Ahora que Batman v Superman: El Amanecer de la Justicia hace caso omiso a las feroces críticas y se adueña de la taquilla (lleva más de 424 millones en todo el mundo), queremos recordar los últimos días del Superman de Christopher Reeve. En 1987, Superman IV: En Busca de la Paz enterró al superhéroe por arte y gracia de la Cannon (Alexander Salkind e Ilya Salkind habían vendido los derechos cinematográficos a Menahem Golan y Yoram Globus) y el joven actor Jon Cryer (Dos Hombres y Medio), recién salido de La Chica de Rosa, no se creía lo que estaba pasando. Recuperamos las declaraciones del actor en una entrevista a AVClub.

«Superman IV: En Busca de la Paz fue una experiencia que me rompió el corazón, porque yo era el fan número uno del Superman de Richard Donner. Era un fanboy loco parecido a los de la Comic Con. Me encantaba. Así que si alguna vez tenía la oportunidad de estar en una película de Superman, no me lo pensaría dos veces. Superman II fue maravillosa, pero Superman III fue un desastre; la idea para Superman IV era resucitar la franquicia. Tenían productores nuevos, y Golan-Globus habían hecho esas películas de género baratas. Habían hecho mucho dinero con los films de Cannon, y Superman IV fue su apuesta para ganarse el respeto. Iban a reiniciar la franquicia, y a resucitarla para todos después del debacle de Superman III. Lo que no sabíamos es que íbamos a trabajar en un debacle que acabaría con todos los debacles.

El rodaje empezó de forma muy prometedora. En mi primer día en el set, íbamos a hacer una secuencia con efectos de vuelo, Gene Hackman y yo. Algo increíble. Pero estábamos en un descapotable rollo años 30 y, Superman (interpretado por Christopher Reeve, genial) vuela debajo del coche y se nos lleva en el aire. Hoy en día se haría con pantalla verde; tendrías mucha suerte si terminas dentro del coche. Pero en aquel tiempo, todo se hacía a lo práctico. Así que cogieron una de esas enormes grúas de construcción y levantaron el coche sobre 40, 50 pies en el aire, con Christopher vestido de Superman. Yo estaba en el cielo: trabajar con Gene Hackman y encontrarme con Christopher Reeve. Y encima Superman se me llevaba volando en el coche. Pero pronto me di cuenta de que, conforme avanzaba el rodaje, las cosas se ponían… Se les acababa el dinero, cosa que desconocía. Me fijé en pequeños detalles, como que el catering iba siendo cada vez más y más pobre. Y las secuencias tomaban menos tiempo cada día. Utilizábamos accesorios que no valían nada. Pero yo seguía enamorado, y trabajar con Gene Hackman fue muy divertido. Aunque también me volvía loco, porque Lex Luthor estaba creando un villano llamado Hombre Nuclear, y Gene Hackman pronunciaba «nu-cue-lar». Durante una de las escenas le corregí, estando metido en el personaje. Y tiene mérito que no se pusiera como Popeye Doyle (el rol de Hackman en French Connection). Creo que eso se quedó en el montaje final, aunque hace años que no veo la película.

Hacia el final del rodaje, empezaron a descartar escenas. Yo pensé: «Eso no me huele bien». Pero acabé mi parte y volví a los Estados Unidos (rodábamos en Inglaterra). Unos meses después me encontré con Christopher Reeve y le dije: «Desayunemos juntos». Él aceptó y le dije: «Tengo muchas ganas de ver la película, ¿cuándo se estrena?». Y él dijo, tras un intenso suspiro: «Tienes que saber que es un desastre absoluto. Teníamos seis meses para preparar secuencias de vuelo: han recortado cinco. Han terminado un montaje que no tiene sentido alguno». Y eso me tumbó, porque quería formar parte de la resurrección cinematográfica de Superman. La película no hace justicia al guión. El guión era muy inteligente. En él, un niño le pregunta a Superman si puede deshacerse de todas las armas nucleares del mundo, diciéndole: «¡Tú eres Superman! ¿Por qué no lo haces?». Esa idea se jugaba mucho, mucho más que todo ese estúpido rollo del Hombre Nuclear que acabaron usando. El guión acababa con Superman decidiendo que es algo que los humanos deben hacer por ellos mismos, un mensaje que me parecía muy importante. Cuando vi la película, cada fotograma me dolía físicamente. Tenía tantas expectativas… Sentir que formas parte de la caída de algo que esperabas resucitar es algo muy duro. Pero con el tiempo ha ganado ese culto de «tan mala que es buena»; es divertido. Y he dicho públicamente que si hacen un panel dedicado a Superman IV en la Comic-Con, yo me apunto. Al fin y al cabo, te metes en este negocio porque amas las historias, y si te preocupas por ellas, ver como avanzan hacia una dirección que no te esperabas duele mucho. Que haya pasado el tiempo me ha dado algo de perspectiva sobre el tema».