Kaleb está a punto de cumplir 30 años y nunca ha estado más solo. Está peleando con su hermana por un asunto de herencia y ha cortado los lazos con su mejor amigo. Apasionado por los animales exóticos, un día llega a casa con una araña muy venenosa que akeyvone lee jersey jordan max aura 4 sit top kayak air max 270 women air max 270 women air jordan 1 element fsu football jersey blundstone uomo asu football jersey sit top kayak luvme human hair wigs custom dallas stars jersey johnny manziel jersey jordan air force 1 borsa prima classe ccidentalmente escapa. Estas rápidamente se reproducen y los habitantes del edificio intentarán sobrevivir a una plaga que se sale de control.
Algunas de las fobias más extendidas son: muñecos, payasos y arañas. A mí no me da miedo nada de eso. Quiero decir, los muñecos y los payasos me son totalmente indiferentes, y las arañas me causan respeto, no miedo. No es que quiera destapar la cama y encontrarme una araña enorme bajo las sábanas, pero tampoco voy a entrar en pánico si eso ocurre.
Pese a esto que comento, admito que Vermin: La Plaga, me ha resultado incómoda. Y creo que entiendo a qué se debe, aunque a saber. La mente humana es muy compleja y rara.
Estamos acostumbrados a que el cine lo exagere todo, por eso puede resultar chocante que las arañas de esta película no sean monstruosas. Son más grandes, agresivas y venenosas, pero su aspecto es el de una araña normal, y también se mueven como arañas normales. No son criaturas diseñadas por H.R Giger. No son monstruos como los bichos de Starship Troopers. ¿Qué ocurre con esto? Que nos resultan cercanas y familiares, y eso consigue que den más miedo, porque todos nos hemos topado con alguna araña cara a cara en nuestra vida. Sumemos a esto unos efectos especiales estupendos que consiguen que las arañas se vean realistas, lo cual me parece importante porque la película va de eso.
Si Vermin: La Plaga fuese norteamericana, sus mayores aciertos desaparecerían, convirtiéndose en un título estándar, hipervitaminado y jocosillo sobre mega bichos asesinos enfrentándose a la megaestrella de moda. Pero es francesa, y gracias a esto tiene otra forma de pensar las imágenes y desarrollar la historia. Una estética sucia y gris, cercana al nuevo extremismo francés (aunque sin tanto extremismo), y una dosis de crítica social dirigida hacia esos barrios humildes y olvidados de las periferias de las grandes ciudades, donde las familias viven medio hacinadas en bloques viejos y descuidados, casi igual que los animales exóticos que Kaleb guarda en su habitación. Llevo viendo cine norteamericano desde que tengo uso de razón, y siento cariño infinito hacia él, pero cada día me parece más importante e interesante consumir cine de otras nacionalidades y comprobar de qué forma se enfocan las imágenes, las historias y los personajes cuando las cabezas pensantes pertenecen a otros continentes y otras culturas. Incluso cuando se trata de una historia tan básica y comercial como la de una invasión de arañas, la diferencia es considerable.
Clip en exclusiva de VERMIN: LA PLAGA, gran éxito en #Sitges2023. Imaginad un cruce entre [•REC], ATTACK THE BLOCK y ARACNOFOBIA y os haréis una idea de lo que os encontraréis.
2 de febrero en cines de la mano de @Adso_Films.
No os la perdáis. pic.twitter.com/dXqMIwow6V— TerrorActo (@TerrorActo_) January 30, 2024
El director, Sébastien Vanícek, consigue ponernos los pelos de punta gracias al modo en que plantea esta invasión doméstica que puede llegar a recordarnos a [·REC] de Paco Plaza y Jaume Balagueró (la idea del edificio clausurado con el fin de evitar que la plaga salga al exterior está ahí). Histeria en las escaleras y los pasillos, y una cámara frenética que registra la vulnerabilidad de los personajes frente a una plaga mortífera de la que cuesta sudor y sangre escapar. Atención a la terrorífica huida en la que usan linternas para frenar, a duras penas, a los arácnidos. Tensión pura.
A Vermin: La Plaga (éxito en Sitges 2023) le cuesta un poco arrancar, tal vez debido a la preocupación del director por hablarnos de los problemas sociales y familiares del protagonista. Si esto es bueno o malo, es algo que cada espectador debe decidir. El ritmo se resiente un poco, es cierto, pero gracias a esto tenemos una historia con cierta carga emocional y una capa de profundidad que nos ayuda a empatizar con el protagonista y su evolución a lo largo de la trama. Sea como sea, pasado este pequeño bache inicial la película se convierte en un pasaje del terror ideal para pasarlo fatal y de maravilla a partes iguales.