Darcy, una médium ciega y vendedora de curiosidades, sigue llorando la muerte de su hermana gemela tras un año desde su fallecimiento. Un maniquí de madera de su gabinete de curiosidades se convierte en un elemento crucial para descubrir la verdad sobre el asesinato de su hermana.
Damian McCarthy tiene una rara fortaleza (y a la vez muy presente en el cine actual) que define todo su cine: la capacidad de conjugar terrores primordiales con el sentido de lo absurdo. Trabajar una historia de terror conlleva unos procesos creativos que no pueden aplicarse en otros géneros cinematográficos. El terror es un género complejo porque apela a una voluntad muy diferente al del cine de acción, al drama o la ciencia ficción: en las películas de horror, el monstruo nunca es lo que aparenta. Para David J. Skal, el horror es un género íntimamente ligado al contexto del que surgen y por ello, símbolos de la angustia del tiempo que les ha tocado vivir: Drácula ha sido tratado de muchas formas en el mundo del análisis, desde un símbolo de los terrores de la Primera Guerra Mundial, hasta un curioso símil de la epidemia del SIDA en los años 70; Frankenstein, más allá de lo que puede interpretarse por los traumas paternales de Mary Shelley, acabó siendo otro símbolo de los terrores del futuro y las nuevas tecnologías. La importancia de este género subyace en la forma en la que apela a nuestro inconsciente colectivo y conecta con realidades más allá del susto elemental. Pero hay otro género que también conecta con esta rama de la psicología: la comedia. Son dos variables del cine tan cercanas en formas e intenciones que es inevitable que se acabaran tocando en varios momentos, más allá de la parodia o la sátira. McCarthy viene a confirmar una vez más esta máxima y, de paso, proclamarse como uno de los directores de cine de terror más interesantes del panorama.
Oddity habría sido una estupenda película de Peter Cushing para la Amicus Pictures en los años 70 porque tiene todos los ingredientes perfectos: la película es solo una de las muchísimas historias que podrían desarrollarse en este curioso universo paranormal que McCarthy tiene en mente. Su galería de horrores es tan rica y amplia que no necesita de sobrexplicaciones o reglas establecidas: el terror no avisa de su llegada, te explota igual que una bomba sobre la cual nadie tiene el control. La trama sobre la que se desarrolla Oddity es, en realidad, una banalidad de traiciones tan terrenal como humana; el elemento sobrenatural se desarrolla por acontecimientos fortuitos, no premeditados. Como ocurría en Poltergeist o El Exorcista: el terror no busca a una víctima, pero cuando lo encuentra lo asalta sin piedad. En Oddity nada prepara al espectador, no existe vía a la que aferrarse: la metralla de terror alcanza a todos por igual.
Lo maravilloso del planteamiento de McCarthy es la riqueza del lore que empapa sus obras, la unión de géneros (la comedia negra, el slasher, el folk horror) y su increíble capacidad para equilibrar los resultados; todo ello sin la necesidad de poner en contexto al espectador, con un gabinete de los horrores que posee un recorrido que no necesitamos conocer para creer en su importancia. En este sentido, existe varios puntos de unión con su anterior obra, Caveat, donde al espectador solo se le permite conocer el terror mediante un objeto: en aquel caso, un conejo terriblemente deteriorado; en este caso, un gólem de madera. En ambos casos, solo podemos sospechar de su importancia para los personajes por datos sueltos, simples anotaciones que podemos sentir pertenecen a un universo mucho más vasto… y terrorífico.
Oddity remarca la importancia de los cuentos de hoguera, un estudio cómico absolutamente desquiciado de la condición humana que define la fina línea del bien y del mal y la constante batalla entre raciocinio y misticismo. En una era donde las nuevas tecnologías parecen estar ocultando debates tan ancestrales como el maléfico poder de perder nuestras almas por medio de demiurgos malvados (los magnates como Elon Musk), McCarthy nos recuerda la tremenda importancia de mantener vivos esos debates para evitar perder la conexión que nos liga con el mundo de lo oculto, del misterio, de la tradición del cuentacuentos.
En resumen: Oddity es una gran película de terror, una gran comedia negra sobre los devaneos más bajos del ser humano. Podría ser también el comienzo de una serie de películas con un universo realmente rico y que sería digno de explorar, como esas historias de horror de los comics de la EC. Una experiencia que debe ser vista en la mejor pantalla posible, para que los ojos del espectador ser pierdan en interminables pasillos oscuros donde solo se puede intuir la figura de un horror indescifrable, donde el sonido avasalla nuestras mentes creando imágenes inquietantes. Donde el poder del cuento de horror se desarrolla en toda su gloria.