Crítica de Visitante (2021, Alberto Evangelio)

Visitante

Visitante arranca cuando Marga, que está en medio de una crisis con su marido, decide pasar unos días en una antigua casa de su pueblo. Allí, empieza a percibir extraños fenómenos que la aterran: un ente invisible parece saber mucho de ella, por ejemplo, que ha empezado una relación con un antiguo compañero de la universidad. Marga se queda embarazada de su amante y el día que va a abortar en secreto, el ente no la deja salir de la casa. Al borde de la locura, Marga descubre un portal que la lleva a otra realidad. Allí, su otro yo trata de avisarla de que algo terrible está a punto de suceder en su vida si no toma una decisión…

Para el mundo del cómic, la creación del Multiverso ha sido una de las invenciones más ventajosas, exprimibles y reutilizables desde su concepción. Ya sea en Marvel y sus múltiples Tierras con sus Old Logan, su Superior Spider-Man o All-New X-Men; o su DC y la reordenación de su universo tras Flashpoint y la locura barroca de Grant Morrison. La viabilidad de universos hermanados que funcionan como espejos de nuestra casa cósmica es una idea tan grande y preciosa que no podía quedarse encerrada en viñetas de 168 x 258 mm. Y por ello también tienen su cabida en pantallas de 16:9. Tenemos películas para todos los gustos: para los nostálgicos, la trilogía de Regreso al Futuro o la noventera y generacional Donnie Darko; para los que busquen acción, Looper o la serie televisiva Fringe; para los más cerebrales, La Jetée de Chris Marker o Coherence; para los amantes de la animación, Los Mundos de Coraline. Y un largo etc. Al margen de principios físicos o toda base teórica, cada película trata de construir su mundo, con sus reglas y propia cohesión interna, ya que en estas películas impera un mantra: el público debe ser un participante activo y suprimir la incredulidad. Se desarrolla así un juego, una especie de pacto tácito, que al final es la base de toda película de ciencia ficción: no importa tanto la verosimilitud como lo que usted, espectador, está dispuesto a ceder.

Un detalle curioso: todas las películas mentadas anteriormente son producciones que pertenecen al otro lado del charco, a excepción del mediometraje de Marker. En España, la ciencia ficción sigue siendo un bastión poco transitado, aunque en las veces que se recorre (Acción Mutante, Los Cronocrímenes, El Hoyo…) nos encontramos con un tesoro lleno de ideas potenciales y alegres promesas. Eso parece augurar el proyecto de Alberto Evangelio y la película que nos ocupa, Visitante. Dejando fuera las alabanzas al proyecto por el sencillo hecho de existir (ciencia ficción, situación COVID, producción independiente fichada por Filmax), podemos decir que nos encontramos ante un realizador lleno de ideas y una película que muestra su fertilidad en el presente panorama cinematográfico.

De entrada, el planteamiento de Visitante guarda similitudes con La Casa del Fin de los Tiempos de Alejandro Hidalgo: hogar marcado por una tragedia familiar sacudida por extraños fenómenos que guardan relación con fuerzas más allá del universo conocido. Otra película similar trataba la superación de la tragedia de una forma efectiva y terrorífica, dentro del hogar: The Night House. Sin embargo, Evangelio decide desligarse de los elementos más “terroríficos” para acercarse más al sci-fi, proponiendo una ingeniosa vuelta de tuerca al fenómeno de los lugares atestados de “espíritus”, con sus normas de funcionamiento y coherencia interna.

Visitante funciona como una pequeña historia sobre la mutación; no tanto corporal como sí mental: los personajes mutan y se trasmutan entre universos para cambiar errores y abandonar dolorosos momentos del pasado. Los personajes se manipulan para robar otros recipientes presentes, cual invasor en La Invasión de los Ladrones de Cuerpos, y vivir (o revivir) la vida sin aceptar los hechos que los han llevado a donde están. Todo ello dota la obra de un peculiar acercamiento a esas fatalidades tan grandes que se repiten como ecos en universos paralelos y que el ser humano lucha por dejar atrás.

Con las carencias propias del director novel que da su primer paso al largometraje, la obra de Evangelio posee más aciertos que errores y un atrevimiento reconfortante en fondo y forma que augura un futuro cinematográfico del que debemos estar pendientes. Visitante es un primer gran paso.