Doctor Mordrid nació en una época rara. Hubo un tiempo en el que las películas de superhéroes no contaban con el actual beneplácito de la critica y del producto, siendo principalmente productos alejados del material del que bebían, quedando relegados a la serie B.
Actualmente estamos acostumbrados a ver franquicias de personajes que hasta hace bien poco eran unos completos desconocidos para el público de masas que acude a los cines, a su cita mensual con la ultima superproducción de superhéroes. Un subgénero que ha visto como iba ganando cada vez mas adeptos debido a su capacidad de atracción y a una formula que le ha echo cosechar grandes éxitos a Marvel Studios, cada vez mas en expansión con la adquisición de Fox y los acuerdos con Sony a la hora de coproducir las películas de Spider-Man dentro del MCU.
Sin menos pretensiones e «hijas de su época» antes hubo desde adaptaciones que supieron ganarse su actual estatus de culto como La Máscara, El Cuervo, Rocketeer, Juez Dredd, otras más modestas como Red Sonja, versiones primigenias de personajes como Los 4 Fantásticos de Roger Corman, Capitán América y las películas exploitation de Spider-Man… Todas ellas reliquias.
Algunas de ellas pudieron realizarse tras la bancarrota de Marvel Comics y la compra de sus derechos por parte de New World Pictures, Universal, Columbia Films o Fox. Gracias a ello, los espectadores pudimos ver adaptaciones basadas en las licencias de estos personajes como la versión para la pequeña pantalla de El Increíble Hulk, Blade, Daredevil, X-Men, Spider-Man, Ghost Rider y muchas otras.
Pero de entre todos ellos hubo un personaje que siempre se resistió a ser llevado a la gran pantalla debido a la gran dificultad que suponía por medios y costes de producción: el Doctor Extraño. De este personaje creado por Steve Ditko y Stan Lee vio la luz una versión que recogía sus elementos mas característicos, dentro del seno de la productora Full Moon -ya sabéis, la antigua Empire Films que renació con un nuevo nombre de la mano del director y productor Charles Band-.
En Doctor Mordid, nombre que utilizaron para la ocasión debido a que el propio Band no pudo adquirir los derechos del Doctor Extraño, se nos presenta a Anton Mordrid, un amago de Stephen Strange interpretado en su versión canónica por el británico Benedict Cumberbatch. En esta versión de mas moderado presupuesto que la del director de Hellraiser: Inferno, Scott Derrickson, Mordrid -encarnado en la figura de Jeffrey Combs, actor fetiche de la casa (Re-Animator, Re-Sonator, Castle Freak)– de forma nada disimulada Doctor Mordrid intenta plasmar las ideas que servirían en un futuro para Doctor Extraño, pero llevadas bajo la batuta de Full Moon. ¿Y esto que quiere decir? Uso del stop motion, estética ochentera y una gran inventiva y economía del montaje que compensa su moderado presupuesto. Los efectos especiales llevan la firma de David Allen quien ya estuviese detrás de trabajos como la saga Puppet Master, entre otros.
Doctor Mordid surgió en una época donde Full Moon estaba viviendo un momento álgido y donde nacieron sus grandes franquicias estrella. La película dentro de su acortada duración supone un film sin pretensiones y que sin dar muchos rodeos ni giros de guion muestra la eterna batalla entre el bien y el mal. De proteger nuestro mundo se encarga Anton Mordrid, un hechicero inmortal enviado a la tierra por una entidad cósmica, y cuyo piso sirve como puerta de dimensiones; allí se encontrará a Samantha (Yvette Nipar), una aliada que colabora con la policía y que no desentona bastante con lo que vemos. Como villano de la función y enemigo a batir se posiciona Kabal (Brian Thompson), amago del Barón Mordo y con quién Anton mantiene una intensa rivalidad desde su entrenamiento en la tercera dimensión.
Lo mas interesante de Doctor Mordid es el cambio de registro de Jeffrey Combs, acostumbrados a verle como el mad doctor de turno. A modo de anécdota, la mascota del hechicero Edgar Allen hace referencia al legendario Edgar Allan Poe.