Eran las 6:30 del 13 de noviembre de 1964 cuando un joven de 23 años de edad, Ronald DeFeo Jr., entró frenéticamente en el Henry’s Bar de Amityville, Long Island gritando: «¡Tenéis que ayudarme, creo que han disparado a mis padres!». Cuando Ronald llegó al 112 de Ocean Avenue junto a un pequeño grupo de curiosos, se encontró a sus padres, Ronald Sr. y Louise, muertos en la cama; varios disparos habían acabado con sus vidas. Al registrar la casa, encontraron los cadáveres de los cuatro hermanos de Ronald: Dawn (18), Allison (13), Marc (12), y John Matthew (9). Ellos también fueron encontrados en sus camas, fallecidos a causa de varias heridas de bala. Lo primero que Ronald DeFeo Jr. hizo fue culpar a la mafia, pero conforme avanzaba la investigación todos los indicios le situaban como culpable de los crímenes. Pronto, DeFeo admitió la verdad: «Una vez empecé, no pude parar. Fue muy rápido». Un año más tarde, el chico se enfrentaba a seis sentencias concurrentes de 25 años de prisión por los seis asesinatos. Este hecho impactó muchísimo al pequeño pueblo de Amityville, pero lo peor estaba por venir.
El 19 de diciembre de 1975, George Lutz, su mujer Kathy y sus tres hijos (Daniel, Christopher y Melissa) se mudaban al 112 de Ocean Avenue. A los pocos días, George conoció la terrible historia e insistió en bendecir la casa. El Padre Ray, el cura que aceptó llevar a cabo el trabajo, juró escuchar una voz en el segundo piso que le dijo «Sal de aquí».
En las semanas posteriores, el cura empezó a enfermar con dolorosas ampollas en sus manos y pies. En Ocean Avenue las cosas se ponían feas: al ejército de moscas que apareció de forma súbita, se sumaba el hecho de que George se levantaba cada día a las 3:15 de la madrugada, la misma hora en la que ocurrieron los asesinatos. Kathy, por su parte, sufría terribles pesadillas.
Pero lo que aterrorizó a la familia Lutz fueron las actividades paranormales, cada vez más constantes. Melissa empezó a entablar conversación con un amigo imaginario en forma de cerdo, Jodi, que George creyó ver una noche con la niña en su habitación. A los pocos días, el padre de familia encontró una habitación oculta tras un armario llena de carne podrida y excrementos, lo que le llevó a la decisión de bendecir la casa por sí mismo.
Cruficijo en mano y rezando el Padre Nuestro, George escuchaba las súplicas de unas voces que le pedían que se detuviera. Finalmente, el 14 de enero de 1976, casi un mes después, los Lutz se mudaron con la esperanza de dejar atrás este terrible incidente. Desde entonces, la casa (que nunca ha podido dejar atrás su reputación) ha ido cambiando de dueños.
En 1977, la dirección cambió de 112 a 108 Ocean Avenue. Diez años después, las ventanas de media luna fueron reemplazadas por ventanas cuadradas. La última noticia de la casa de Amityville conocida hasta ahora no tiene nada con lo paranormal: está a la venta porque los dueños se han separado. ¿El precio? 850,000 dólares.