Crítica: ‘Ánimas’ (2018, Laura Alvea, José Ortuño)

Ánimas

Ánimas explora la amistad entre dos jóvenes adolescente, Álex y Abraham, y los extraños sucesos que comienzan a sucederles.

Director: Laura Alvea y José Ortuño
Reparto: Clare Durant, Iván Pellicer, Luis Bermejo, Liz Lobato, Chacha Huang y Ángela Molina

Ánimas, adaptación de la novela homónima escrita por José F. Ortuño, llega a la gran pantalla de mano de Filmax, que nos presenta un thriller psicológico dirigido por Laura Alvea y José Ortuño. Ánimas es una propuesta innovadora y refrescante para el género, que no cae en clichés, consiguiendo generar intriga y cierto desconcierto en el espectador, que se mantendrá pegado a la butaca hasta el final con el fin de descubrir a qué se deben realmente los extraños sucesos que Álex, una Clare Durant muy convincente, experimenta durante el filme.

La película nos presenta la historia de dos buenos amigos desde la infancia, Abraham, un adolscente interpretado por el debutante Iván Pellicer, que proviene de una familia desestructurada y con muchos problemas, y Clare Durant en el papel de Álex, como la íntima amiga y confidente capaz de ayudarle a sobreponerse a su terrible situación familiar. Todo cambia con la aparición de Anchi (Chacha Huang), ante la cuál Álex se sentirá amenazada. A raíz de un extraño accidente del padre de Abraham, la relación entre ambos se intensificará y dará un vuelco, llevando a Álex a afrontar y desentrañar por su cuenta los intrigantes episodios que suceden en la planta de su edificio. Todo el filme se estructura en torno al desarrollo de la relación entre ambos, que resultará clave a la hora de afrontar las dramáticas situaciones de la vida de los protagonistas. Como apoyo adicional, el personaje interpretado por Ángela Molina como psiquiatra, ayudará a desentrañar la caótica situación de Abraham y a desvelar los más oscuros secretos de la vida de Álex.

Es precisamente aquí, donde la película brilla en todo su esplendor, consiguiendo diferenciar perfectamente el mundo en el que vive Álex, del mundo de Abraham. La maravillosa dirección de fotografía ,de mano de Fran Fernández Pardo, que en ocasiones consigue recordar a Robby Müller, nos presenta un ambiente onírico y pertubardor, manifiesto de la situación emocional de Álex, que intentará escapar de la incertidumbre de su propia existencia y se enfrentará a pesadillas inexploradas.

Ánimas sorprende y funciona, consiguiendo causar intriga e inquietud sin apenas hacer uso de jump scares, presentando una sólida y bien construida propuesta, con una destacada puesta en escena y una trama que explora los lazos de la amistad, los traumas psicológicos y el cambio personal que supone el paso de adolescente a adulto, con los consiguientes temores y preocupaciones que lo acompañan. Todo un soplo de aire fresco.