Crítica: ‘La novia de Chucky’ (1998, Ronny Yu)

La Novia de Chucky

La Novia de Chucky arranca cuando la ex novia de Charles Lee Ray, Tiffany, reconstruye la figura de Chucky y le devuelve la vida durante el transcurso de una tormentosa noche. Sin embargo, las cosas no salen como esperaba. Chucky tiene un plan: transferir el alma de su novia a una muñeca.

Director: Ronny Yu.
Reparto: Jennifer Tilly, Brad Dourif, Katherine Heigl, Nick Stabile, John Ritter, Alexis Arquette, Gordon Michael Woolvett, Lawrence Dane, Michael Johnson, James Gallanders, Janet Kidder, Vince Corazza, Kathy Najimy, Park Bench, Emily Weedon, Ben Bass, Roger McKeen, Sandi Stahlbrand.

La primera entrega de la serie, Muñeco Diabólico, brotó de la narrativa de Tom Holland (Noche de Miedo), quien llevó a cabo una simpática idea por medio de un enfático estilo que se pretendía ceremonial; dos secuelas, Muñeco Diabólico 2 de John Lafia -co-guionista de la primera-, y Muñeco Diabólico 3 de Jack Bender, simpáticas y nada pretenciosas entregas de serie B, surgieron con buenas aspiraciones y resultados. Cuando parecía que Chucky había quedado olvidado, regresó. Y con una novia.

Para llevar a cabo este idilio se contó con un realizador procedente de Hong Kong, Ronny Yu. Pese a todo, los positivos logros de esta entrega hay que repartirlos entre cuatro personas: al propio Yu, que, sorprendentemente, no ofrece el estilo sobrecargado y mareante que cabría esperar, sino que desarrolla un lenguaje clásico basado en las descripciones y cuyo uso de la profundidad de campo es muy positivo; a Don Mancini, autor del divertidísimo guión -ideal en esa época post-Scream-; a Kevin Yagher por esos estupendos efectos especiales y el mejor Chucky de todos, y a Jennifer Tilly, una importante aportación que ya puede, sin problema alguno, descansar en la historia del género.

La Novia de Chucky sufre de cierta dispersión en el guión debido a la pareja protagonista que forman Katherine Heigl y Nick Stabile, cuya historia, en realidad, carece de mucho interés; hay una extraña incorporación del extravagante dúo que los muchachos se encuentran en el hotel, pero por suerte, después son asesinados de un modo llamativo en una de las mejores muertes de la película. El acto final es en exceso mecánico y prosigue los habituales moldes del cine de horror convencional.

Para los adictos al género cabe resaltar que nada más comenzar la película hay homenajes a Freddy Krueger, Jason Voorhees y Michael Myers, el destino que sufre el personaje de John Ritter ofrece una cita a Pinhead, y la escena final ofrenda al Estoy Vivo de Larry Cohen.