Crítica de Terrifier (2016, Damien Leone)

Terrifier

De la sinopsis de Terrifier, dirigida por Damien Leone y basada en su propio cortometraje homónimo, hay poco que decir. Un slasher de manual donde un psicópata disfrazado de payaso va por ahí matando gente. Y ya.

Pese a que la película es del año 2016, tengo la sensación de que es ahora cuando más fans está cosechando. Imagino que esto se debe en parte a su presencia en plataformas de streaming y también al anuncio y reciente estreno de su secuela, Terrifier 2, que viene con polémica bajo el brazo debido a los supuestos desmayos que ha provocado a algunos espectadores. Ya sabemos que este tipo de noticias amarillistas hay que cogerlas con pinzas, pero en cualquier caso ahí están. Siempre hay espectadores que se dejan impresionar por este tipo de hechos; hechos que, por lo general, están más relacionados con simples tácticas de marketing que con la realidad.

La película es un slasher puro como un diamante, sin matices ni dobles lecturas. Y creo que eso está bien, pero vamos a tomarnos las cosas con calma. Mientras escribía esto, he leído una reseña en la que se agradecía la existencia de títulos como Terrifier porque “todas las películas de terror actuales son clónicas”. Claro, no como Terrifier, que es el Santo Grial de la novedad. Una película protagonizada por un payaso aterrador (¡wow, es la primera vez que vemos eso!) que, esencialmente, funciona como un catálogo de clichés propios del subgénero slasher, uno detrás de otro durante 90 minutos. Nada que no hayamos visto ya cientos de veces y ejecutado de mejor manera. Pero el problema lo tiene el resto del cine de terror actual, que es clónico. Pues vale.

Es una película divertida y con puntos positivos que comentaré después, pero no he terminado de entrar en ella por algo que hoy en día se repite constantemente dentro de ciertas corrientes del género de terror y que me aburre desde hace años. Me refiero a esa obsesión por reproducir las maneras y estética de la serie B de una forma tan impostada y consciente. El problema no es ser serie B, sino esforzarte por serlo.
Hay que superar Grindhouse. Ya no estamos en 2007.
Me gusta la serie B y el cine fantástico y de terror de bajo presupuesto que se hacía antiguamente, pero me gusta porque siento que en él hay verdad. No me imagino a Juan Piquer Simón maquinando cada detalle de Mil Gritos Tiene la Noche para alcanzar el resultado final que obtuvo. Esas cosas surgen de forma natural a partir de la precariedad de medios y la inocencia/inconsciencia o incluso ineptitud de creer que estás haciendo las cosas medianamente bien a pesar de que todo es un delirio y un desastre, pero no pasa nada porque ese caos es auténtico gracias a un cúmulo de circunstancias irrepetibles.
En cambio, cuando veo una película como Terrifier noto que todo está medido, que todas las chorradas están calculadas, que lo cutre es cutre y las interpretaciones son malas porque así lo ha diseñado el director. Y a mí eso no me funciona ni me hace especial gracia. Es un chiste que se ha contado demasiadas veces, y puede que al principio tuviese chispa, pero ya no.

Y luego están las cosas buenas, que las hay.
Pese a que he encontrado más puntos negativos que positivos, es innegable que no me he aburrido. Que dentro de una semana no recordaré nada de esta película, es cierto, pero los 90 minutos se me han pasado volando.
Por otra parte, el diseño del payaso y su maquillaje están muy bien. No inventan nada, porque al final esto de los payasos siniestros es siempre lo mismo y ya está muy trillado, pero dentro de esos márgenes es muy efectivo e identificable.
Y el plato fuerte vendría a ser el gore. Los efectos de casquería están sorprendentemente bien hechos, y además son muy brutos. Toda la película es muy bruta, con algunas muertes y mutilaciones que te hacen abrir los ojos como platos. Es bastante más de lo que esperaba. Ojalá hubiesen cuidado otros aspectos técnicos, como la fotografía, tanto como los efectos especiales.

Terrifier no es un desastre. Tampoco engaña a nadie, porque es una película que va de frente y tiene claros sus objetivos.
Pero a mí no me ha funcionado. Primero porque siento que todo esto lo hemos visto ya, y segundo porque hace tiempo que dejaron de interesarme las películas que son voluntariamente cutres.
Sea como sea, entiendo las razones por las que está gustando tanto entre ciertos espectadores. No puede negarse que la película ha sabido destacar sobre otras propuestas similares, que son muchas, así que bien por ella.