Crítica: ‘Rogue One: Una Historia de Star Wars’ (2016, Gareth Edwards)

Rogue One: Una Historia de Star Wars

El Imperio Galáctico ha terminado de construir el arma más poderosa de todas, la Estrella de la muerte, pero un grupo de rebeldes decide realizar una misión de muy alto riesgo: robar los planos de dicha estación antes de que entre en operaciones, mientras se enfrentan también al poderoso Lord Sith conocido como Darth Vader, discípulo del despiadado Emperador Palpatine.

Director: Gareth Edwards
Reparto: Felicity Jones, Diego Luna, Ben Mendelsohn, Donnie Yen, Jiang Wen, Mads Mikkelsen, Forest Whitaker, Alan Tudyk, Riz Ahmed, Jonathan Aris.

El primero de los tres spin-offs de Star Wars apadrinados por Disney (lejos quedan las simpáticas La Aventura de los Eworks y La Batalla de Endor) se centra en cierto párrafo que acompañaba al arranque de La Guerra de las Galaxias allá por 1977, aquel que describía el robo de los planos de la Estrella de la Muerte por parte de los agentes rebeldes. La trama ya había sido visitada anteriormente (en el Universo Expandido, ahora conocido como Star Wars Legends), pero la oportunidad de presentarla ante el gran público y de manera independiente a los episodios era demasiado jugosa. 

En caso de que os lo estéis preguntando: Rogue One: Una Historia de Star Wars es la precuela que necesitábamos. Sí, los Episodios I, II y III de George Lucas tenían sus cosas buenas (pienso en personajes como Darth Maul, Qui-Gon Jinn o el Conde Dooku de Christopher Lee; pienso en escenas como la batalla de Geonosis en El Ataque de los Clones y el climax de La Venganza de los Sith) pero quedaban diluidas ante una torpe realización que los fans -parece ser- todavía no han perdonado. Con Rogue One: Una Historia de Star WarsGareth Edwards sabe alejarse lo suficiente de la mitología y regresar cuando la ocasión lo requiere, ya sea para atar cabos con la trilogía original o por puro fan service. El autor de Godzilla ya dijo en su día que Rogue One era una película bélica, sucia y brutal (no esperéis algo parecido a Hasta el Último Hombre) y ha cumplido su promesa: estamos ante la entrega más oscura de Star Wars desde El Imperio Contraataca. Ésta es la historia de una guerra en la que hay muchísimas bajas; por eso, todos aquellos que disfrutaron con las estrategias militares de anteriores episodios se lo pasarán en grande aquí.

Si bien es cierto que a los personajes de Rogue One: Una Historia de Star Wars les falta el carisma de Rey, Poe o Kylo Ren (por citar algunos ejemplos del pasado año) y sus motivaciones sean algo arbitrarias, no por ello debemos dejar pasar el estupendo trabajo del reparto, especialmente de Mads Mikkelsen, Ben Mendelsohn y el dúo formado por Donnie Yen (Chirrut Îmwe) y Wen Jiang (Baze Malbus). Felicity Jones, por su parte, hace lo que puede con lo que tiene: afortunadamente, no estamos ante un calco de Daisy Ridley. El peor parado, sin duda alguna, es un desafinadísimo Forest Whitaker, quizá por culpa de los reshoots que tuvo la película.

Ninguna queja, por aquí, del polémico CGI que resucita al Tarkin de Peter Cushing. Y mucho menos del imponente Darth Vader que tiene el honor de protagonizar una de las secuencias más intensas de la franquicia.

Rogue One: Una Historia de Star Wars se pierde en su arranque, pero en su climax (que es lo que hemos pagado por ver), todo es apoteósico -que no inolvidable-. Disney  y Lucasfilm han de ponerse las pilas con el siguiente spin-off que nos llegará, el centrado en Han Solo, porque las expectativas están muy altas.