Crítica de ‘La Noche que Evelyn Salió de la Tumba’ (1971, Emilio Miraglia)

La noche que Evelyn salió de la tumba

Un viudo millonario obsesionado con su esposa fallecida, siente el enfermizo impulso de contratar a prostitutas para invitarlas a su castillo y allí, haciendo uso de una sala llena de herramientas de tortura medievales, asesinarlas.  

Admito que esa sinopsis es un poco engañosa. No porque yo intente confundir a nadie, sino porque, literalmente, la película trata de eso durante su primera media hora aproximadamente. Luego, por razones que se me escapan, toma un camino diferente. Es una película con dos sinopsis, dicho de otra forma. Y errores de casting, y subtramas sin venir a cuento que no van a ninguna parte y horribles interpretaciones y otras cosas de las que hablaré a continuación.  

No hace falta aclarar que estamos ante una película mediocre, pero una buena película mediocre.  O quizá sea que me ablando ante una mala película cuando es antigua, por eso de que lo vintage me pone tontorrón. Pero dejando a un lado mis filias personales, La Noche que Evelyn Salió de la Tumba es, seamos serios, mala. Pero divertida, eso no se lo quita nadie. Es una película que engancha, que capta la atención del espectador porque, entre desnudo gratuito y desnudo gratuito (hay muchos), la historia se desarrolla a volantazos, como si estuviesen improvisando sobre la marcha. Con esto consiguen que la historia en sí sea espantosa, pero al mismo tiempo entretenida porque no sabes por dónde van a salir. Empieza como un slasher, luego se transforma en un giallo de los de toda la vida (asesino con guantes de cuero incluido, eso no puede faltar), luego se nos plantea un amago de subtrama sobrenatural de brocha gorda, y para terminar vuelve a convertirse en un giallo. Y como guinda para este accidente de tráfico múltiple en forma de película, el villano, ese desquiciado asesino en serie que conocemos al empezar la historia, acaba convertido en víctima y héroe. Insuperable. 

Su director, Emilio Miraglia, y el equipo guionista (entre los que se encontraba el propio Miraglia) quisieron realizar un giallo original con un estilo que lo diferenciase de lo que en esos momentos estaba haciendo Dario Argento con El Pájaro de las Plumas de Cristal o El Gato de las Nueve Colas. Viendo la película, da la sensación de que intentaron mezclar el giallo con el gótico a lo Edgar Allan Poe, lo cual no habría sido descabellado ni absurdo… si se hubiese hecho bien. Quiero decir, el problema no está en querer hacer un giallo con sello propio como nunca antes se había visto, sino en que los guionistas estaban muy poco inspirados.  

Lo que más llama la atención está justo en la primera mitad de la película; ese cambio de premisa que nadie se ve venir, y que resulta brusca y sin demasiado sentido. Como si el guión estuviese mal planificado y tras treinta páginas hubieran decidido cambiar de rumbo sin alterar lo que ya habían escrito hasta ese momento. ¿Alguien puede escribir un guión así, releerlo y darlo por bueno? En estos casos en los que los errores son tan abundantes, escandalosos y obvios, siempre pienso que la película fue masacrada en la sala de montaje y que ahí faltan escenas. Eso quiero creer.  

La Noche que Evelyn Salió de la Tumba es, como ya habréis deducido, una película torpe y desastrosa, pero tiene una virtud que a veces se echa en falta en títulos que gozan de una factura técnica impecable: capta la atención del espectador. No aburre. La trama está mal se mire por donde se mire, pero en mitad de este cúmulo de meteduras de pata, se produjo la magia de la alquimia, dando como resultado una película que, pese a no tener ni pies ni cabeza, funciona al nivel más básico, es decir, entreteniendo y consiguiendo que el espectador se trague sin rechistar sus 90 minutos de metraje.  

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