Cuando hablamos de genios se nos viene a la mente el adorable personaje azul de la película de Disney Aladdin, pero esta criatura fantástica de la mitología semítica puede no ser tan encantador como la factoría de los sueños nos quiso hacer creer.
En 1997 llegó a cines la primera entrega de Wishmaster, de Robert Kurtzman -componente del trío de efectos especiales KNB– y muchos cambiamos nuestra opinión respecto a los genios. En ella, el líder de los Djinn (como se llaman originalmente a estos hacedores de deseos) se escapa de su prisión y siembra el caos mientras trata de dar con Alexandra (Tammy Lauren), la persona que le despertó sin pretenderlo. Debe encontrarla para concederle tres deseos y poder así liberar a su raza para que camine de nuevo sobre la Tierra.
Los deseos, como eran de esperar, salen mal. No hay magia blanca ni canciones, sino sangre y humor negro. Y es que cada cosa que desees, el Djinn lo retorcerá de tal forma que acabará por destruirte, cosa que pretende, para poder quedarse con tu alma.
Puede que no sea la película del siglo, pero sí es un buen entretenimiento con unas dosis de mala leche muy disfrutables. Además, cuenta con un elenco envidiable de leyendas del terror: Robert Englund, Kane Hodder, Reggie Bannister, Tony Todd, Ted Raimi, Angus Scrimm y Joseph Pilato.
Eso sí, recordemos que Wishmaster se estrenó en los 90, por lo que los efectos no han envejecido del todo bien, pero lo compensa con la originalidad de las muertes, lo que la hace de obligado visionado para los amantes del género.
Después vino su secuela, la cual comienza con un tiroteo en una galería de arte donde el Djinn es liberado de nuevo. Y digo de nuevo porque el actor Andrew Divoff repite como la versión humana del genio. Debo decir que Divoff le otorga al personaje un porte impecable que significaría todo un acierto para la franquicia. Es una lástima que a partir de aquí prescindieran de él.
Dirigida en esta ocasión por Jack Sholder (Pesadilla en Elm Street 2: La Venganza de Freddy, Hidden), Wishmaster 2: El Mal Nunca Muere (1999), fue una digna sucesora que nos daba de nuevo muertes (o deseos) bastante originales, aunque cayera en lo previsible y su clímax fuera algo caótico (un cura, ¿en serio?). A pesar de ello, sigue resultado un buen entretenimiento… Algo que ya no podemos decir de sus sucesoras.
Y es que tanto Wishmaster 3: La Piedra del Diablo (2001), como Wishmaster 4: La Profecía (2002) suponen un bajón importante en el viaje cinematográfico del Djinn. Dirigidas por Chris Angel, tratan de darle un toque de originalidad a las anteriores, pero fallan estrepitosamente en el intento.
En La Piedra del Diablo, aparte de cambiarnos a Divoff por un Jason Connery (hijo de Sean) bastante soso en comparación a su predecesor, se opta por mezclar los tópicos del cine universitario con la visión más mística de los ángeles, fracasando en enganchar al espectador por sus extraños cambios de guión y sus efectos todavía más low cost.
La Profecía, en cambio, es totalmente prescindible. En ella vemos a un Djinn enamorado, que cae rendido ante la mujer que lo libera. ¿Qué pasó con ese personaje que desde la primera entrega se mostraba frío y sin sentimientos? Al menos Michael Trucco tiene más encanto que Connery, pero ese nuevo cambio en el personaje no convence, lo hace débil y pierde totalmente la esencia de la idea original.
En este punto me gustaría destacar que en estas películas siguen la dinámica de mujer en apuros – monstruo, teniendo hasta a cuatro protagonistas diferentes en la franquicia capaces de derrotar a un poderoso demonio (en algunos casos con ayuda) gracias a su astucia. No es casualidad esta elección, y es que en el cine de terror ya estamos acostumbrados a que muchas mujeres sean las heroínas de terroríficas historias.
Para terminar, decir que desgraciadamente Wishmaster fue de más a menos, siendo sus primeras entregas entretenidas y las siguientes, prescindibles. Hace dos años, Andrew Divoff mostró su interés en una quinta entrega: «¿Sabes qué? Si tuviera un deseo, sería hacer Wishmaster 5. Me encantaría regresar. Sea yo o no, creo que a la franquicia aún le queda mucha vida».
¿Os atrevéis a conocer a los Djinn?