Sitges 2015: 9 de octubre de 2015
Lo admito: hay pocas cosas que me hagan más feliz que llegar al Hotel Melià a mediados de octubre y sentirme como en casa. Volver al Festival de Sitges siempre es un placer. Es algo mágico, una sensación abrumadora que esperas durante todo el año. Sabes que tendrás que correr por arriba y por abajo para llegar a tiempo, apañártelas para llenar el estómago e improvisar planes alternativos, pero te da igual. Aceptas el desafío porque esto no pasa cada día.
Llegamos a mediodía para recoger acreditación. Descubrimos que este año no hacía falta madrugar para buscar entradas físicas (salvo excepciones) ya que todo se gestionaba desde nuestra tarjeta de acreditación. Un gran acierto, la verdad, ya que levantarse a las siete de la mañana para –intentar- reservar entradas supone una carrera que no muchas veces se gana; la comodidad sumada a la oportunidad de descanso se agradece bastante.
Nuestra primera película no es otra que Absolutely Anything, el nuevo film del miembro de los Monty Python Terry Jones protagonizada por Simon Pegg, Kate Beckinsale y Robin Williams (su último papel antes de fallecer, como la voz del perro Dennis). Uno de sus atractivos reside en poder disfrutar –¿por última vez?- de los Monty Python en el doblaje de unos excéntricos extraterrestres que deciden darle a un profesor la oportunidad de hacer todo lo inimaginable. Es difícil no pensar en el cuento de H.G. Wells El hombre que podía hacer milagros o más recientemente en la comedia de Jim Carrey Como Dios (de la secuela mejor no hablamos), algo mejor construidas que esta azucarada propuesta que se desmorona conforme avanza el metraje; más allá del gag explícito no hay mucho más, lo cual es una pena si se tiene en cuenta el potencial de la historia y ante todo del equipo artístico.
Y tras unas horas deambulando por el pueblo costero e instalándonos de forma algo más cómoda, nos preparamos para la gala de inauguración, que empezaba sobre las ocho de la tarde. La pareja de presentadores formada por Melina Matthews y Dafnis Balduz daban paso a un Ángel Sala pletórico, muy agradecido con el público e ilusionado por la nueva oportunidad de ofrecer a los espectadores una programación de calidad. No mucho más tarde, recordábamos a los artistas vinculados con el fantástico que nos dejaron este año:
Se entregó el premio Màquina del Temps al director danés Nicolas Winding Refn, víctima de una afonía que no le impidió compartir su entusiasmo con los allí presentes. Se aprovechó la ocasión para presentar el libro The Act of Seeing, un estudio comisionado por Alan Jones sobre su colección personal de posters vintage. A continuación, Santiago Segura tomó el escenario para enseñarnos su cortometraje Consumo responsable (Nivel 7), un encargo dentro del proyecto Cinergia (una iniciativa de Gas Natural Fenosa cuyo objetivo es divulgar la eficiencia energética a través del cine). Recordó con su humor particular que en el año 92 su corto Evilio precedió a la proyección de Braindead. Tu madre se ha comido a mi perro de Peter Jackson. El cortometraje no deja de ser una mera anécdota bien sostenida por sus protagonistas Anabel Alonso y Enrique Villén –hay cameo chanante de Joaquín Reyes– y curiosamente rodado en el mismo edificio de [REC]. Después de las risas, llegó lo bueno: The Witch, que nos confirmó las maravillas que hablaban de ella aquellos que la habían visto por la mañana. La opera prima de Robert Eggers para aterrorizó al Auditori sin usar trucos ni sustos de baratillo; la atmósfera, personajes con gran peso en la trama y una excelente dirección hicieron el resto. Nos encontramos ante una de las películas de terror más subversivas de los últimos años, un clásico instantáneo que se ha convertido en una de las sorpresas del festival y que ha protagonizado no más de un debate.
Acabamos el día con Bloodsucking Bastards, una divertida macarranada de vampiros muy, muy en la línea de Zombies Party y Trabajo basura que se ganó el cariño del público gracias a sus vampiros de oficina. Protagoniza Fran Kranz, el porreta de La cabaña en el bosque; curiosamente, aquí su personaje es el que menos luce debido a los estupendos secundarios que van apareciendo. Las risas siempre fueron bienvenidas en este Sitges 2015.
Eso sí: nos quedamos con la curiosidad de ver Segon Origen, relegada a un único pase matinal para institutos.