Crítica de Veneciafrenia (2021, Álex de la Iglesia)

Veneciafrenia

Veneciafrenia arranca cuando un grupo de jóvenes turistas acude a Venecia para disfrutar de unas locas vacaciones. Lo último que esperan encontrar allí es a un asesino enmascarado que lucha contra el turismo tóxico y destructivo a golpe de sable.

Algunos de los recuerdos sobre cine que con más cariño atesoro están relacionados directamente con Álex de la Iglesia. De entre todas las películas que me formaron como espectador loco, varias son del director bilbaíno; El Día de la Bestia, La Comunidad, Muertos de Risa… Todas ellas pusieron su granito de arena para conseguir que, a día de hoy, el cine sea mi religión.

Con esto quiero decir que siento un especial cariño hacia Álex de la Iglesia, y que incluso sus películas más flojas despiertan en mí cierto interés, simpatía y curiosidad.

Y dejando a un lado el aspecto más sentimental y personal del tema, no podemos olvidar lo mucho que ha significado la obra de Álex de la Iglesia para el cine español, pero de eso hablaremos otro día, porque lo que hoy toca es Veneciafrenia, la primera película del sello The Fear Collection, enfocado a producir películas españolas de terror siguiendo la estela dejada hace años por la no demasiado exitosa Fantastic Factory.

Hacía tiempo que de la Iglesia no se metía en una película de terror, género que adora pero que en realidad no suele cultivar, al menos no en su estado más puro, porque tanto El Día de la Bestia como Las brujas de Zugarramurdi e incluso Balada Triste de Trompeta tienen mucho de terror, pero por encima de todo está la comedia negra, la acción, el drama y el esperpento berlanguiano.

Veneciafrenia es, quizá, la primera película de este director que puede catalogarse por entero como terror (si no contamos La Habitación del Niño, su telefilm para Películas para No Dormir), y más concretamente slasher giallonesco (perdón por el uso de estos palabros, pero es que no se me ocurre otra definición), aunque el elemento giallo en esta película se reduzca casi exclusivamente a los estupendos títulos de crédito y a la ambientación italiana, aunque la presencia de un asesino enmascarado traumatizado o con ansias de venganza por X motivo no desentonaría en una película de Dario Argento, pero de las diferencias entre lo que es y lo que no es giallo también hablaremos otro día, porque da para mucho.

Siendo honesto, no creo que Veneciafrenia pueda estar entre los mejores trabajos de Álex de la Iglesia por dos motivos principales: le falta exceso y sello propio. Esto último cuesta pasarlo por alto cuando el director tras la cámara es tan característico y único. Pero, por otro lado, aunque la película sea una producción humilde que no busca ser nada más que un slasher al uso, hay que recordar que se rodó en plena pandemia, con lo cual puedo imaginar que ni el director ni el resto del equipo lo tuvieron fácil para sacar la película adelante.

Pero que no se entienda esto como que Veneciafrenia está hecha con el piloto automático, porque juraría que Álex de la Iglesia es incapaz de hacer una película así, y es que, si algo caracteriza a este director, es el amor y la pasión que pone en su trabajo, incluso cuando una película le sale regular. Quizá el mayor problema de Veneciafrenia sea que, viniendo de un director así, cualquiera esperaría algo más que un slasher convencional, que sí, tiene sus notas de humor negro y crítica social (de brocha gorda, aunque eso no debería importarnos aquí), pero un slasher de manual, a fin de cuentas. Es posible que algunos (me incluyo) esperasen una gamberrada más excesiva en la línea de la genial Mil Gritos Tiene la Noche, de Juan Piquer Simón, pero no. De la Iglesia y su habitual guionista Jorge Guerricaechevarría se han ceñido al concepto del slasher, sin demasiadas sorpresas ni inventos.

Pero si uno disfruta de este subgénero basado en la muerte de personajes idiotas con los que resulta imposible empatizar, es complicado no disfrutar los noventa minutos de Veneciafrenia. Porque, a pesar de sus cosas negativas y lo mucho que se echa en falta algo más estilo, lo cierto es que como slasher es muy divertido y funciona de maravilla, incluido su polémico final, al cual no le vi ningún inconveniente. El amante del slasher y del terror en general se ha tragado cosas mucho peores que esta película. Como ocurre con tantos y tantos títulos, de haberse estrenado en los 80 o 90 hoy sería de culto para algunos. Si los hay que actualmente reivindican cosas como Leyenda Urbana, no veo razón para no hacerlo también con Veneciafrenia, y hacerlo ya, no cuando pasen veinte años.

En el reparto destacan la siempre eficaz y carismática Ingrid García-Jonsson, Cosimo Fusco, a quien ya pudimos ver interpretando a un demonio en la serie 30 Monedas, también de Álex de la Iglesia, y sobre todo, para los más nostálgicos, tenemos el regreso de Armando De Razza, el mítico profesor Cavan de El día de la Bestia.

Resumiendo. Veneciafrenia no está entre lo mejor de Álex de la Iglesia, pero tampoco entre lo peor. Es un slasher muy entretenido cargado de humor negro, puñaladas, muertes y un llamativo diseño de vestuario, donde destaca especialmente el atuendo del villano (un traje marvelizado de médico de la peste negra), que es para enmarcar y que ojalá volvamos a ver en una secuela. Tal vez, no sé… en Malagafrenia o Sevillafrenia, cambiando el carnaval veneciano por la Semana Santa. No va a ocurrir, pero ya sabemos que soñar es gratis.

Vedla, que la tenéis en Amazon Prime. El buen rato lo tenéis asegurado.