No todas las películas de terror y fantástico logran ese boom mediático que ha conseguido La Primera Profecía. En un panorama cinematográfico en el que la producción de género oscila entre grandes producciones de majors como Blumhouse o Warner y cintas de bajo y medio presupuesto que se presentan en festivales como Sitges o Fancine, con plataformas como Shudder de distribuidores, es difícil que una película de terror case tanto en crítica como en la taquilla. Esto ocurre por varias razones: falta de distribución adecuada en salas, desprecio del público, poco interés en los críticos y críticas… Todo ello son factores que hacen que sea complicado para las propuestas de género alzarse ante la cantidad abismal de estrenos que recibimos a diario. Históricamente, el género del terror siempre ha sufrido, injustamente, de tener que justificar y legitimar su existencia ante obras dramáticas, históricas o demás, a las que los críticos suelen tener en mayor estima. Al terror le ocurre lo mismo que a la comedia, dos géneros muy arduos, ya que implican dos emociones muy extremas, la risa y el susto. Por ello, es un placer observar que una propuesta tan adulta, memorable y gloriosa como La Primera Profecía ha conseguido una gran acogida tanto en los fanáticos de terror como en medios no especializados en el género. Vamos a tratar sus aspectos más fuertes y lo que la hace una de las cintas más notables de la producción de género en los últimos años.
La Primera Profecía sirve de precuela directa del clásico La Profecía, dirigida por Richard Donner y una obra fundacional dentro de la historia del cine de terror. A pesar de que el terror nos ha brindado precuelas destacables como La Matanza de Texas: El Origen o Anabelle: Creation, el público todavía se estaba recuperando del fracaso que supuso El exorcista: Creyente y no había una emoción colectiva por esta precuela. No obstante, la debutante Arkasha Stevenson, que ya había dirigido series como Channel Zero, Briapatch o Nuevo Sabor a Cereza, ha logrado conjugar una obra que juega en un terreno de cine mainstream, pero con un enfoque tremendamente autoral y con influencias de grandes cineastas como Friedkin, Polanski o Żuławski. Esta película nos ha descubierto a la talentosa Neil Tiger Free como la scream queen de este año. Una interpretación que llena la pantalla y rebosante de un carácter físico, en esas secuencias tan perturbadoras que aluden a La Posesión de manera directa. La actriz británica está acompañada de un reparto de gran calidad con intérpretes de la talla de Sônia Braga, Ralph Ineson, Bill Nighy, María Caballero y Charles Dance, que elevan la película de igual manera que la presencia de Gregory Peck en La Profecía daba legitimidad a la historia de cara al público.
Stevenson dirige secuencias de verdadero terror adulto a la vez que utiliza códigos narrativos del cine de terror de grandes presupuestos, con un estudio como 20th Century Fox detrás. Hay algún jumpscare momentáneo, pero la cinta triunfa verdaderamente en crear una ambientación malsana que se va acenuando tal y como se va desarrollando la trama. Su prólogo es sensacional y su primer acto, aunque a priori pueda parecer pausado, sirve de introducción espléndida a los personajes, ambientación y trama que presenciaremos durante su metraje.
La secuencia de la habitación mala o todo el descenso a la locura que supone el tercer acto suponen hitos en la historia del terror contemporáneo, balanceando componentes fantásticos con una sensación de realismo que brinda calidad al filme. La película cierra en una catarsis absoluta, cerrando con un epílogo que nos deja directamente en la línea de salida para ver La Profecía, del mismo modo que Rogue One concluía a pocos segundos de comenzar Una Nueva Esperanza. En definitiva, que me enrollo más que una persiana, La Primera Profecía logra crear, en base a las ideas y el lore de su secuela, una experiencia perturbadora, macabra y visceral que no dejará indiferente a nadie. Solo podemos esperar ver más de Stevenson en el terror y el fantástico, ya que ha demostrado ser una directora prometedora que puede brindarnos obras magistrales. Es cierto que estamos en el quinto mes del año, pero fácilmente vamos a ver esta película en lo más alto de las producciones de género de 2024. Ojalá más cintas de grandes productoras con esta maestría.