Crítica de 78/52. La Escena que Cambió el Cine (2017, Alexandre O. Philippe)

78/52. La Escena que Cambió el Cine

Cuántas veces no habremos visto Psicosis (1960, Alfred Hitchcock), y cuántas veces no habremos visto la escena. Bueno, seguro que no solo las que nos hemos preparado delante de una pantalla, porque son demasiado los lugares donde la habremos podido ver cada uno de nosotros, a lo largo de nuestra vida. Nos han bombardeado con la escena de la ducha desde niños. Muchos la hemos conocido antes incluso de saber qué era o de qué película formaba parte. Pertenece a la cultura popular. Convertida en icono, no es necesario decir que ha influido en nuestro conocimiento del mundo, así como en la historia del propio cine.

78/52. La Escena que Cambió el Cine es un documental del año 2017 que puede verse en Prime Video y en Movistar. En él intervienen multitud de actores (incluida la hija de la protagonista, Jamie Lee Curtis), compositores, montadores y directores de cine que dan su opinión acerca de la escena o de cómo esta les ha influido a ellos como creadores. El documental de Alexandre O. Philippe (Memory: The Origins of Alien) es una pieza de 91 minutos que habla sobre el trabajo detrás de la historia contada, descubriéndonos un montón de situaciones alrededor de una las más famosas escenas de la historia del cine.

La ruptura de lo sagrado

Son muchos los directores que se han visto influidos por la escena de la ducha de Psicosis y que no han podido evitar reflejarla en los cuartos de baño de sus películas. Sin embargo, una cosa es inspirarse y otra es hacer una recreación. La escena de Hitchcock es la escena. Nadie se atrevería a recrearla salvo que fuera necesario; como fue el caso de la adaptación de Gus Van Sant (Psycho, 1998), cuyos creadores aceptan que tanto la escena como la película no funcionaron.

Para Hitchcock el tema cuarto de baño también es otro tema para tratar. Los cuartos de baño aparecen en varias de sus películas. Representan lo sagrado de la seguridad y de la confortabilidad americana, que pueden ser transgredidas de forma brutal. A este respecto, Alexandre O. Philippe desvela en su documental dos puntos clave de la famosa escena: la madre y la casa, la intimidad.

La intimidad

Aquí tenemos lo que a finales de los años 50 supone asesinar a una chica en pleno aseo, en la aparentemente inviolabilidad de un cuarto de baño. Los años 50 llegan a su fin, y la importancia de la familia americana y la importancia de su seguridad eran temas cruciales e inapelables en la época. Era así y los estadounidenses se habían convencido de que pasara lo que pasase en sus casas estaban completamente a salvo. Punto. Leigh, si bien no se encontraba en su hogar, sí en un cuarto de baño, un lugar tan sagrado para los americanos, admirados y envidiados a un tiempo, que podían sentirse tranquilos.

Pues no, fue una intrusión espantosa, la concepción de seguridad se rompió. Uno no puede confiarse ni en su cuarto de baño. Además, se trataba de Janet Leigh, una bella estrella abocada a ser terriblemente asesinada a los 40 minutos de película (la protagonista, sí, asesinada). Hitchcock hace saltar todas las alarmas desde la butaca de cine (¿los espectadores también pueden sentirse totalmente seguros?). La película desencadenó en la sala de cine numerosos gritos de terror. Seguramente, el propósito del director, rey del suspense y no de la vana sorpresa. Porque nos deja ver como alguien se acerca tras la cortina de baño, lentamente. Después vendrá el juego de planos y mil posiciones de cámara (78 planos y 52 cortes que dignificarían el trabajo del montador cinematográfico).

La madre americana y Mrs. Bates

Y, por otro lado, tenemos el tema de la madre. Oh, la madre, ese ser lleno de amor, capaz de dar vida y de dar la suya propia por sus hijos. Ese ser sagrado (sí, como el cuarto de baño), bueno, bondadoso, incapaz de hacer algo malo… Bien, de sobra es conocida la complicada relación existente entre Norman y su madre. ¿Quién es Norman y quién la mujer que vive en la casa? ¿Quién es esa señora regañona y castradora? ¿Quién ha matado a Janet Leigh? ¿Será posible que una dulce anciana sea capaz de tan terrible crimen?

Bueno, alerta spoiler, todos sabemos que la susodicha ni es dulce, ni es anciana, ni mucho menos está llena de vida. Como fuere, la memoria de la madre es ultrajada, porque recordemos que fue una madre voraz, inquisitiva (no justificamos asesinatos, por supuesto), que sigue apareciendo como una exigente señora inválida. Pero también es mancillado su cuerpo, ya que su hijo se empeñó en conservarlo para que lo acompañara por y para siempre. Sí, Hitchcock se atreve con eso y más, violando la imagen sagrada de la madre americana.

Conclusiones de 78/52. La Escena que Cambió el Cine

¿Quién no ha escuchado alguna vez la razón por la que la película hubiese sido rodada en blanco y negro? ¿Y el MacGuffin hitchcockiano? ¿O quién no sabe que Janet Leigh tuvo una doble para rodar la escena de la ducha? ¿O que se trataba de la primera vez que un inodoro aparecía en una pantalla de cine? ¡Y todo lo que podría hablarse sobre la psicopatía de Norman y su personalidad voyerista!

Muchas de las cosas que toca o concluye 78/52. La Escena que Cambió el Cine son archiconocidas por el público o por gran parte de la comunidad cinéfila. También trae nuevos e interesantísimos datos que enriquecen la lectura cinematográfica. Además, nos recuerda que el trabajo de montadores y compositores con ejes imprescindibles de una película. Trabajos que no siempre son reconocidos lo suficiente, más aún en una cinta como Psicosis en la que George Tomasini y Bernard Herrmann son los responsables del montaje y la música, respectivamente.

Psicosis forma parte de ese ciclo de cintas que pasaron a la historia del cine y que permanecerán ahí para siempre. Su trasfondo, detalles y la complejidad de la escena (analizados con bisturí sus 78 planos y 52 cortes), así como el interés de Hitchcock porque fuera rodada de la manera en que lo hizo, son aspectos que engrandecen el trabajo del maestro y, por tanto, del cine en su conjunto. 78/52. La Escena que Cambió el Cine es una deliciosa clase maestra tanto de la cinta, como del director (un auténtico visionario) y del cine con mayúsculas.