Crítica de X (2022, Ti West)

X

1979. Un pequeño pero entusiasta equipo de cine porno se dirige a una apartada granja de Texas para rodar una película. Los dueños de la granja, una aparentemente inofensiva pareja de ancianos, sembrarán el terror entre los jóvenes actores y cineastas.

Mi relación con el director Ti West es de amor-odio. Bueno, tampoco odio, pero ya me entendéis. Por un lado, es un director que hace lo que quiere y como quiere (como Eli Roth, pero mucho más fiel a sí mismo y tomándose las cosas en serio), lejos de modas e imposiciones diseñadas por altos ejecutivos de Hollywood. Eso lo respeto, admiro y aplaudo. Pero, por otro lado, creo que la mayoría de sus películas sufren un importante problema de ritmo, y aunque todas ellas tienen muy buenas intenciones y se les nota el sello autoral y el cariño con el que están hechas, a mí casi todas me parecieron entre insípidas (The Innkeepers) y aburridas (The Sacrament). Llegué a pensar que todo lo bueno que había conseguido Ti West con la estupenda La Casa del Diablo no fue más que un golpe de suerte.
Pero ahora, tras unos años sin hacer cine (desde 2016), Ti West ha vuelto más inspirado y potente que nunca, y es que X es, sin lugar a dudas, su mejor trabajo.

Lo primero que llama la atención es que X está amparada por el sello A24, la conocida productora que ha cosechado tanto odio como pasión entre los fans del cine de terror, y que, en cierta forma, inventó lo que hoy en día algunos llaman terror elevado. Y esto es especialmente llamativo porque X está lejos de parecer una película de A24, y no lo digo sólo por las formas y el tono más ligero, sino también por la estética, muy alejada de lo que esta productora suele ofrecer, y para ejemplos cristalinamente claros de la estética del terror A24, tenemos Hereditary, Lamb, Saint Maud, La Bruja o Midsommar. Para placer de unos y decepción de otros, X no tiene nada que ver con todo eso. Sin embargo, aunque Ti West se haya alejado de lo que esperamos encontrar en una película A24, ha conseguido una vez más que su trabajo se sienta auténtico y con personalidad, y lo hace mediante juegos visuales y piruetas en la edición que dan al conjunto el empaque que sólo posee el cine hecho con cariño y buenas manos. No hay más que ver la escena del baño en el pantano y el caimán para darse cuenta de que Ti West es un muy buen director que no sólo sabe rodar escenas violentas, sino que también maneja con soltura la tensión.

X no hace alarde de ningún tipo de intelectualidad ni pretensión elevada. Si fuese un plato, sería uno de patatas fritas, huevos y chorizo. ¿Y sabéis qué? Se agradece. Sí, se agradece que una película de terror de autor no busque ser más que una película de terror. Una película de terror muy buena y divertida, pero ya está. No hay un final abierto a mil interpretaciones ni un mensaje indescifrable oculto tras las imágenes. Es una película directa al grano y sin complicaciones, donde una cabeza reventada es sólo una cabeza reventada, no una metáfora de nada, y aunque hable de ciertos temas (el deseo, la pérdida de la juventud, el conservadurismo rancio y tóxico) más allá de las muertes y la casquería, lo hace de forma clara, sin erudición alguna; te lo dice a la cara. El mayor referente aquí no es Polanski ni Bergman, sino La Matanza de Texas. Es una película que busca coger de la mano al fan del cine de terror de toda la vida y llevárselo a dar un agradable paseo.

Uno de los puntos que más me han sorprendido, sobre todo viniendo del director que consiguió recrear con absoluta fidelidad la estética añeja del cine de los setenta en La Casa del Diablo, es que en X no repita la jugada. Salvo un par de zooms locos, Ti West no busca emular la estética de los setenta, sino contar una historia ambientada en los setenta. Es algo que a veces se nos olvida, pero siempre existe la posibilidad de ambientar una película en una década pasada sin que sea necesario que la propia película parezca sacada de esa época mediante filtros y recursos visuales tan exagerados que, al final, poco o nada tienen que ver con lo que de verdad se hacía en el pasado.
Otro recurso bien manejado por Ti West, autor total de esta película (director, guionista, productor y editor), es el factor sorpresa, sobre todo en lo relativo a las muertes que se nos van presentado. No quiero entrar en detalles para no destripar nada, pero esta forma de abarcar los asesinatos consigue dos cosas: primero, sorprender al espectador; y segundo, lograr algo bastante complicado y que sólo se entiende una vez se ha visto la película: que resulte creíble que una pareja de ancianos sea capaz de provocar el horror entre un numeroso grupo de jóvenes que perfectamente les podrían patear el culo. Pero toda la película está muy bien escrita, de modo que este gran bache se esquiva de la forma más inteligente y eficaz posible.

Y por supuesto no puedo terminar esta reseña sin mencionar el tremendo trabajo de la actriz Mia Goth, quien interpreta a dos personajes: la joven Maxine y la vieja y peligrosa Pearl. Esto que podría parecer un alarde gratuito e innecesario, cobra sentido y profundidad conforme se revela la dinámica entre ambos personajes.

X es un slasher de autor inteligente, divertido y bien trabajado, algo que, por desgracia, no es habitual en este subgénero. Una película de terror tan bruta y salvaje como visualmente impecable y elegante. Puede que el contenido chorree sangre y vísceras, pero el envoltorio es digno de un paladar gourmet.

Id a verla y apoyad a estas películas que de forma milagrosa llegan a las salas, porque son las que más lo necesitan. Luego no vale quejarse de que en la cartelera sólo hay franquicias y superhéroes.