Conocí esta película gracias a Cuarto Milenio. O mejor dicho, conocí el libro en el que se basa. De que había una película me enteré algo después.
Confieso que el tema abducciones, como parcela del mundo del misterio, me aburre muchísimo. En realidad, todas las historias que se cuentan, no ya sobre abducciones, sino sobre platillos volantes y extraterrestres, me parecen un sopor, y aunque me gusta el tema de lo paranormal y los enigmas sin resolver, lo relativo a OVNIS me da sueño. Me interesa mucho más cuando el tema se trata directamente desde la ficción.
Con estos antecedentes míos, Communion, el libro, me interesaba poco, y su correspondiente adaptación cinematográfica no mucho más.
Pero había leído cosas sobre ella, y ahí es donde captó mi atención.
Communion, publicado en 1987, es un libro escrito por el ufólogo Whitley Strieber. En su obra narra el supuesto encuentro extraterrestre que vivió.
Uno de los elementos más reconocibles y famosos de este libro es su poderosa portada, que en cierta forma se respetó a la hora de realizar el poster de la adaptación al cine.
La película se estrenó en 1989, dirigida por Philippe Mora (Aullidos 2 & 3) y escrita por el propio Strieber.
Y a partir de aquí, como decía John Travolta en Cara a Cara, la trama se complica.
No sé qué pasó con la película, ni con el guion, ni con las intenciones creativas a la hora de llevar el libro al cine, pero algo me dice que Communion es una de esas obras imposibles de adaptar. Hablo desde la ignorancia debido a que no he leído el libro, pero más o menos sé por dónde van los tiros.
Partimos de la siguiente base: las supuestas abducciones extraterrestres suelen ser descritas casi siempre de una forma similar a los sueños. Los que afirman haber vivido estas experiencias, hablan de ellas como hechos vaporosos y confusos, y así son plasmados en la película. Cada vez que el protagonista ingresa en la nave extraterrestre, es como si David Lynch hubiese tomado los mandos de la producción.
Communion posee un tono extrañísimo y un protagonista, el propio Strieber (interpretado por Christopher Walken), que parece haberse colado aquí procedente de otra película totalmente distinta y de otro género. Digamos que su forma de comportarse no encaja, aunque Walken lo hace de maravilla a pesar de todo, y eso es lo más desconcertante. Su interpretación es notable, pero sentimos que no encaja en esta historia. Es un contraste tan incómodo como hipnótico.
Aunque, en realidad, todos los personajes en esta película se comportan de una forma… peculiar.
Los inquietantes hechos que narra la cinta están cargados de ambigüedad, y en ningún momento se nos asegura que los traumáticos acontecimientos vividos por el protagonista sean reales. Gracias a esto, Communion consigue lo que, intuyo, era su principal objetivo: abarcar el tema de las abducciones desde un prisma verosímil, psicológico y místico, donde la realidad se funde con los sueños y el delirio. De ahí que las reuniones entre el protagonista y los extraterrestres resulten tan chocantes y oníricas, y precisamente en este punto se encuentra uno de los mayores inconvenientes de la cinta. Entiendo que buscasen ese aspecto surrealista y delirante, como de pesadilla, porque se supone que así son las abducciones, pero termina dando la impresión de que a alguien se le fue de las manos.
He de admitir que la película, como tal, no me ha gustado. Me parece mayormente fallida y descompensada, y ni la Nicolascageniana interpretación de Christopher Walken, ni la atmosférica banda sonora de Eric Clapton, ni en general las buenas intenciones de la cinta terminan de sacar este barco a flote. Pero es una de esas películas que, aunque no convenzan, son interesantes y generosas, ya que regalan al espectador algo muy importante: tema de conversación. No hay nada más triste y frustrante que ver una película de la que no hay nada que decir. Afortunadamente, Communion no es una de esas películas.