Crítica de The Editor (2014, Adam Brooks & Matthew Kennedy)

The Editor

Antes de hablar de The Editor, un poco de  contexto. El giallo se convirtió durante la década de los 70 en el principal representante del cine de terror italiano, creando una cantera de directores y actores que con el paso del tiempo se han convertido en piedras angulares en la historia del género. Deudor de las novelas de crimen y misterio con portadas amarillas de las cuales tomó su nombre; la mezcla entre erotismo, intriga, gran preocupación por el estilo visual y estilizados asesinatos convirtieron al subgénero en un éxito a nivel mundial.

No son pocas las películas a lo largo de los años que han intentado recrear la esencia de estas películas, buscando acercar a una nueva generación de espectadores de nuevo al redil de los asesinos con guantes negros, sin embargo, son pocos los proyectos que han logrado capturar el verdadero corazón que residía tras los giallo. Han sido dos canadienses (Adam Brooks y Matthew Kennedy) quienes han logrado, con una película a medio camino entre el homenaje y la parodia, capturar la verdadera esencia de esas películas italianas que por derecho propio han pasado a formar parte del imaginario popular.

The Editor se presenta desde sus primeros compases como una comedia negra donde el homenaje y la parodia se dan la mano en una compleja sincronía que puede espantar a aquellos espectadores que no tengan claro al tipo de producto que están viendo. Con una trama tan absurda como efectiva, la historia nos presenta a un solitario editor antaño exitoso que se ve obligado a trabajar en películas de bajo presupuesto protagonizadas por actores de cuestionable talento y tramas donde los niveles de ridículo erotismo alcanzan cotas insospechadas. Bajo esta premisa se nos presenta una carta de amor al mundo del cine, dando especial importancia a la labor de los editores como piedras angulares en la historia de un subgénero tan estilizado como fue el giallo. La se sumerge en un disfuncional rodaje donde las situaciones más disparatadas son asumidas por los protagonistas como parte cotidiana de sus días, creando situaciones tan descacharrantes como ridículas.

Sorprende la facilidad de sus directores para lograr el difícil equilibrio entre el humor negro más chabacano y un sentido homenaje a unos de los subgéneros más importantes en la historia del terror. Desde pequeños homenajes mediante nombres, hasta detalladas recreaciones de las escenas más memorables de este tipo de cintas, The Editor logra capturar esa aura casi mística que convertía a los giallo en experiencias dignas de ser vividas, al margen de la calidad del producto final. Detalles tan sutiles como la falta de sincronización en las voces presente en este tipo de películas -debido al doblaje de las mismas que se hacía con posterioridad al rodaje- son homenajeados durante gran parte del metraje. El bajo presupuesto de la cinta no supone en ningún momento una limitación para ofrecernos momentos gore de lo más espectaculares gracias al magnífico trabajo de efectos prácticos obra de Emerse Ziffle.

Adam Brooks combina su trabajo como director y guionista con la difícil labor de encabezar un reparto donde su personaje parece ser el único que aún vive anclado al mundo real.  El también guionista Conor Sweeney aporta la parte más histriónica a la historia, ofreciendo un villano tan ridículamente excesivo que es imposible odiarlo. Paz de la Huerta y Laurence R. Harvey tienen papeles pequeños pero divertidos, mientras que la participación de Udo Kier queda reducida a poco más que un mero cameo.

Todos cumplen con creces, sin embargo, la verdadera estrella de la película es el codirector Matthew Kennedy, quien con su interpretación del agente Peter Porfiry nos regala momentos donde es imposible contenerse una sonora carcajada.

The Editor es una carta de amor al giallo imprescindible para todos aquellos que amamos a esos locos italianos que combinaban elegancia y vulgaridad con una facilidad pasmosa. Una divertida comedia negra que ofrece 95 minutos repletos de risas, misterio y por qué no decirlo altas dosis de erotismo. Si tenéis claro el tipo de producto al que os vais a enfrentar, disfrutaréis de una de las experiencias más divertidas que os podáis imaginar. The Editor es una apuesta ganadora.