Cinco personas son secuestradas en los días previos a Halloween y mantenidos como rehenes en un lugar llamado Murder World. Mientras están atrapados, deben jugar un juego violento llamado 31, donde la misión es sobrevivir 12 horas contra una pandilla de payasos malvados.
Director: Rob Zombie.
Reparto: Sheri Moon Zombie, Jeffrey Daniel Phillips, Tracey Walter, Lawrence-Hilton Jacobs, Meg Foster, Richard Brake, Malcolm McDowell.
Rob Zombie presentó, en el reciente Festival de Sitges, su cinta más ecléctica hasta la fecha. Un film que combina obras con su propia firma como La Casa de los 1000 Cadáveres, y otras tantas de terror como La Matanza de Texas o La Casa de los Horrores (ambas de Tobe Hooper). Sin ninguna duda, la cinta que hoy os traemos es la más sencilla del director, pero no por ello la menos importante. La historia no es para nada novedosa ni aporta nada nuevo el género de terror: el típico grupo de amigos que, tubería o bate en mano, debe matar a sus perseguidores para volver a ver la luz del sol. Teniendo cintas del mismo director como The Lords of Salem, un argumento como el de 31 deja mucho que desear.
Zombie crea una película ochentera al más puro estilo serie B , acompañado del reparto que utiliza habitualmente en sus largometrajes como Sheri Moon Zombie, Jeffrey Daniel Phillips y otras caras conocidas. 31, aún habiéndose hecho con algo de desgana en lo que a argumento se refiere, funciona bastante bien como film de terror. El director y guionista de la misma, combina géneros como el gore y el slasher para dar vida a su The Purge particular. Ahora bien, eso sí, todo ello plagado de humor negro para que, del mismo modo que lo pasamos mal, también podamos sacar una sonrisilla de vez en cuando para relajarnos. Aunque puede que se haya excedido un poco con las partes de humor, sobre todo al principio.
Sin embargo, el ambiente macabro en el que van a suceder los hechos luce de manera espectacular. Un lugar que, cual Circo de los Horrores o American Horror Story: Freak Show, está controlado por un grupo de personajes caracterizados como la alta sociedad -la burguesía- e inspirados en los Illuminati. Rob Zombie pretende que el espectador se sienta como uno más de ese grupo de privilegiados que, únicamente, se dedica a hacer apuestas del juego -sobre quién sobrevivirá- y disfrutar con el espectáculo cual circo romano. Por tanto, la visión que tenemos como público desde fuera no es, ni nada ni nada menos, que de corredores de apuestas.
El problema, es que al final es más de lo mismo: es una fórmula que se repite una y otra vez a lo largo del largometraje. Se presenta a un asesino que debe matar al grupo antes de que se acabe el tiempo. Si el grupo lo elimina, se trae a otro asesino. Y, por si esto no fuera suficiente, Zombie no sabe llevar el film al clímax. Al fin y al cabo, 31 no deja de ser un survival. Eso sí, lo que no va a faltar en ningún momento es violencia y gore. El director trajo a Sitges la versión censurada, puesto que tuvo que quitar las escenas más violentas para que se pudiera comercializar y, aún así, no se corta un pelo al mostrar todo lo macabro que se le pasa por la mente y, la verdad, resulta hasta preocupante la cantidad de cosas que se le llegan a ocurrir. Para 31, decide no contenerse en absoluto, es una cinta donde puede morir hasta el apuntador. Dichas escenas estarán acompañadas de una selección de música para quitarse el sombrero. Zombie deja claro que domina el ámbito musical, colocando la canción Dream On de Aerosmith en el momento perfecto para dejar al espectador con muy buen sabor de boca.
Uno de los puntos fuertes de 31 es su arranque. Zombie construye un maravilloso villano principal llamado Doom-Head (que interpreta el gran Richard Brake) que se presenta, en un largo plano secuencia, hablando directamente a cámara. La construcción de este personaje podría estar a la altura -y pongo la mano en el fuego- de los metrajes de Quentin Tarantino.
Puede que 31 no sea la mejor película de Rob Zombie y que no aporte nada nuevo al género de terror, pero sin duda merece su oportunidad si eres fan del director o del género. Desde luego, te deja con ganas de poder ver la versión uncut.