O Corpo Aberto (Cuerpo Abierto) presenta a Miguel, un joven profesor que es destinado a un pequeño pueblo de montaña en la frontera entre España y Portugal: Lobosandaus, un lugar dominado por la superstición donde los espíritus errantes buscan cuerpos que dominar y poseer para seguir en el mundo de los vivos. Secretos y sospechas saldrán a relucir cuando uno de los vecinos de la aldea aparece ahorcado.
Cuenta el historiador Lucius Florus que, acompañando a los romanos capitaneados por Décimo Junio Bruto, entraron en un antiguo altar dedicado al sol, conocido como Ara Solis, levantado por los pueblos celtas. Aquellos guerreros, cansados, rendidos durante la conquista de Hispana, fueron testigos del terrorífico espectáculo de la naturaleza monstruosa cuando el propio Sol era engullido por las aguas en el ocaso. La visión, majestuosa, imponente, aterradora, solo podía surgir de la tierra de las meigas y La Santa Compaña de las animas, las Rías Baixas y las muñeiras: Galicia. En la propia Fisterra, tierra de mitología y leyendas, existe la siniestra leyenda de Orcavella, devoradora de niños y con la capacidad de matar con el simple contacto, una mirada; pero también de hechizar, de atraernos a sus garras y hacernos mancebos eternos de su lujuria. Como este viejo mito, el mundo de las leyendas y el folclore de nuestro país posee una atracción innata para el hechizo, para dejarnos caer en las fauces de criaturas de los bosques del norte, de la meseta castellana, de la región andaluza, nuestra región mediterránea; la riqueza de nuestra tierra nos hace amantes eternos de la historia popular, la fábula, el cuento, la quimera, porque en sus letras está la auténtica identidad de una tierra.
Los amantes del folclore y las leyendas populares están de enhorabuena, ya que hacía años que el cine español no se lanzaba a la producción de películas con componente mitológico o popular: desde Errementari a Lua Vermella, pasando por Akelarre, Ilargi Guztiak (Todas las Lunas) o la reciente El Agua. Dentro de poco tendremos en las pantallas españolas Irati, otra película que toma como base los mitos, crea una fantasía medieval rolera y que promete satisfacer a los fans del fantastique. Y ahora sumamos otra más a la (cada vez más larga) lista de producciones de esta índole con O Corpo Aberto (Cuerpo Abierto) adaptación de la obra de Xosé Luis Méndez Ferrín, Arraianos de la directora asturiana y habitante de las tierras gallegas desde 2002, Ángeles Huerta. Su debut en la ficción posee el suficiente valor como para querer seguir de cerca sus avances y las suficientes irregularidades como para considerar su propuesta algo inestable.
Visual y narrativamente más cerca de la reciente película húngara Post Mortem, Huerta usa el fantástico (y algunos momentos escasos de terror) para contar un drama naturalista con toques góticos y supersticiones rurales, cuyo tema de fondo real es la batalla entre el raciocinio y la superstición. Con lentitud, el aspecto sobrenatural se abre paso hasta dar una más que memorable secuencia de posesión, visualmente bellísima; de igual forma, su acercamiento a lo fantástico se ve confrontado con un realismo que nos aleja de ese ambiente de mito y leyenda, conformando un folletín psicológico de celos, sociopatías y mentes fragmentadas, todo ello representado en las carnes del joven Miguel: de aspecto liviano, casi enfermizo, ceño tranquilo, pero con arrebatos de violencia que nos hacen inquietarnos ante un personaje tan extremo.
Como en su debut, el documental Esquece Monelos (de visión muy recomendada) juega con el misticismo y la alegoría para, en el caso de O Corpo Aberto (Cuerpo Abierto), dar un importante repaso a cuestiones muy interesantes como la identidad de género, el machismo y el maltrato. Uno de los momentos más enigmáticos lo comparten María Vázquez y Victoria Guerra, secuencias que son vistas como una auténtica declaración de intenciones. Sin embargo, esa lucha por conjugar el drama rural con lo sobrenatural confiere a O Corpo Aberto (Cuerpo Abierto) un ritmo algo irregular, al igual que las interpretaciones que pueden sacarse de la película: nunca queda claro del todo lo que quiere contarnos la directora al acabar la obra.
No obstante, su conseguida atmosfera, la bellísima fotografía y la mentada secuencia de la “posesión” consiguen que O Corpo Aberto (Cuerpo Abierto) aguante el tipo y nos de una interesante leyenda folclórica.