Transformers One está ambientada en el planeta Cybertron. Orion Pax y D-16 son dos mineros que trabajan para extraer Energon y mantener viva una ciudad gobernada por el admirado Sentinel Prime. Pero en un giro inesperado de los acontecimientos, estos inseparables amigos se verán envueltos en una aventura donde lucharán por encontrar la verdad que se esconde tras Cybertron.
Han pasado 17 años desde que el Pope de la nitroglicerina Michael Bay decidiera apadrinar bajo su seno de pólvora, uso exagerado de Lens Flare (esa especie de destello azulado brillante que ilumina la pantalla y de la que J.J. Abrams tomó tan buena nota) y planos holandeses a una franquicia de animación creada por Hasbro en los años 80: la saga Transformers. Realizando una breve puesta al día respecto a la primera de la saga, nacida en 2007, hay varios puntos a destacar: del mismo modo que las tres primeras obras de Piratas del Caribe, su CGI ha envejecido de forma espectacular. No obstante, luce como debe lucir una superproducción abrazada por el mismísimo Steven Spielberg y cuyo presupuesto rondaba los 200 millones de dólares, porque en 2007 también se gastaba y se invertía dinero; cada centavo invertido puede notarse hasta en el más mínimo detalle de sus impresionantes efectos especiales y entonces podías decir eso de “esta película parece cara”. Curioso giro de los acontecimientos que ha dado este tema concreto en 2024, pero eso es otra historia. El tema es que, tras el estreno y el tremendo éxito de la primera obra de Transformers, a Bay le dieron luz verde para crear una saga que, proporcional al capital invertido y al aumento de sus efectos CGI, iría en decadencia debido a que ni todo el dinero del mundo puede crear por su propia mano un elemento esencial: un buen guion. Pero la realidad de los números es lo que cuenta: en la taquilla, incluyendo su última película en 2023, seguía rompiendo registros. Sin demasiados aspavientos, cierto es, pero los espectadores respondían favorablemente. Y ahora, en 2024, con Michael Bay ejerciendo las labores de producción, aparece esta precuela de la saga de la que poco había que esperar. Pero la sorpresa ha sido mayúscula.
Siendo un poco conscientes de los territorios paródicos que estaba tomando la saga en las últimas entregas y, salvando la película individual de Bumblebee de 2018, los varapalos críticos constantes que recibía cada cinta, sus responsables han decidido volver la vista atrás y contemplar Transformers One con la serie original de 1984 y la película de 1986 como referencias claras. Sin embargo, lo que podría haber sido un ejercicio de nostalgia más del saco de los recuerdos se abre a nuestros ojos como una cinta bien diferente. La animación, sin pretender ser otro salto evolutivo, y proporcionada por nada menos que Industrial Light & Magic, es un más que digno vehículo para contarnos la condenada amistad de Optimus Prime y Megatrón, y ver en toda su gloria algo que se nos había negado en las anteriores películas: Cybertron. Un auténtico regalo visual que envuelve el feísmo de la animación 3D con unos acabados espectaculares y nos mete de lleno en la ciudad de los Transformers. Pero por si eso fuera poco, Transformers One adquiere una inesperada dimensión política donde se posiciona a favor de los derechos del trabajador, las revueltas contra los poderosos y, el ya clásico término, las fake news; una película que empodera el papel del proletario. Pero el núcleo central de la acción, sin duda, es el deterioro de la amistad entre Optimus Prime y Megatron, tratada con fuerza y regalándonos un final tan potente y trágico (en su justa medida, ya que es una obra pensada para atraer a todos los públicos) que eleva la cinta por encima de las que vinieron antes.
Para los amantes de la serie original será un regalo, ya que los diseños están directamente inspirados en la legendaria serie de animación y, como cinta de ciencia ficción, es realmente buena; pero también para los más pequeños será un digno entretenimiento de calidad, donde puede verse hasta en el más mínimo detalle el amor y la dedicación que se ha vertido para sacar adelante Transformers One.
En resumen: nadie la esperaba, tampoco fue exigida por el público, y de la nada salió esta Transformers One para darnos más de lo que podíamos esperar: una buena historia, una gran animación que, sin innovar, consigue destacarse como un auténtico ejercicio de estilo. Se nota la pasión por el proyecto, que no es un mero arreglo corporativo para sacar adelante otra más de la saga y seguir hundiendo en el fango de la parodia al mundo de los Transformers. Y esperemos que en las futuras (por sí, compañeros, sin duda habrá más) tomen buena nota de este punto y aparte.