De tierras suecas nos llega Horror Park, nueva película producida por los responsables de la exitosa Feed (2022) y dirigida por el nominado al Oscar Simon Sandquist ―por su cortometraje, Víctor de 1998―. La película sigue a un grupo de adolescentes con un oscuro secreto que deben hacer frente a un asesino que los perseguirá sin descanso por un escenario cuando menos peculiar: un parque de atracciones.

David Fermín: Es poco común ver una película de terror de esta categoría ―slasher― en Suecia. ¿Qué tal la experiencia de enfrentarse a este género?
Simon Sandquist: Fue realmente genial. Para un director dirigir una película así es siempre divertido, aunque es algo que nunca había hecho. Cuando me presentaron el proyecto lo vi como un reto, una oportunidad de hacer algo increíble. Además, quiero pensar que aporté cosas, ya que nadie del equipo tenía del todo claro lo que teníamos entre manos. Dijeron: “vamos a hacer una película de terror en un parque de atracciones”. Y eso es todo, porque antes no teníamos ni guion ni nada preparado. Durante la planificación y ya con el guion en las manos les dije: “mirad, aquí tenemos un parque de atracciones alucinante (en Suecia), donde disponemos de toda clase de parafernalias para utilizar. Podemos hacer que parezca una película a gran escala”. Nuestra intención fue la de crear un gran viaje en sí mismo, sentirse como en una montaña rusa, a la altura de una experiencia en un parque de atracciones. ¿Por qué hacer una película pequeña cuando disponemos de la facilidad de contar con el parque de atracciones de Liseberg? De todos modos, también nos interesaban las cosas que los personajes estaban pasando, sus emociones y todo el trauma que supone. No obstante, mis objetivos estaban en hacer que la película tuviera un acabado profesional a nivel visual.
D: ¿Cómo fue rodar en un parque de atracciones? La localización es verdaderamente impresionante.
Simon Sandquist: Es un parque realmente impresionante, sí, además de muy grande. Más de lo que te puedes imaginar. Teníamos a nuestra disposición mucho espacio abierto, largos pasillos, callejones donde la mirada no puede abarcar toda la zona. Cuando se estuvo escribiendo el guion desde Estocolmo, durante el periodo de preproducción, estábamos constantemente en contacto con preguntas referentes a las localizaciones del guion. Cosas como: “Espera un minuto, ¿tenemos la posibilidad de encontrar un sitio donde grabar esta secuencia del túnel?”. Yo mismo decía, “vale, denme 5 minutos”; me dirigía al parque de atracciones a buscar una localización que correspondiera con lo que buscaban, lo encontraba y llamaba tan pronto como pudiera. A lo mejor no encontrábamos alguna cosa en concreto, pero encontrábamos otra cosa que casaba a la perfección y lo incorporábamos al guion. Como puedes imaginar, fue un rodaje rápido, ya que solo disponíamos para rodar en el parque de atracciones por las noches, pero también suponía un reto técnico si lo que quieres es grabar una secuencia desde la parte de alta de una montaña rusa. Cuento dentro del reto que la seguridad era lo más importante: debes tener especial cuidado cuando ruedas escenas donde el riesgo es un protagonista más, como la secuencia de la primera muerte. Montamos las cámaras en la montaña para que el público sintiese una realización más real, siempre con comprobaciones previas respecto a los anclajes de las propias cámaras y los actores. Todo esto nos llevó gran parte del tiempo de producción, pero la seguridad era lo primero. Sin duda, fue desafiante.
D: Hay un tema recurrente en tus películas, tales como en The Invisible: todas versan sobre el mundo de la adolescencia. Aquí, el detonante principal es un caso de acoso lo desencadena la tragedia. ¿Qué óptica tomas para tratar estos temas del mundo adolescente?
Simon Sandquist: Recuerdo que cuando tenía la misma edad que el grupo de la película, solía hacer comedias adolescentes y, en general, cine que envuelve al mundo de los más jóvenes. No sé, quizá sea porque mentalmente me quedé atascado en ese periodo y nunca crecí en el sentido de la fascinación del descubrimiento y la tragedia. Es una época absolutamente crucial donde empiezas a delinear aquello en lo que te convertirás de mayor, donde todo se siente muy intensamente y siempre es cuestión de vida o muerte. Es una sensación que dura mucho más, una vez acabada la adolescencia; yo ahora mismo lo estoy viviendo con mi hija de 13 años donde cada día en el instituto es una aventura de vida o muerte. Y me encuentro a mismo pensando, “estará bien, no te preocupes, todo va a estar bien”. Es un periodo de absoluta confusión y a la vez formativo y que te permite crecer. Siempre lo vi un mundo interesante e intrigante, porque todos, absolutamente todos pasamos por esa época y en algún momento sentimos que nos hacemos mayores. Supongo que de ahí viene ese retrato constante que quiero hacer en mis películas, como en Invisibles (Den Osynlige), pero realmente no sabría decir de donde nace esa intriga. También por eso me gusta trabajar con actores jóvenes que no han hecho realmente nada y hacen un poco de sí mismos. Me recuerdan a esa época que también pasé yo mismo, donde se es un poco ingenuo, pero se mantiene una frescura genuina, ya que están dispuestos a probar muchas cosas nuevas y eso, para un director es emocionante.
D: En Suecia ha existido siempre una gran tradición por el cine de terror: desde la pionera El carruaje fantasma a las películas de Bergman, más especialmente La hora del lobo. Como director que tiene todo ese bagaje en su cultura y que, además, ha tenido la experiencia americana de hacer cine de terror, ¿cómo te enfrentas a la elaboración de una película de estas características?
Simon Sandquist: ¿Sabes? No fue algo en lo que pensara durante la filmación o la preproducción. Simplemente cogimos el guion, usamos ese banco de recuerdos de películas que hemos hecho antes y nos pusimos con ello. Ya digo, fue un proceso demasiado rápido como para detenerse en la reflexión: simplemente coges la página de guion, piensas donde poner las cámaras de la forma más efectiva posible y salimos al paso. Obviamente, tenemos que jugar con las tradiciones del género y darle al público lo que espera de una película de estas características. Es importante que, salga como salga, se cumple con los cánones del slasher. Por ejemplo, hacer un slasher sin sangre es como engañar al público. Pensarían: ¿Qué demonios está pasando? Si empiezas a devanarte los sesos en una producción donde la eficacia y la rapidez son importantes, además de la seguridad de tu equipo, puedes volverte un poco loco. Además, antes de esta película yo no era muy fan del subgénero slasher; nunca me había llamado la atención en exceso y tampoco había hecho nada. Cuando era más joven hacíamos cosas tipo slapstick horror, más tendiente a la comedia que otra cosa y donde la sangre provoca risa por la estupidez. Aun así, fue divertido plantear la película como un juego de supervivencia. También nos encontramos con la imposibilidad de llevar a cabo muertes más elaboradas ante la negativa de la productora, ya sea por cuestiones de seguridad como por la truculencia de algunas secuencias que planteamos, así que bueno, fue un poco decepcionante, pero salimos al paso y miramos principalmente por lo funcional. Además, crear sensación de inseguridad en un parque de atracciones cuando el verano pasado sucedió la tragedia en el parque de Estocolmo iba a ser algo problemático.
D: ¿Qué referencias usaste para la creación de la película? Una persona que se deje llevar por el poster pensará que está ante algo parecido a La Casa de los Horrores de Tobe Hopper, aunque tiene más parecido con Sé lo que Hicisteis el Último Verano.
Simon Sandquist: No tuvimos mucho tiempo para hablar sobre las referencias que tomaríamos, pero desde luego teníamos presentes algunas. Por ejemplo, No respires, en cuanto a tono y aunque prácticamente no se parezcan, era una referencia que aparecía constantemente, al igual que clásicos como, evidentemente, Halloween. En cuanto a música, sí queríamos captar ese tono de los años 80, pero con un toque contemporáneo como en Stranger Things. Fue todo fruto de la mezcolanza de cosas que había en mi cabeza, porque ya digo, no tuvimos tiempo de sentarnos y hablar de las referencias visuales que podríamos tomar. Para la preparación tuvimos cinco semanas y los guiones los teníamos en mano dos semanas antes de empezar a rodar, tiempo en el que se hizo incluso una reescritura de guion. Nuestro objetivo era hacer la película a toda costa, pasara lo que pasara. Rodamos todos los exteriores en otras dos semanas, tiempo en el que los diseñadores de producción tuvieron que revestir el parque de atracciones de una temática de Halloween. Así que los tiempos fueron muy ajustados en todo, por ello lo único que nos quedaba al equipo era salir de la situación lo mejor posible y hacer una buena película.