Crítica de Terrifier 2 (2022, Damien Leone)

terrifier 2

Reconozco que Terrifier no me entusiasmó tanto como a la mayoría, aunque debo admitir que, con el tiempo, la he acabado mirando de forma más positiva.
Ahora, siete años después, llega su secuela tras arrasar en Estados Unidos y levantar toneladas de polémica debido a su extrema violencia y casquería, y a los rumores sobre espectadores vomitando y desmayándose en plena sala. Que al final esto suele ser más marketing que realidad, pero tras haber visto Terrifier 2, me puedo creer sin demasiado problema que más de uno haya echado el almuerzo a medio digerir.

Creo que resulta más interesante hablar del fenómeno Terrifier 2 que de la propia Terrifier 2, porque ha ocurrido algo rarísimo con ella. No recuerdo ningún otro ejemplo de película underground, de bajo presupuesto y unas dosis tan elevadas de violencia gráfica sin filtrar, que haya conseguido llegar a las salas de cine como una maravillosa intrusa. Y no hablo de que se haya estrenado en festivales de cine, lo cual es muy normal. No, se ha estrenado en salas comerciales. Ahora mismo, Terrifier 2 comparte cartelera con Avatar: El Sentido del Agua o la última de Marvel Studios, Ant-Man y la Avispa: Quantumania. Es algo que me parece surrealista y maravilloso a partes iguales.
La primera ya gozaba de cierto culto entre los fans del cine de terror y el gore, pero la secuela ha ido más allá, y si hasta hace unos meses eran cuatro gatos los que conocían la existencia de Art el payaso, ahora son legión.
Es un fenómeno extraño, una anomalía. ¿Las razones de este sorprendente éxito? No tengo la respuesta, pero puedo especular:
Por un lado, el diseño del monstruo. Payasos siniestros hemos visto muchísimos, tanto que ya es un tópico que cansa, pero pensándolo en frío, puede que lo de Art juegue en otra liga. Esto lo pienso ahora, porque cuando vi la primera entrega me pareció muy gastado eso de volver a recurrir a la figura del payaso aterrador por enésima vez. Así que, sí, es posible que haya cambiado de opinión.
Me explico. Creo que el éxito de este personaje, lo que lo ha convertido en una figura icónica en cuestión de semanas, es, por una parte, la sencillez de su diseño (blanco y negro, sin demasiados adornos ni un maquillaje excesivo; solo eficaz, muy eficaz), y por otra lo extravagante e impredecible de su comportamiento y personalidad. Todos sabemos cómo actuaría Michael Myers, pero es difícil saber por dónde demonios va a salir Art. Si Jason Voorhees es un tiburón blanco, Art es un mapache. Es brutal, es desagradable, es terrorífico… Pero también es divertido, tanto como Freddy Krueger. Y tal vez por eso el público ha conectado tan bien con él. Nos gusta verlo disfrutar masacrando gente, porque Art no solo mata: se lo pasa en grande haciéndolo.
Y también está el tema de la violencia gráfica extrema. El cine de terror que podemos ver en salas está, en general, tan domesticado, tan suavizado, que encontrarnos de repente con una bestia parda como Terrifier 2, en la que no existe el menor atisbo de censura, nos resulta emocionante. Y para postre, los efectos especiales están realmente bien. Látex, muñecos y sangre falsa. Nada digital. No es como esas películas que buscan adrede que sus efectos sean cutres para que la gente se parta de risa. Aquí, por suerte, van en serio.
El espíritu punk, bestia y transgresor de esta película en tiempos de cine de terror blandito se combina con un villano carismático, perturbador y bien diseñado, y el resultado es un inesperado éxito de taquilla. Ahí reside la clave de todo, en mi opinión. El cuerpo nos pedía un shock como este.
Si Art el payaso pasa a figurar en el altar junto a las grandes leyendas del cine de terror, como Jason, Freddy o Chucky, o si, por el contrario, solo es una moda pasajera, es algo que, como siempre, el tiempo dirá. Pero de momento todo parece indicar que ha nacido un nuevo miembro de honor dentro del género.

Mientras que Terrifier es un slasher especialmente bruto pero convencional, su secuela resulta más ambiciosa, compleja (a su manera) y excesiva, imagino que gracias a un mayor presupuesto. Pienso en esta película como en Evil Dead 2 (Terrorificamente Muertos) o Mad Max 2: El Guerrero de la Carretera; secuelas que son lo que las primeras no pudieron ser por falta de medios.
Damien Leone, su director, va más allá y hace que su salvaje slasher dure casi dos horas y media. Ya es poco habitual que las películas de terror sean tan largas, pero más raro es que lo sea un slasher. Parece más una maniobra para llamar la atención que una verdadera necesidad argumental, pero son dos horas y cuarto que no se hacen largas, incluso cuando claramente nos damos cuenta de que se está estirando el chicle. El desquiciado payaso nos engancha, y no podemos parar de mirar la pantalla esperando asistir a la siguiente escena grotesca salpicada de sangre, carne y tripas. No hay tiempos muertos.

Y sería injusto acabar esta reseña sin mencionar a la scream queen que hace frente a Art. Lauren LaVera da vida a una valkiria cosplayer que termina elevando su enfrentamiento contra el payaso homicida a la pura épica salpicada de magia y sangre. Esperemos que vuelva en la ya anunciada Terrifier 3.

Es innecesario decir que esta película no es apta para todos los estómagos ni sensibilidades, pero si os gustan las emociones fuertes y el slasher en su estado más puro, y echáis de menos el gore desenfrenado y marrano a lo Herschell Gordon Lewis o los primerizos Sam Raimi o Peter Jackson, esta es vuestra fiesta.