Hace 21 años se estrenó una de las películas que sirvieron de piedra angular para el subgénero del found footage (películas cuya premisa simula un metraje encontrado aparentemente real) moderno. El Proyecto de la Bruja de Blair (o The Blair Witch Project) emergió en una época donde el espectador era más susceptible debido a la poca información y el difícil acceso a la misma que existían a finales del milenio, con Internet dando sus primeros pasos.
Es difícil crear la sensación de falso documental en esta era sobrecargada de información; uno de los últimos éxitos en emular esta fórmula fue la saga Paranormal Activity, también dentro del seno de la productora Lionsgate.
El titulo original dirigido por Eduardo Sanchez y Daniel Myrick, se basa en los hechos acontecidos en los bosques de Black Hills, y en el folklore y los mitos que sirvieron para dar forma a la Bruja de Blair. En octubre de 1994, tres estudiantes de cine desaparecieron en los bosques cercanos a Burkittsville; lo que debería ser un trabajo de fin de grado terminó por convertirse en el viaje de sus vidas, aquel en el que involuntariamente formaron parte de la leyenda que rodea a los bosques y en el que afloraron sus desconfianzas y miedos más profundos.
Ríos de tinta han corrido desde que la proyección del metraje en Sundance convirtiera una modesta producción en un film de culto y objeto de estudio por muchos. Un film que lo tiene fácil a la hora de polarizar al público: son muchos los que la tildan de fraude, así como otros resaltan sus no pocas virtudes. Como curiosidad, el material adicional de la edición disponible en Reino Unido incluye un reportaje que sirve para elevar el nivel de misterio, y sumar nuevas incógnitas al enigma que envuelve la desaparición de Heather , Mike y Josh. El documental hace las veces de secuela directa de la película al adentrarse en las relaciones de los compañeros, amigos, tutores y familiares de los jóvenes desde otra perspectiva, llevándola a otro nuevo nivel de realismo. Los cuatro finales alternativos complementan muy bien lo visto en cines, ofreciendo una experiencia totalmente distinta.
En el año 2000 vio la luz una secuela completamente alejada de la obra original, Blair Witch 2: El Libro de las Sombras, un ejercicio de metalenguaje no lo suficientemente valorado en su día. Esta secuela muestra como la película original y la leyenda de la Bruja de Blair trascendieron la gran pantalla para convertirse en objeto de adoración y los lugares donde ocurrieron los hechos en lugar de peregrinación para fans y personas que buscan lucrarse de ello. “La realidad es más terrorífica que la ficción” rezaba el trailer.
Adelantada a su tiempo y sin no pocos problemas durante el rodaje, El Libro de las Sombras fue estigmatizada por no parecerse a su antecesora; el público y la crítica reaccionaron de forma muy tibia ante la propuesta.
Para la promoción del film se preparó un documental, Los 7 de Burkittsville, que se mueve entre la fina línea que separa realidad y ficción, analizando los entresijos de los crímenes de los que se le acusó a Rustin Parr en los años 40 -algunas fotografías recuerdan los momentos más inquietantes del clímax de la original-. Seguiremos la pista de un investigador interesado en el caso de Kyle Broody, único superviviente de Parr. En el documental se nos explica que el estado mental de éste se deterioró hasta tal punto que fue ingresado en una institución mental hasta el día de su muerte.
Buscando reconciliarse con los seguidores y eliminando de la continuidad (habito cada vez más extendido en el cine) a El Libro de las Sombras, Blair Witch llegó en 2016 buscando repetir el éxito de la película original. El film sigue al hermano de Heather Donahue en su búsqueda por la verdad en el bosque de Black Hills.
«Ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos», dijo Heráclito en su momento y bien se puede aplicar al film de Adam Wingard, cuyas mayores virtudes descansan en un cuidado diseño de producción, un reparto más amplio que permite nuevas dinámicas y una ambientación que respeta al film original. Sus cuarenta minutos finales son un regalo para aquellos que deseaban regresar a la casa de Rustin Parr, recreada hasta el más mínimo detalle en un set y no en una casa abandonada real.
Tres años después llegó en formato videojuego el hasta ahora último capítulo de la saga, titulado simplemente Blair Witch, un survival horror con ciertas reminiscencias a The Town of Light que sabe aprovechar la licencia igual o mejor que los tres títulos que aparecieron en PC entre el 2000 y el 2001.
En esta nueva historia ambientada dentro del mundo de la película seguimos a Ellis, un ex militar que sufre de estrés de trastorno postraumático; este hecho influirá en el estado mental del personaje, y como jugadores nos hará vivir situaciones de auténtico horror con momentos de violencia gráfica. Destaca el uso de las grabaciones que sirven para alterar la realidad que rodea al bosque.
Acompañado de Bullet, su perro, que servirá de ancla emocional, deberemos encontrar a un niño perdido mientras intentamos no perder la cordura por el camino. La Bruja de Blair se convierte de esta forma en lo que siempre fue, la manifestación física de nuestros miedos reprimidos y los traumas del pasado obligando a enfrentarnos a nuestro peor enemigo: nosotros mismos.
Solo el tiempo dirá qué le espera a la franquicia. Mientras tanto, se siguen oyendo ecos en los bosques de Burkittsville.