La línea entre la brillantez y el ridículo es en muchas ocasiones tan delgada que tiende a confundirse. Como ocurre con cualquier forma de arte, el cine es un medio subjetivo donde lo que para unos puede ser la más pura expresión de grandeza para otros se convierte en una insufrible experiencia que desean termine cuanto antes. La Perfección decide bailar sobre esa invisible línea, apostando por el exceso como medio para contar una historia que salta continuamente a una piscina donde hay tan poca agua que las posibilidades de golpearse contra el fondo son extremadamente altas. Teniendo en cuenta todos estos elementos es complicado hablar desde un punto de vista neutral sobre La Perfección, por ello es importante tener en cuenta que es muy posible que existan tantas interpretaciones como espectadores acerca de uno de los productos más estimulantes que nos ha ofrecido Netflix en los últimos meses.
Tras una primera media hora cercana al drama, donde la química mostrada por Allison Williams y Logan Browning encandila hasta al más escéptico, la trama decide comenzar a apostar sin ningún tipo de complejos por una sucesión de giros argumentales que hacen oscilar la película entre la clásica historia de venganza y el thriller psicológico más oscuro; la enorme cantidad de comedia negra que protagoniza los momentos más lúgubres nos hace asumir que Richard Shepard es perfectamente consciente de que su película pierde la seriedad de forma intencionada, convirtiéndose un festival del exceso con explosiones gore sorprendentemente explícitas. Todo termina resultando tan inverosímil que el espectador debe hacer un esfuerzo y suspender su incredulidad si pretende formar parte de una propuesta donde una vez se logra entrar la diversión está garantizada.
La dirección de Shepard da un aspecto uniforme al conjunto, permitiendo hacer coherentes los continuos cambios de tono a la vez que adapta los movimientos de cámara a las dimensiones y posibilidades de las escasas ubicaciones dentro de las cuales se enmarca la totalidad del metraje. En determinados momentos se aprecia de forma notable las limitaciones de presupuesto, por ello es de agradecer la existencia de alternativas narrativas que permiten solventar determinados momentos sin que el alocado desarrollo de una trama limitado. El único apartado donde podemos achacar que la película pierde parte de esa valentía es durante la reiteración en la explicación de ciertos giros, recurriendo a innecesarias analepsis donde se remarcan situaciones que perfectamente podrían dejarse a interpretación del espectador. Es durante su tramo final cuando la historia decide sumergirse de lleno dentro del género, cerrando con una escena final que resulta excesivamente seria y metafórica, generando innecesarias dudas sobre si esa comedia negra voluntaria que justificaba semejante colección de locuras es realmente intencional o todo se trata de un drama serio que tristemente se ha terminado convirtiendo en una comedia involuntaria.
La Perfección no dejará a nadie indiferente y sobre se pueden extraer tantas conclusiones y reflexiones como espectadores tengan oportunidad de disfrutarla o sufrirla. Personalmente me queda la impresión de haber disfrutado de ella como una comedia negra más cercana Un Pequeño Favor o Perdida que como un thriller serio en la línea de Whiplash.