Continuando con nuestro análisis en profundidad de la saga Ju-On (La Maldición o The Grudge), os traemos la segunda parte en la que hablaremos de las dos primeras películas, que fueron lanzadas directamente a vídeo y tuvieron tanto éxito, que se tuvo que hacer dos películas basadas en ambas cintas para proyectarlas en los cines internacionales.
Tras el éxito de los dos primeros cortometrajes de Takashi Shimizu, el director japonés estableció esto como el origen de todo lo que tenía planteado hacer; tenía muchas ideas a las que dar forma, aunque sus dos anteriores trabajos fueran un buen pistoletazo de salida a una saga de terror imprescindible. Con la ayuda de su maestro Kiyoshi Kurosawa dio luz verde a los dos primeros largometrajes de Ju-On, estrenados en formato V-Cinema (es decir, directamente a vídeo). Aunque parezca mentira, muchas cintas fueron bastante populares y llegaron para quedarse, como Ringu (The Ring) de Hideo Nakata o Dead or Alive de Takashi Miike. Pese al bajo presupuesto de la cinta, Shimizu supo concentrar muchísimos aspectos del folklore japonés y relatar la realidad social nipona del momento.
El director japonés se inspiró en miedos muy concretos y tradicionales, como el miedo a los fantasmas y a la incertidumbre del más allá, el temor de compartir nuestro mundo con un mundo espectral, mezclando en entidades sobrenaturales como los onryo, los fantasmas vengativos sobre los que hicimos mención en el artículo anterior, como otros aspectos típicos del folklore y tradición japonesa, en concreto la danza y, en este caso, el butoh o ankoku butō, un baile típico japonés característico por sus movimientos lentos y perturbadores y por la puesta en escena de los bailarines con los cuerpos pintados completamente de blanco. Con estos elementos, Shimizu personificó a sus dos pesadillas: Toshio y Kayako. A su vez, Shimizu no quería desligarse de la realidad y las preocupaciones reales de los japoneses, como el alto número de casos de violencia doméstica que se estaban dando en el país nipón.
Shimizu, con todas esas ideas, se puso manos a la obra junto a Kiyoshi Kurosawa, quien supervisaba en todo momento el desarrollo de la grabación, estrenando a nivel doméstico y de forma simultánea, las dos primeras películas de Ju-On. Si algo caracteriza a esta saga es su particular estilo, donde predomina la sencillez, los colores apagados, la escasez de escenarios, el uso de la cronología caótica y la narración episódica, por lo que no queda claro quien ostenta el protagonismo en estas películas, todo ello envuelto en un halo tenebroso, sin apenas jump scares, por lo que el miedo se percibe desde el inicio hasta el final sólo con la primera toma de contacto con el escenario.
El denominador común de todas las entregas es la casa donde viven, ya que está sumida en una maldición fruto de una muerte violenta ocurrida en ella, por lo que toda persona que tenga contacto con la casa será perseguido hasta la muerte por dicha maldición.
De forma separada, vamos a analizar brevemente cada película:
JU-ON (LA MALDICIÓN) (2000)
En esta película, Takako Fuji repite como Kayako, tras la espectacular representación en el cortometraje, quien si cambia es el actor que hace el papel de Toshio, que en esta ocasión es personificado por Ryōta Koyama. Entre el elenco también podemos encontrar a la actriz Chiaki Kuriyama, a la que luego veríamos en Battle Royale y en el primer volumen de Kill Bill dirigido por Quentin Tarantino.
La historia de inicio, repetida en posteriores entregas, es sencilla: arranca cuando un profesor preocupado por las faltas continuas a clase de uno de sus alumnos acude a su casa para comprobar qué ocurre. Allí se encuentra con él, un Toshio Saeki de carne y hueso que está sólo en una vivienda completamente desvalijada y sucia. El profesor entra a la casa a preguntar a su alumno sobre su ausencia en el colegio y dónde está sus padres. De forma sencilla, este es el inicio de la perturbadora y triste historia que nos cuenta Takashi Shimizu a lo largo de la saga. Una historia de locura y venganza, con un final espeluznante, con una sencillez en su narrativa que se convierte en un vehículo perfecto para transmitir un frío terror. Su forma en la narración, al estar divididas en episodios, y la cronología desordenada, en la que vamos para delante y para detrás en la historia, le otorga dinamismo, por lo que se hace aún más corta, puesto que la duración de la película es de 70 minutos que se pasan volando. Bajo mi punto de vista, la casa, prácticamente el único escenario donde se desarrolla de la película, es la protagonista de la película, puesto que es el núcleo de toda la historia, siendo Toshio y Kayako dos personajes secundarios al igual que el resto del elenco.
JU-ON 2 (LA MALDICIÓN 2) (2000)
Estrenada al mismo tiempo que su antecesora, una vez más, Takako Fuji y Ryōta Koyama repiten los personajes de Kayako y Toshio, volviendo a hacer dos papeles increíbles.
Es bastante más corta que la anterior, puesto que prácticamente los primeros treinta minutos son los últimos de la primera Ju-On a modo de recordatorio. La mayor parte del film se centra en la investigación policial realizada por dos detectives sobre las extrañas desapariciones de personas que han tenido alguna relación con la casa en la que habitaba la familia Saeki. A pesar de su brevedad, Ju-On 2 tiene escenas muy memorables e intensas y un final que, aunque edulcorado, es bastante interesante.
A modo muy breve hemos comentado las dos primeras películas de la saga Ju-On (La Maldición / The Grudge), sin detallar mucho para no hacer spoilers; si no habéis visto estas dos primeras entregas, hacedlo. Próximamente analizaremos las dos primeras películas de la saga estrenadas en cines.