Crítica de Musarañas (2014, Juan Fernando Andrés y Esteban Roel)

Montse y su hermana pequeña conviven en la casa familiar de sus padres. Al morir ambos, la primogénita ejerce de tutora, refugiándose de manera enfermiza en un hogar que se convierte en su propia prisión.

Que una película profundice en el mundo interior de los personajes, revelando traumas y emociones inconfesables, es una forma de plantear la trama que resulta apasionante. Nada genera mayor interés que un guion donde se cuenta la historia como si fuera un desconocido rompecabezas, cuyas partes van encajando a medida que avanza. Musarañas, creada por Juan Fernando Andrés y Sofía Cuenca, sigue estas pautas al pie de la letra y las vincula a un terror desgarrador y cercano.

Desde el principio, el piso de Montse (Macarena Gómez) y su hermana pequeña (Nadia de Santiago) reduce la mirada del espectador, situándola ahí hasta el impactante final. La perspectiva no traspasa el umbral de la puerta, o el tramo de la calle que vemos por la ventana, reflejo de una realidad hostil. Dicha regla se ve mancillada en algunas escenas, adquiriendo un aire extraño al apartarse del núcleo del relato. La sensación de encierro expone ante el público el punto de vista de Montse, víctima de una agorafobia severa que le impide salir al exterior.

Aunque sus padres fallecieran años atrás, su presencia continúa vigente en el entorno. Es importante recalcar los numerosos símbolos religiosos que allí se hallan, no solo físicamente, sino también en las estrictas enseñanzas que la primogénita incorpora en la educación de su hermana. La Biblia, los crucifijos, las estampas, los cuadros y distintas figuras coexisten con los rezos de una Montse vestida de luto permanente, que aparenta más edad de la que tiene. Su pena se complementa con el sentimiento de culpa de su hermana por el hecho de que su madre muriera tras dar a luz.

La relación entre ambas pasa del cariño a la desconfianza, considerando además el miedo de la hermana menor a los castigos de una sobreprotectora Montse que evade la realidad. En el momento en que Carlos (Hugo Silva) acude a ellas en busca de ayuda, la situación se complica hasta alcanzar límites insospechados. El suspense y el drama crecen, estimulados por la inestabilidad psicológica de Montse y su perdida irremediable de la cordura.

Es imprescindible elogiar la labor interpretativa de Macarena Gómez y la evolución que lleva a cabo su atormentado personaje. Forma un gran tándem con Luis Tosar, quien encarna a su despiadado padre en visiones a medio camino entre la alucinación y lo fantasmal, recreándose en el abuso y el sufrimiento que él le causa aún después de fallecer. Cuando todo empieza a teñirse de rojo sangre y la condición de las protagonistas se une a la de los seres que dan título al largometraje, la inquietante música de Joan Valent se acentúa al pronunciar verdades ocultas, con el objetivo de proteger el hogar.

Esta producción española de Álex de la Iglesia, dirigida por Juan Fernando Andrés y Esteban Roel, pertenece al catálogo de Prime Video. Nunca es tarde para recuperarla o revisitarla.