En una de las acepciones que recoge la RAE para determinar qué es el realismo mágico señala que se trata de un movimiento literario hispanoamericano surgido en torno a los años 30 del siglo XX, caracterizado por la introducción de elementos fantásticos en una narración realista. A pesar de ser una corriente surgida de la literatura y en un continente concreto, no es un movimiento que haya quedado reducido a las páginas de los libros ni a un territorio particular, sino que ha tenido su cabida en otras disciplinas artísticas como el cine.
Como su propia definición indica, lo primordial es el escenario de realidad al que se le van sumando elementos propios de la fantasía, de modo que esos elementos se sientan orgánicos a la narración y los personajes acepten esos añadidos como algo natural de su mundo. Y los elementos fantásticos van a ser la excusa para mostrar la cultura o el folclore de un lugar y para hablar de conflictos mundanos. De esta forma, se producen de vez en cuando auténticas rarezas, pero al mismo tiempo son pequeñas joyas a tener en cuenta que merecen cierta atención por sus propias particularidades. Hoy vengo a poner el foco sobre tres propuestas de tres países distintos, cada una muy especial por méritos propios.
LOS BUENOS MODALES (Marco Dutra y Juliana Rojas, 2017)
Clara es una chica que busca desesperadamente trabajo en Sao Paulo para poder pagar el alquiler. Sus plegarias parecen haber sido escuchadas cuando Ana, una joven adinerada y embarazada la contrata para que la ayude con las tareas domésticas. Pero a medida que los meses del embarazo van pasando Ana va adoptando comportamientos cada vez más extraños.
Resulta significativo que, en el primer encuentro de Clara con Ana, la primera tenga que atravesar varias puertas, como si se estuviera adentrando en un mundo completamente nuevo. Dichas puertas podrían reflejar la cuestión principal de la película, que no es otra que la diferencia de clases. Mientras que Clara procede de un barrio más humilde, Ana lleva una vida bastante más acomodada, y la cinta se encarga de enfatizar las diferencias en todo momento de forma sutil y con la música brasileña fusionándose acertadamente con la narración.
De hecho, la propia película posee una estructura muy particular, pues se divide en dos mitades muy diferenciadas. En la primera mitad hay un ambiente más hogareño y acogedor dado que la mayoría de la acción se desarrolla en el terreno de Ana, pero siempre con unos tonos azules en la casa augurando el peligro subyacente relacionado con la noche y con ciertas reminiscencias de La semilla del diablo en lo relacionado con el miedo al embarazo; mientras que en su segunda mitad se respira un ambiente más callejero al desarrollarse la historia en el barrio de Clara. Y las consecuencias de la primera parte se desarrollan plenamente en la segunda mitad, pues los impulsos y deseos violentos que tenía Ana a raíz del feto se han agrandado, por lo que Clara tendrá un rol fundamental a la hora de contenerlos, coqueteando con otro tipo de historia pero sin perder de vista las diferencias sociales, el estrecho vínculo que se ha formado entre Clara y Ana, la ambientación de cuento que posee el relato y destacando el incondicional amor materno por encima de todo.
BORDER (Ali Abbasi, 2018)
Tina es una agente de aduanas muy eficaz en su trabajo debido a su agudísimo olfato. Su sentido del olfato está tan desarrollado que parece ser capaz de oler los sentimientos de la gente, especialmente los sentimientos negativos. Sin embargo, cuando un día el misterioso Vore se cruza en su camino las habilidades de Tina son puestas a prueba.
El encuentro con Vore va a ser la clave para que Tina se replantee su identidad. ¿Es ella una persona con alguna clase de malformación? ¿O es algo más que desconoce? Y este conflicto de Tina va a desencadenar la gran pregunta de la película: ¿Es posible la convivencia en sociedad con alguien con unas diferencias físicas tan visibles? A pesar del acercamiento entre Tina y Vore, sus posturas respecto a la sociedad no podrían ser más diferentes, fruto de sus propias circunstancias. Ella a priori parece más integrada en una sociedad occidental común y corriente (aunque queda patente que en aquellos momentos en los que se encuentra a solas con la naturaleza es más feliz y la iluminación azul cuando está en su cuarto le confiere un halo que la hace diferente al resto de su entorno, acentuando su soledad). En cambio él siempre se muestra más salvaje, sin intención de querer ocultar su verdadera naturaleza.
De hecho, la postura de Vore no tarda en volverse un discurso de odio, predicando aquello que tanto critica y con un objetivo casi enfermizo por recalcar las diferencias y su superioridad, aunque para ello deba sacar a la luz las atrocidades que están dispuestas a realizar algunas personas, y todo sea dicho de paso, se trata de un problema bastante extendido por los países nórdicos. Pero su meta final no es tan distinta a la de Tina, pues el sentimiento de querer pertenecer a una comunidad e ir en busca de ella en una especie de tierra prometida está ahí. De este modo, se va a producir a lo largo de la película una interesante reflexión sobre la naturaleza monstruosa a la vez que las líneas entre la belleza y lo grotesco se van difuminando con sorprendentes resultados.
ATLANTIQUE (Mati Diop, 2019)
Un grupo de obreros jóvenes que trabajan en la construcción de un rascacielos en Dakar, hartos de que su jefe no les pague el salario correspondiente, deciden embarcarse en un bote con la esperanza de llegar a otro país. Entre ese grupo se encuentra Souleiman, el amante de Ada. Tras unos días llegan noticias de que la embarcación de ha hundido en el mar, pero hay quienes afirman haber visto a Souleiman vagando por las calles de la ciudad.
Con el rascacielos como figura que se alza poderosa por encima de la ciudad, las diferencias entre clases quedan patentes desde el primer minuto. Y el contraste se potencia debido a la paleta de colores, aquella que emplea tonos marrones y grises para realzar ese desierto de Dakar más humilde, mientras que el uso del color azul se reserva para el club donde van las jóvenes y adquiere significado de libertad (algo que comparte con el mar nocturno como anhelo, pero también como símbolo de peligro), así como de sororidad con todas aquellas muchachas que de diferentes maneras persiguen su libertad.
Más allá de la diferencia entre las clases más privilegiadas y los obreros encargados de enriquecer a la esa clase rica a cambio de una miseria y en ocasiones incluso menos, el conflicto principal le corresponde a Ada, quien está intentando buscarse a sí misma en una sociedad que le dice constantemente como debe actuar y lo que considera que es mejor para ella sin tener en cuenta sus propios deseos. Ella está metida de lleno en una sociedad que tiene los roles de género muy marcados, donde la mujer debe ser muy sumisa y su papel queda reducido al de esposa y madre. Las transgresiones a ese orden, si bien no están castigadas con suma dureza, tampoco son vistas con buenos ojos. Pero no es hasta que la tragedia del teórico naufragio la golpee ella que empezará a rebelarse con su entorno, buscándose a sí misma y finalmente aceptándose. Tan solo necesitaba un pequeño empujón con envoltorio fantástico y a la vez intimista para atreverse a romper con lo establecido.
En líneas generales, estas tres películas ambientadas en Brasil, Suecia y Senegal respectivamente prestan atención a conflictos que pueden ser muy locales, solo que vistos en pantalla tienen una componente universal que poco importa desde donde los contemple el espectador, pues son fácilmente reconocibles. Todas comparten un mayor o menor uso de sus tradiciones y su folclore, haciéndolos orgánicos con el mundo contemporáneo. Curiosamente, todas las películas mencionadas están protagonizadas por mujeres intentando encontrar su camino, y en todas ellas el color azul tiene alguna clase de protagonismo dentro del relato con significados muy diferentes, pero increíblemente acertados. Cada una es especial a su manera, y una vez finalizadas, el espectador para bien o para mal no queda indiferente. La magia del realismo mágico.