artículo. Sin más dilación y por orden cronológico, he aquí algunos de esos momentos más oscuros de la factoría:
Blancanieves y los siete enanitos (1937)
Comenzamos fuerte con el primer largometraje animado de Walt Disney. Son varias las acusaciones que ha tenido la compañía respecto a suavizar sus historias en comparación a los cuentos originales (y más si se tiene a los Hermanos Grimm como referencia) pero en este caso hay tela que cortar. Desde la reina malvada corroída por la envidia de no ser la más bella del reino, el cazador dispuesto a asesinar a Blancanieves y arrancarle el corazón, un bosque con formas siniestras o los dos buitres que no dejan de sonreír ampliamente con esos ojos rojos son algunos de los momentos que de pensarlos y verlos pueden provocar escalofríos.
Pero el momento que destaco es la transformación de la reina a bruja. El ver como la reina mediante un brebaje colorido se va desformando, y porque no decirlo marchitando, hasta convertirse en esa anciana bruja no es agradable. El cambio de voz y de las manos son solo la punta del iceberg a lo que viene a continuación: Una mujer con unos rasgos faciales muy marcados como esos gigantescos ojos verdes y la nariz larguirucha, por no mencionar la clásica risa de bruja y que no ayuda el hecho de que esté constantemente mirando a cámara, como si quisiera romper la cuarta pared. Para rematar, no escatima en explicar con todo lujo de detalles como será la muerte de Blancanieves. Desde luego, si con todo esto se nos quería enseñar la lección de no aceptar comida de desconocidos, creo que quedó grabada a fuego.
Pinocho (1940)
Segundo largometraje de la compañía y el momento destacable de la cinta también tiene que ver con una transformación cercana al body horror. Nuevamente, el material de partida es oscuro, pero eso no impidió que el camino de Pinocho en esta película de animación fuera muy turbio, incluyendo una ballena que se comportaba más bien como un tiburón blanco.
Al momento concreto que me refiero es la Isla de los juegos. Antes de la llegada, cuando el hombre responsable de dicha isla pronuncia algunas de las frases más pedófilas que he escuchado, ya augura algo muy sospechoso. Todo parece ir bien, un grupo de niños entre los que se encuentran Pinocho y su amigo Polilla han llegado a una isla donde prácticamente pueden hacer lo que quieran sin ningún tipo de consecuencia: Fumar, beber, romper cosas, atiborrarse a azúcar, pelearse y un largo etcétera. El asunto no tarda en volverse negro, pues todos los niños que van a la isla acaban convertidos en burros para enviar al circo o a las minas, algo que con los diálogos llevan varias escenas anteriores presagiándolo. Pero eso no lo hace menos impactante. Cuando se ve en pantalla como a Polilla le van saliendo las orejas, la cola, el hocico, las pezuñas y finalmente como su grito pidiendo ayuda se convierte en un rebuzno, posiblemente estemos ante una de las escenas más estremecedoras de Disney. Al menos la lección de no irse con extraños quedó aprendida.
Fantasía (1940)
Para su tercer largometraje animado, la compañía optó por algo diferente. Si sus anteriores trabajos tenían inspiración de cuentos o historias con un claro eje narrativo, para esta ocasión el protagonismo lo tenía la música clásica, ya que a partir de ciertas partituras se creaban diversos segmentos artísticos de una increíble belleza visual al mismo tiempo que se le acercaba al público mainstream la música clásica.
Como bien indican, hay tres tipos de cortos a lo largo de la película. Unos más conceptuales que muestran formas geométricas, unos más evocadores a lo que la música puede transmitir y otros claramente narrativos. En este último grupo se encuentra quizás el segmento más conocido, El aprendiz de brujo. Pero el que vengo a comentar aquí no es otro que Una noche en el Monte Pelado. Tomando la base del compositor ruso Modest Musorgski, se puede ver a Chernabog, un ser que en la mitología eslava se le conoce como deidad oscura en el equivalente a lo que sería del Satanás del mundo occidental. El empleo de colores negros y verdes para mostrar a Satanás en lo alto de una montaña invocando a espíritus para celebrar la noche de Walpurgis con el acompañamiento sonoro es una imagen tan escalofriante como asombrosa, y algo que solo se podría haber hecho en esos años. Por lo menos se curaron en salud después de este segmento tan oscuro poner algo más calmado con el Ave María de Schubert creando un maravilloso contraste espiritual.
Dumbo (1941)
Qué casualidad que los cuatro primeros trabajos de Walt Disney estén en esta lista. ¿Será la época? ¿El equipo creativo? ¿Menor existencia a la protección del menor? Sea como fuere, con esta historia centrada en el bullying al pequeño elefante de orejas largas tiene racismo, muestra el maltrato animal de los circos y de propina, los payasos pueden generar coulrofobia.
Pero sin lugar a duda una de las escenas más recordadas de la cinta es la de los elefantes rosas. Después de que accidentalmente Dumbo y su amigo Timoteo ingieran alcohol se puede ver la aparición surrealista de unos elefantes. No tiene sentido alguno. Un desfile de elefantes de todos colores y todas las formas que cada vez se va volviendo más siniestro en el que abiertamente nombran a Satanás hasta desembocar en un final que es un caos, incluso más que todo lo visto con anterioridad. “Al que abusa del licor, se le aparece una visión sobre elefantes en color que espantan y dan terror”. Muchas gracias señores de Disney por expresar mis pensamientos durante toda la escena, a partir de ahora me mantendré alejada del alcohol.
La leyenda de Sleepy Hollow y el Señor Sapo (1949)
Haciendo un salto en el tiempo, llegamos a un tiempo en el que Disney solo hacía películas paquete: Una serie de largometrajes que eran en realidad varios cortos agrupados debido a la situación post Segunda Guerra Mundial que repercutió en la compañía y no podía permitirse hacer las películas de antaño. Con el nexo de sus historias famosas de la literatura anglosajona se reúnen dos cortos independientes, El Señor Sapo y La leyenda de Sleepy Hollow.
El que vengo a comentar es el segundo. La historia basada en la popular historia de Washington Irving tiene como protagonista a Ichabod Crane en la ciudad de Sleepy Hollow. El corto se hace entretenido debido al uso de comedia slapstick y es divertido encontrar los paralelismos de Ichabod con Bella de La Bella y la Bestia (1991), como Brom es un calco de Gastón o como Katrina tiene el mismo diseño que Cenicienta. Sin embargo, la atmósfera cambia radicalmente después de contar la historia del jinete sin cabeza. El bosque en el que se adentra Ichabod es tenebroso desde el inicio y juegan mucho con los jumpscares e incluso con la sensación de que Ichabod ha perdido el juicio, hasta que aparece el temido jinete y emite una risa desde lo más profundo de sus entrañas. El resto de la escena no resulta tan tenebrosa, ya que siguen empleando mucho el slapstick hasta que Ichabod encuentra su final, y muy merecidamente ya que, a pesar de ser el protagonista, solo quería casarse con Katrina para heredar su fortuna. Aun así, de ver que solo queda su sombrero y que el narrador cierra el libro como si nada es un mensaje contundente.
Alicia en el país de las maravillas (1951)
Coger la obra más famosa de Lewis Carroll y hacer que funcione no era tarea fácil, pero Disney lo consiguió. Con Alicia rodeada de personajes imposibles pero memorables, la cinta nunca resulta aburrida. El sombrerero loco, el conejo blanco o el gato Cheshire son algunos ejemplos de personajes peculiares, aunque hay uno que destaca negativamente, y esa es La reina de corazones.
El que haya unas cartas-soldado tratando de enmendar un error porque sino se enfrentarán a la decapitación es una buena alerta. Y desde su primera aparición es una reina dominada por una ira ciega. Es sorprendente la facilidad con la que manda cortar la cabeza a cualquiera que le lleve la contraria o que le haga enfadar por lo mínimo. Tampoco ayuda que en ese permanente estado de furia profiera unos fuertes alaridos, y todo ello ayudado como no, de un color rojo muy chillón. Se trata de uno de esos casos en los que cuanto más lo piensas todo, más turbio se vuelve el asunto.
La bella durmiente (1959)
Basado en el cuento del francés Charles Perrault, hablar de esta película dentro de la factoría de Disney es hablar de una de sus cintas clásicas de princesas. Y si hay que comentar su aspecto más oscuro, sin duda hay que hablar de una de las villanas por excelencia: Maléfica. Su diabólico aspecto y la malgama de negro, morado y verde es marca de los antagonistas para Disney (esto daría para un tema aparte) pero que lo que desate la ira de la hechicera sea la no invitación a la fiesta real deja que el público está ante una villana que no se anda con rodeos.
La morada de Maléfica, sus esbirros o su transformación en dragón son algunos momentos destacables, pero personalmente el que encontraba más terrorífico es la escena del trance. Esto se debe a que toda la acción conlleva una pérdida del control sobre las propias acciones, algo que siempre me ha transmitido pavor. Por si la situación no diese suficiente mal rollo, se ayuda de imágenes como los ojos verdes tan brillantes se ven sobre un fondo negro e hipnotizan a la princesa para conducirla a su destino fatal. Los movimientos de la escena van al ritmo de una melodía que consigue poner los pelos de punta y todo esto mientras las hadas que cuidan a la princesa Aurora tratan de evitar su letargo.
Tarón y el caldero mágico (1985)
Tras la muerte del Walt Disney, el estudio se vio envuelto en una crisis creativa que se traducía en sus pésimos resultados de taquilla. Una de las cintas más olvidadas de esta época (y con razón) es Tarón y el caldero mágico. Considero que los motivos por los que la gente apenas sabe de su existencia son los personajes poco o nada memorables, una animación que parece de cualquier compañía menos de la que es y el tono tan confuso, demasiado infantil para adultos pero demasiado oscura para los más pequeños.
Si en líneas anteriores he comentado como en Fantasía (1940) se podía ver claramente una representación de Satanás, en este caso hay zombis. Sí, tal cual. Aquí hay un ejército de muertos levantándose de sus tumbas gracias a la brujería. El poner en una película dirigida a un público joven zombis es oscuro, incluso para Disney que se ganaría malas críticas en su día. Al conjunto hay que sumarle que este ejército es obra del Rey del Mal, un esqueleto siniestro de ojos rojos que podría ser la misma encarnación de la Muerte y que tiene una voz de ultratumba. Y su final es igual de siniestro, aunque los más expertos en animación pueden encontrar varias similitudes con el de Rasputín de Anastasia (1997).
El jorobado de Notre Dame (1996)
Después del desastre crítico y de público que fue Tarón y el caldero mágico (1985), adaptar la célebre novela de Víctor Hugo quizá no fuera la mejor idea, pues se trata de un material muy oscuro y muy duro con la sociedad de la época. Afortunadamente para todos los implicados, durante los años 90 Disney vivió una especie de renacer en cuanto a la calidad de sus historias, y esta es una de esas películas que, a mi modo de ver, es impecable. Cierto es que se puede ver el racismo hacia el pueblo gitano y la crítica a la devoción más ferviente por parte de la Iglesia, pero son aspectos en los que uno repara detenidamente cuando es más adulto.
Y ya que he mencionado el componente religioso de la cinta, tengo que detenerme en Fuego Infernal. El antagonista Frollo se da cuenta de la atracción que siente hacia la gitana Esmeralda, una raza a la que él odia hasta el punto de jurar limpiar París de este pueblo. Que un miembro del clero con una fe tan poderosa sienta una lujuria igual de fuerte solo puede conducir a resultados fatales, y que mejor forma de expresar ese deseo que mediante una canción, algo que Disney sabe hacer a la perfección. Es fascinante y a la vez aterrador ver como Frollo va perdiendo la razón a medida que la canción avanza, como esas imágenes con simbolismos religiosos y tanto rojo van cogiendo fuerza, y como al terminar de escena uno comprende sus motivaciones sin que le haga falta decir una palabra más. Como bonus, si se le añade la gran labor de Constantino Romero en la versión castellana, el resultado es majestuoso.
Hércules (1997)
Continuando con su buena racha durante los años 90 aunque con una formula que empezaba a mostrar signos de agotamiento, Disney puso en la silla de dirección a Ron Clements y John Musker, quiénes tan buenos resultados les habían dado con La Sirenita (1989) o Aladdin (1992) al igual que al galardonado Alan Menken en la banda sonora para narrar las épicas aventuras de uno de los héroes más conocidos de la mitología griega, que como no, tiene nuevamente un desarrollo bastante oscuro, como buen mito griego que se precie.
Dentro de la leyenda se encuentran sus 12 trabajos, unos que la compañía animada suavizó un poco o directamente hizo una elipsis con ellos en el camino del héroe. Aunque uno muy bien ejemplificado es de la hidra. Pero ¿qué tiene de especial la escena para incluirla en esta lista? Al fin y al cabo, Disney ha mostrado criaturas bastante más aterradoras a lo largo de su trayectoria. Claro, es un monstruo gigante de enormes ojos amarillos y afilados dientes con la peculiaridad de que al cortarle la cabeza le crecen más. Pero lo que más llama la atención de todo es que, mientras los personajes tienen un diseño de animación tradicional, la hidra está diseñada íntegramente en 3D, y ese cambio de animación es tan brusco que puede dejar mal cuerpo.
Tarzán (1999)
Para finalizar su década de renacimiento y con los últimos coletazos de su fórmula, Disney quiso llevar a la gran pantalla las aventuras de Tarzán, un personaje que perdura en la memoria de los espectadores. Y en general es una cinta que transcurre sin demasiados asuntos turbios, exceptuando quizás el principio donde se da a entender como un leopardo es el culpable de la muerte de los padres, pero al ser fuera de cámara quizá no genere tanto impacto.
Por el contrario, el momento que le ha ganado su puesto en la lista no es por insinuación, y es la muerte del antagonista Clayton. Clayton como villano es bastante unidimensional, no tiene un aspecto memorable y su motivación se resume únicamente en cazar animales. Pero su pelea final entre los árboles está cargada de tensión, sobre todo cuando queda agarrado a unas lianas y empieza a cortarlas a machete limpio para conseguir a su presa. Pero de tanto cortar, una de esas lianas se engancha en su cuello hasta que es la única liana a la que se sostiene su cuerpo, resultando en un ahorcamiento. Y si bien Disney ha dado muerte a sus villanos de formas muy variadas, lo siniestro en esta ocasión es como se puede ver la sombra del cuerpo ahorcado y colgando.
https://www.youtube.com/watch?v=jAEp5w_eu2Y
El planeta del tesoro (2002)
Dejando atrás los ya mencionados años 90, la siguiente década para la compañía de animación sería dar una de cal y una de arena. Este proyecto que llevaba años entre los despachos esperando realizarse es prueba de ello. Coger la obra de Robert Louis Stevenson y llevarla al espacio con envoltorio steampunk es cuanto menos ambicioso a pesar de su irregular resultado.
En este caso, el añadir esta infravalorada película a la lista es posiblemente el caso más personal, porque no se trata de un momento en particular. Se trata de un personaje, en concreto de uno de los antagonistas: Scroop. El hecho de que tenga varios rasgos de diferentes animales como la araña, el cangrejo o el escorpión es la excusa perfecta para remover al que le tenga fobia a los insectos. Que entre sus facciones destaquen unos enormes ojos amarillos tampoco tranquiliza. Pero más allá de su aspecto, lo que para mí le da pleno derecho a nombrarle es que es malvado con todas las letras de la palabra. Por supuesto que Disney ha tenido villanos muy crueles, pero siempre tenían algún momento de alivio cómico. Esto con Scroop no sucede, está tan cegado por la codicia que no tiene un momento con el que uno pueda tomarse un respiro. Y sus gruñidos, siseos y voz sacada del averno son el lazo perfecto que envuelve el paquete.
Tiana y el sapo (2009)
Finalmente, tras una década de idas y venidas, Disney optó por volver a sus historias de princesas y cogiendo otro cuento de los Hermanos Grimm decidió apostar por la fórmula que tan bien les había funcionado en el pasado, solo que añadiéndole un pequeño giro a la historia original. Y pese a que sea una clara vuelta a algunos de sus éxitos pasados, el personaje de Tiana puede ser la mejor muestra del cambio de siglo en lo que a princesas se refiere y se trata de la última película de la compañía hecha con animación tradicional.
Además de una princesa más independiente para los estándares, considero que su villano el Dr Facilier o El hombre de las sombras, es uno de los mejores antagonistas que han salido de la factoría. Al estar ambientada la historia en Nueva Orleans, resulta inevitable que el vudú juegue un papel importante en la trama, junto con todas las imágenes propias de esta práctica como muñecos con alfileres, cabezas reducidas o hechizos que funcionan mediante sangre. Y pese a todos estos elementos, nunca llega a resultar aterrador en exceso, pues el carisma de Facilier y su sentido del humor suavizan el tono. La cosa cambia al final de la película, y es que como llevan advirtiendo, Facilier para realizar su magia está endeudado hasta el cuello con unos seres malignos, una deuda en forma del amuleto que lleva siempre encima. No es hasta casi el final de la cinta que Facilier persigue a Tiana por un cementerio (por si no fuera lo suficiente siniestro) y Tiana rompe el amuleto, rompiendo así el trato que tienen los espíritus del vudú con él. Como consecuencia, los espíritus literalmente le arrastran al infierno, algo que quizás provoque más malestar cuando se piensa que cuando se ve.
Como conclusiones que se pueden sacar que estos momentos generalmente son de sus primeros años, que sus antagonistas pueden ser más sádicos de lo que parece a simple vista, que para todo lo siniestro sus colores fetiche son el negro, el verde y el morado (a veces también el rojo) y que pese a lo señalado aquí el material de origen suele ser más crudo. Y seguro que me he dejado algún momento en el tintero, así que comentad cuál es para vosotros el momento made in Disney que más os asustase de pequeños y que a lo mejor siga asustando a día de hoy.