Crítica: ‘Cementerio Viviente’ de Stephen King

Crítica: ‘Cementerio Viviente’ de Stephen King

Cementerio Viviente arranca cuando el doctor Louis Creed, su esposa y sus dos niños se instalan en una vivienda próxima a una carretera con mucho tráfico. Cerca de la casa hay un sendero que lleva a un cementerio de animales y también a un antiguo cementerio indio; según la leyenda, los que sean enterrados allí volverán a la vida. Louis comprobará que es cierto cuando el gato de su hija es atropellado por un camión y un extraño vecino llamado Jud resucita al pequeño animal.

Director: Mary Lambert.
Reparto: Dale Midkiff, Fred Gwynne, Brad Greenquist, Michael Lombard, Miko Hughes, Blaze Berdahl, Susan Blommaert, Mara Clark, Stephen King.

He de reconocer que siempre he sido más seguidor de las adaptaciones cinematográficas de las novelas de Stephen King que de sus libros en particular. Su manera de escribir nunca me enganchó pero gracias a que sus obras fueron llevadas al cine desde un comienzo, se instaló en mí la curiosidad que rodea su mundo y sus terrores más siniestros.

Cementerio Viviente fue una de las adaptaciones de King que gozaron de más éxito. Recuerdo que la primera vez que la vi me produjo tal terror que estuve varios días sin poder dormir. Incluso hoy en día no me importa confesar que es un film que consigue helarme la sangre en más de un momento.

El cine de terror de la época estaba agonizando, las secuelas de Viernes 13, Halloween y Pesadilla en Elm Street estaban dando sus últimos coletazos, y el público empezó a desinteresarse por el slasher, lo que produjo que también dejaran de interesarse por el cine de terror en general. El momento para apostar con rodar un film de terror no era el más idóneo, teniendo en cuenta también que la productora del film era ni más ni menos que Paramount Pictures, quien estaba algo saturada de producir Viernes 13 durante más de ocho años seguidos, con lo cual el estudio se mostró algo desconfiado a la hora de querer entrar en el proyecto. Finalmente aceptaron producirla, el motivo exacto lo desconozco pero supongo que la adaptación  de una novela de Stephen King como  les hizo dar el visto bueno.

Quizás lo que más me llama la atención de la película sea la puesta en escena. Simple pero con una fuerza misteriosa que consigue impregnar cada fotograma de la cinta. La dirección de Mary Lambert -quien provenía del mundo de los videoclips musicales- quizás se queda algo corta sobre todo por la falta de experiencia previa a la hora de dirigir un largometraje de estas características, aunque sinceramente creo que consigue sacar a flote no solo el conjunto del film sino también su parte creativa.  Porque la historia y su desarrollo son creíbles. La virtud de Cementerio Viviente es a mi parecer que mientras uno está viéndola logra adentrarse en su mundo casi sin cuestionarse nada. Es tan reconfortante ver como las filias, miedos y temores más profundos de los personajes son utilizados para acabar con ellos. Dicho elemento se parece mucho al utilizado por Wes Craven en Pesadilla en Elm Street, pero en el caso que nos ocupa es mucho más terrorífico como concepto, ya que en ningún momento vemos quien o que fuerzas malévolas son las que orquestan todo el sufrimiento a nuestros protagonistas.

Otro elemento a destacar es otorgar el protagonismo al personaje masculino. En un género que normalmente otorga al personaje femenino toda la carga argumental del film, es interesante el cambio de rol que se sucede, aunque los personajes principales están tan bien delimitados que conseguimos conocer todo acerca de ellos, lo bueno y lo menos bueno.

La banda sonora a cargo del maestro Elliot Goldenthal consigue una armonía desgarradora. Con una melodía siniestra, aterradora  y con aires a los viejos films de la Hammer, Goldenthal consigue con su partitura la increíble fusión entre lo que uno ve y lo que uno siente. Y es sin lugar a dudad el sello inconfundible del film.

Lo que más me fascina de Cementerio Viviente son las altas cuotas de drama que se entremezclan con el terror más macabro salido de la mente de un auténtico perturbado.

La inocencia vuelve a ser corrompida pero no por las fuerzas malignas etéreas que rodean la casa de los Creed, sino mas bien por las actitudes infames de sus protagonistas que insisten en alterar la armonía universal de las cosas. Con lo cual tenemos otra actualización del mito del doctor Frankenstein, crear la vida de la muerte, pero como le ocurrió al bueno del doctor, el precio que hay que pagar es demasiado elevado. A veces es mejor estar muerto…