La Bruja se desarrolla en Nueva Inglaterra, en 1630. Un matrimonio de colonos cristianos, con cinco hijos, vive cerca de un bosque que, según las creencias populares, está dominado por el mal. Cuando el hijo recién nacido desaparece y los cultivos no crecen, los miembros de la familia se rebelan los unos contra los otros: un mal sobrenatural les acecha en el bosque cercano.
Director: Robert Eggers.
Reparto: Anya Taylor-Joy, Ralph Ineson, Harvey Scrimshaw, Lucas Dawson, Ellie Grainger, Julian Richings y Bathsheba Garnett.
En los últimos años se viene dando un fenómeno muy curioso que hace unas décadas se podía considerar como marginal, pero que, en la actualidad, va a más: el paso de algunos profesionales del cine al terreno de la dirección. Así como en su momento lo hicieron actores tan prestigiosos como Robert Redford y Warren Beatty, hay otros profesionales que se ocupaban de otras tareas en el sector, que están dando ese salto.
En el género del terror, encontramos a la actriz Jennifer Kent, que debutó con el clásico instantáneo Babadook. Y es el caso de Robert Eggers, que hasta hace no mucho tiempo se había dedicado a la escenografía y al diseño de producción. Eggers, con su opera prima, La Bruja, ha vuelto a poner de moda una temática que estaba un tanto abandonada por el terror: la de la brujería (aunque Rob Zombie con The Lords of Salem y la serie American Horror Story con su tercera temporada, Coven, le habían dado cierta resonancia), en contraposición a la avalancha de remakes y reboots de slashers, found footage y porn torture que dejan bastante de desear.
La Bruja es una historia que, al contrario de la un tanto deslavazada The Blair Witch Project (El Proyecto de la Bruja de Blair) -al fin y al cabo tenía más de estrategia publicitaria que otra cosa-, está muy bien documentada y ambientada en la Nueva Inglaterra del siglo XVII, donde se producirían los famosos e inolvidables juicios de Salem. Es una película en la que tanto el guión -con alguna laguna, apenas perceptible-, como la dirección y los actores (en especial, su protagonista Anya Taylor-Joy), brillan a una gran altura, siendo el bosque insondable y tenebroso un personaje más. Afortunadamente, los momentos inquietantes aparecen bien espaciados y dosificados; tal decisión ha generado más de una crítica de aquellos que reclaman más hemoglobina y truculencia.
Al fin y al cabo, también se le puede calificar como una película más de drama familiar con momentos terroríficos. La Bruja es más un film de una familia cuyas relaciones se deterioran por fuerzas sobrenaturales que una película de terror casual. Eso la sitúa como una de las mejores películas del año, tanto en su género, como en general. Y menudo climax, criticado por muchos por un supuesto bajón de nivel, pero que, a mi juicio, se mantiene bien alto.